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Massacre En Tokyo Vol.2 "la Conquista Del Reino Perdido"

Bowie (Arizona) “Prisión estatal St. Demian”

El sol asfixiaba en ese horrible día, una mañana de agosto del 2013. Lugar: “Prisión estatal St. Demian”, un verdadero nido de ratas, un antro delincuente de sujetos que no tienen absolutamente nada en la vida, y una verdadera excusa para limpiar la basura del gobierno.
Había llegado el día de la gran carrera final, que también era conocida como la última batalla mortal, que servía para demostrar quién era el más respetado de ese agujero, alejado del resto de la civilización.
Cuatro vehículos con motores preparados y listos para la largada se encontraban en fila, cuyos pilotos lanzaban miradas desafiantes, dando a entender que ninguno se dejaría humillar. Eso resultaba una idea que ni siquiera estaba dentro de los cálculos de nadie.
Entre ellos se encontraba el guerrero David Noah, que había pasado a dar un vuelco brusco a su vida, habiendo perdido todo lo que tenía, tras la muerte de Wai Ling y el detective Bob Cooper hacía tres años. El solo recordar cómo fueron asesinados era algo totalmente abrumador, dejando una sensación de impotencia total. Pero las cosas nunca salen como verdaderamente deseamos.
¿Los culpables de esto? Un grupo de hombres llamados “Los hijos de Winocki”, miembros de la más poderosa y mortal organización yakuza de toda el área de Tokyo. Liderados por un hombre conocido como el gran Akira, miembro de una dinastía de guerreros elite, y que enfrentaron las más duras batallas pactadas a muerte, habiendo corrido muchos litros de sangre en cada una de ellas.
Los guardias de la prisión realizaban todos los años esa carrera, como una especie de diversión barata, aunque también significaba la oportunidad de mostrar al hombre más respetado de ese lugar, del cual era prácticamente imposible de salir.
Había sonado el disparo de uno de los guardias, quien daba inicio a la mortal carrera, que consistía en dar 10 vueltas a la redonda por toda la prisión, pasando por diferentes obstáculos, como ser: rampas con puntas muy filosas, barriles de fuego, y mucha brea en la pista.
David había quedado en el tercer lugar desde el arranque, sabiendo que los mismos guardias habían hecho algo en su auto, jugando con el motor y cosas así. Sabían que con él no había que joder, pero se burlaban de su supuesta condición de “El quinto dragón”.
- Este tipo va a perder seguro… jajaja, el muy idiota ni siquiera puede pisar el acelerador – decía Molina, uno de los guardias más cabrones de St. Demian, un sujeto sadomasoquista, al cual solo le interesaba la violencia diaria.
- Yo no estaría tan seguro… - exclamó Peepshow, un hombre de cabellera larga, que parecía “Mujercitas”.
David había instalado en su auto un bombeador de combustible, el cual era una manguera roja, la cual lograba que el auto no se ahogara en ningún momento, manteniéndolo en marcha y constantemente acelerado.
Con esto había logrado colocarse en el primer lugar, y eso que era muy difícil realizar una vuelta completa, debido a la gran cantidad de obstáculos que detenían el camino, y eran sumamente mortales. Tras él, venía un sujeto conocido allí como “Slaughter Man” (El hombre del sacrificio), un completo rechazado de la sociedad, un perro mugriento que había matado cientos de personas solo por placer.
Éste tampoco se andaba con pequeñeces; había instalado un lanzador de granadas en su auto, proveídas por varios de los guardias de ese asqueroso lugar, quienes también se lo sacarían una vez terminada la carrera. ¿Cuál era el objetivo de todo esto? Simplemente que David Noah perdiese, logrando humillarlo por primera vez en la vida, siendo que desde que estaba allí, se había convertido en una persona completamente diferente.
Las granadas comenzaban a llover, logrando estallar una muy cerca de uno de los neumáticos traseros, lo que hizo que el auto diera unas contadas ocho vueltas, girando sin parar, hecho que provocó que “Slaughter Man” volviera a la primera posición; siempre emitiendo esa risa terrorífica que lo caracterizaba.
Esto debía terminar… David logró enderezar el auto, acelerando al máximo, ya que combustible le sobraba y podía correr realmente rápido. Así lograría avanzar y volver a olerle el trasero a “Slaughter Man”, quien no podía creer lo que estaba sucediendo.
Viendo unos barriles de fuego a un costado, David acelera hasta colocar el auto junto al de este otro, dándole un fuerte golpe y arrojándolo contra estos barriles, lo cual provocó que el auto estallara en cuestión de pocos segundos, dejando a todos totalmente atónitos y sin poder si quiera carburarlo.
La carrera había terminado… rápidamente entraron varios hombres uniformados a extinguir el fuego, viendo que “Slaughter Man” estaba totalmente rostizado y más muerto que Marilyn. Esto obviamente tendría sus consecuencias.
David fue rápidamente esposado y llevado hasta su celda nuevamente, lugar donde debería esperar hasta su sentencia definitiva, que lo tendría de por vida allí. Sus oportunidades se habían acabado, así como también gran parte de la gente cuerda y racional.
- Eres un completo estúpido ¿lo sabías?... ojalá que el maldito juez Bowman te deje en este hormiguero para siempre… jajaja – decía Molina, encerrando al hombre en su celda, mientras que disfrutaba el verlo encerrado.
David no decía una sola palabra, el prácticamente hacía oídos sordos a casi todo lo que ocurría en ese horrible lugar, como si estuviese esperando algo, tal vez alguna pequeña pizca de esperanza que lo ayude a salir de allí.
Los días y las noches eran muy largos, por tal motivo había que saber aprovecharlos con algo productivo; obviamente que riñas entre reos no faltaban en ningún momento… en los primeros tiempos fueron todos contra el mismo David, hasta que se dieron cuenta que no era una persona cualquiera, comenzando a respetarlo cada vez más. Pocos tenían información de quién era este hombre de verdad… un guerrero sagrado, que había logrado vencer los más difíciles obstáculos, aunque de recompensa tan solo obtuvo la muerte de sus seres queridos, que eran un espinazo en el corazón cada día de su vida. Mad Dog, Wai Ling, Song y el detective Cooper habían sido todos asesinados a lo largo de varios años, y la peor parte, siempre frente a los ojos del mismo David Noah. Esto ocurría porque no concebían la existencia de “El quinto dragón”; resultaba estúpido y humillante para las generaciones viejas.
Esa noche, mientras éste se encontraba acostado y un tanto pensativo, ve a Peepshow acercarse, con su habitual forma de caminar, ya que era un supuesto “homosexual violento”; el cual exclamó: - Maldito, tienes visitas –
En eso, se acerca un hombre con gafas negras y completamente vestido de negro, con guantes del mismo color en las manos, parecía Kato el ayudante de “Green Hornet”. Éste entró a la celda en el momento que Peepshow abrió el candado, tomando una pequeña silla de hierro oxidado y procediendo a sentarse, encendiendo un cigarrillo.
David lo miraba con cara de desaprobación, aunque jamás lo había visto anteriormente en su vida, pero sabía una cosa… ese sujeto no estaba allí porque sí, algo se traía entre manos. El mundo para ese entonces estaba lleno de oportunistas, bueno… como en todos los tiempos ¿no?
- Solo tienes una salida de esta ratonera, chico… voy a ser directo contigo; debes ser listo y pensar bien tus respuestas, porque te aseguro que no tendrás otra oportunidad de salir de aquí – decía el extraño sujeto.
- ¿Quién es usted? – preguntó David.
- La pregunta no es quién soy, sino para qué vengo. David, debes ayudar al gran Rey Hoshi a encontrar el reino perdido – exclamó el hombre, apagando su cigarrillo con sus brillantes zapatos.
…

- Se supone que esta es la parte en la que tenga que preguntar ¿Qué es el reino perdido? –
- Hace cientos de años, se data de una civilización que logró formarse en lo más alto de las montañas, en una región cercana a Tokyo. Los habitantes del lugar lo llamaban “El reino perdido”, ya que jamás nadie pudo encontrar rastros de lo que fue alguna vez ese lugar; era extraño, pero por extrañas circunstancias parecía haberse deshecho como si nada. Esta civilización llegó a un punto de ser muy avanzada, logrando cosas inexplicables, por el hecho de no tener contacto con otra civilización, por lo tanto tenían tesoros de los cuales solo ellos podían disfrutarlos; según se cuenta, tenían toneladas de oro allá arriba, a miles de Km de altura a nivel del mar.
- ¿Y qué se supone que gano yo con todo esto? – preguntó David, sin estar muy convencido aún de la situación.
- Pregunta simple… Ganas tu libertad, ayudas al Rey Hoshi y serás recompensado con una buena suma, te lo garantizo muchacho – agregó el sujeto, que había aparecido de la nada como un ilusionista.
En algo el hombre tenía razón, y resultaba ser la única salida de ese horrible lugar; así que la propuesta no estaba del todo mal. Si de verdad todo lo que había dicho era cierto, podía llegar a ser una nueva oportunidad de nacer, para alguien que se estaba convirtiendo en un opaco recuerdo.
- ¿Tienes la salida a mano? – preguntó David, manejándose de esa forma.
- Tan solo levántate y anda… - respondió el hombre, señalándole su libertad, sabiendo que no cuadraba todo al 100%, pero era lo único fiable, aunque también existía el pequeño porcentaje de que los guardias lo moliesen a tiros, que no era del todo insano…
David empezó a caminar hacia la salida, escoltado por dos guardias muy feos y con actitud de malparido, como de costumbre. Parecía que se cumplía la metáfora de lo de “hay luz al final del camino”…(¿?)
Afuera de la prisión estaba estacionada una vieja camioneta, de la cual bajaron tres hombres orientales más, armados hasta los dientes y dispuesto a escoltarlo hasta el Rey Hoshi, pera la interrogante mayor era: ¿quién era, y qué representaba este hombre?
Orusuka Hoshi era el jefe y líder de la más peligrosa organización yakuza instalada en el mundo moderno. Jamás se había conocido un hombre con tal nivel de violencia instalada en la mente, solo era calculable a niveles insospechados. Miembro hacía 25 años del clan “Los hijos del Rey Hoshi,” heredado de su padre, el maquiavélico Yisaka Oshi.
Definitivamente, solo restaba la opción de ayudarlo en lo que sea que estaba necesitando, ya que representaba la única forma quizás de poder salir del pozo en el que David estaba sumergido, para poder asomar a la superficie real nuevamente.
- Sube a la camioneta – expresó uno de ellos, que tenía una hitaca en una mano, mientras que sostenía su cigarrillo “Texas Flavor” en la otra.
Uno de los guardias procedió a quitarle las esposas a David, sabiendo que ya no tendrían más aquel molesto sujeto que, con tal de hacerse respetar, acabaría con todos los que intentaran arruinarle la vida. A tal altura, al hombre ya no le importaba prácticamente nada.
El mundo ya no es como lo conocíamos, ahora reina el caos, las bolsas de valores se dispararon a niveles infinitos, las redes de comunicaciones empezaron a tener problemas por el exagerado consumo mundial… irónicamente, sin que el mismo hombre pueda controlarlo. Todo parecía remontarse a la antigüedad nuevamente, nada podía ser igual por muchos años.
David subió a la camioneta, sabiendo que esos hombres lo estaban llevando al aeropuerto, con rumbo a Tokio, una de las metrópolis más grandes de todo el mundo, que increíblemente no había sufrido tales consecuencias como en gran parte la estaban sufriendo día a día.
- Ustedes… ¿trabajan para el Rey Hoshi? - preguntaba David.
- Cierra la boca durante el camino, no necesitamos escucharte – respondió uno de estos hombres, con una pronunciación muy poco entendible.
- De acuerdo, por lo menos denme un cigarrillo – expresó David, sabiendo que el viaje sería muy aburrido, pero con el total conocimiento de que serviría como algo de tiempo para meditar y pensar en las cosas que se venían.
Al llegar al aeropuerto, todos se registraron y sacaron sus pasaportes, para viajar nuevamente rumbo a Tokio (Japón), lugar el cual David conocía tras haber escuchado cientos… miles de historias sobre este maravilloso lugar, pero sin haber podido ir nunca.
Viajando rumbo a la gran ciudad oriental, a David le volvieron a la mente los recuerdos de cuando sus seres queridos habían sido asesinados, sobretodo la hermosa Wai Ling, con la que tenía un afecto especial. Perderla había significado un golpe demasiado grande para él, a tal punto de convertirse en alguien despiadado muchas veces, característica que no suele acompañar las reglas del quinto dragón.
Éste poseía una gran sabiduría, y sabía como actuar ante las amenazas más grandes, aunque en este momento se encontraba solo, lo cual explicaba cosas que nunca creyó que fueran ciertas.
Según la profecía, el quinto dragón debía continuar su camino solo, buscando ese poder que lo convertiría en el guerrero legendario, capaz de controlar una energía sobrehumana. A decir verdad, solo eran especulaciones y viejas historias de que un guerrero así haya existido antiguamente, a tal punto de que David había pasado todo estos últimos años dudando de esto. No es que fuese mentira, solo que no podía estar completamente seguro de ser el quinto dragón, y representar aquello que marcó un punto de inflexión entre cientos de generaciones.
Tal vez el destino quiso que Mad Dog, Wai Ling, Song y el detective Cooper murieran y pasaran a protegerlo desde otro lugar. Su maestro varias veces le había contado que una persona de mente fuerte, al morir podía proteger a sus seres queridos desde un lugar pacífico y lleno de energía, logrando que esta persona se sienta segura y confiada de continuar por sí mismo su camino.
Tras bajar en el inmenso aeropuerto de Tokyo, podían verse personas de diferentes etnias y con religiones bastante diferentes, lo cual demostraba que la mencionada anteriormente era una de las metrópolis más grandes de todo el mundo, con miles de personas que la visitaban al año, a pesar de la gran caída económica que se presentó en los últimos años.
Tokio es la capital de Japón y está localizado en el centro-este de la isla de Honshu, específicamente en la región de Kanto; en conjunto forma una de las 47 prefecturas de Japón, aunque su denominación oficial es metrópolis o capital (都 -to). Esta metrópolis es el centro de la política, negocios, finanzas, educación, comunicación y cultura popular de todo Japón. Posee también la mayor concentración de sedes corporativas, instituciones financieras, universidades y colegios, museos, teatros y establecimientos de compras y de entretenimiento de todo el país.
Se subdivide en 23 barrios (区 -ku); 26 ciudades (市 -shi); 1 distrito (郡 -gun) subdividido en 3 pueblos (町 -chō o -machi) y una villa (村 -son o -mura); y 4 subprefecturas (支庁 -shichō) subdivididas en 2 pueblos y 7 villas, que representan a varias pequeñas islas al sur de Honshu que se extienden más allá de 1.800 km de Shinjuku, capital de la prefectura y sede de la gobernación. El Centro de Tokio, con sus 23 barrios, ocupa un tercio de la metrópoli, con una población cercana a los 8.340.000 habitantes; esta área es lo que se conoce internacionalmente como la ciudad de Tokio. Su área metropolitana posee 34.5 millones de habitantes (2007).
A pesar de que Tokyo es la romanización más correcta del nombre en japonés, el nombre de la ciudad es Tokio en español, alemán, neerlandés y esperanto, entre otros. En inglés y otros idiomas se escribe Tokyo, aunque antiguamente también se escribía Tokio. En el pasado, la ciudad se denominaba como Tokei, Edo o Yedo. El gentilicio de Tokio es tokiota.

Uno de los hombres de negro señaló una camioneta Suzuki del mismo color, la cual los llevaría junto al Rey Hoshi, prácticamente el último eslabón en toda la pequeña cadena que se había formado tras la salida de la prisión. Aquí podían generarse varias respuestas a todas las desesperadas preguntas.
- ¿Hasta dónde iremos? – preguntó David, con un tono serio y cortante.
- Hasta las colinas Nigami… el mayor centro de energía corporal y mental – respondió uno de los sujetos, que tenía un gran parecido con Chow - Yun Fat.
- ¿Es allí donde está el Rey Hoshi? – preguntó nuevamente éste, dando vuelta los dedos sin parar.
- …Tal vez – expresó el hombre, sin siquiera dar algo más de argumentos para poder hacer un tanto más sostenible la situación.
Tras un largo recorrido, el destino los llevó hasta un lugar hermoso, fuera de todo lo que significaba aquel huracán urbanizado. Esto parecía un paraíso, completamente lleno de paz y en el exterior del globo humano. Era más hermoso de lo que la situación pintaba en realidad.
La colina tenía unas escaleras construidas perfectamente con rocas, quien sabe hacía cuantos miles de años… las civilizaciones pasadas habían logrado un conocimiento muy avanzado, digno de admiración y asombro por parte de los estudiosos, que jamás pudieron revelar el misterio de lo que rodeaba a estos pueblos.
Recorriendo varios metros, todos llegaron hasta un gran palacio, que el Rey Hoshi había proclamado como su hogar. Pocas personas podían acercarse hasta allí, ya que eso derivaba en una extrema confianza por parte de este peligroso y respetado hombre. Algunos incluso llegaban a comentar que poseía poderes sobrenaturales, aunque esto obviamente nunca pudo ser comprobado por nadie.
Una gran puerta de color ámbar daba el acceso a este lugar, en el cual solo podía entrar una persona y no más. La comunicación con el Rey Hoshi debía ser confidencial, siendo este el momento en que el hombre podía reconocer la verdadera confianza en la persona con la que estaba tratando.
- Aquí entras solo – dijo uno de los hombres, quedándose a varios pasos de la entrada.
David avanzó sin titubear en ningún momento, viendo al hombre sentado en un sillón con terminaciones de marfil, el cual lo estaba esperando ansiosamente. Éste tenía un atuendo sumamente llamativo, que constaba de una túnica azul con bellas terminaciones de rosas, además de una máscara de serpiente cobra que cubría su rostro. Según se decía, nadie jamás había podido contemplar su verdadero rostro, ya que el día que eso sucediese, una gran ira podía desatarse y el poderoso rey destruiría todo a su paso.
- Así que tú eres el quinto dragón… es un honor para mí poder conocerte finalmente. Dicen que eres un guerrero excepcional, aquel que aparece cada cuarto de milenio – dijo el hombre, convencido de lo que le habían comentado.
- Aquí me tiene. Solo dígame lo que tengo que hacer – expresó David, sabiendo que debía seguir el juego al pie de la letra si quería volver a una vida normal, fuera de todo aquello que significaba ser un guerrero de su talla, con la sangre de cientos de batallas.
El Rey Hoshi solo sonrió, chasqueando sus dedos una sola vez, dando paso a unos diez hombres, armados con katanas, cadenas y todo tipo de elementos para hacer mucho daño. Estos rodearon a David, esperando el momento de atacarlo.
Tras un par de segundos de miradas tensas y aterradoras, uno de ellos avanzó violentamente con sus cadenas, intentando golpear a David, pero éste logró dar un espectacular salto de 180°, propinándole una patada en el rostro, dejándolo completamente inutilizado en el suelo.
Totalmente desarmado, pero con una velocidad indescriptible, David lograba esquivar los ataques de todos ellos, tumbándolos violentamente al piso, aparentemente sin poder de reacción. Algo era muy notorio, ya que los hombres vestidos como Kato (The Green Hornet), lograban levantarse rápidamente, contando con una gran resistencia, lo que obviamente hacía más difícil la batalla.
Uno de ellos avanzó violentamente con su katana, realizando “El corte circular”, que consistía en una técnica infalible que lograba cortar en dos pedazos al contrincante, esta técnica llevaba años aprenderla. Pero fue en vano, ya que David logró dar un salto y pararse encima de la katana que el hombre sostenía con sus manos, propinándole una terrible patada en el rostro y destruyéndole el cerebro, lo cual lo mató al instante. El piso lentamente comenzaba a llenarse de sangre, como si una bolsa de muestra hubiese explotado.
- Es suficiente! – exclamó el Rey Hoshi, quien no pretendía hacerle las cosas muy sencillas al muchacho. Así fue como se levantó de su enorme sillón, caminando lentamente…sus pasos lograban escucharse por todo el palacio.
Los hombres se abrieron paso, formando una perfecta fila, enfundando nuevamente sus katanas, como señal de respeto a su amo y mentor. Esto era mucho más peligroso de lo que parecía a simple vista.
Acercándose a David, quien aún estaba un tanto agitado, el poderoso Rey lo toma del hombro, diciendo: - Veo que no me equivoqué, eres la persona que he estado buscando todos estos años. Tienes una habilidad impresionante, muy difícil de igualar. Por lo tanto vas a ayudarme en una misión y obtendrás tu libertad y la paz que has perseguido hace tanto tiempo –
- Haré lo que me pida, no tengo otra opción – respondió David, conociendo el peligro que lo rodeaba.
- Puedes decir que no, pero no te lo aconsejo…no te servirá de mucho, ya que no solo no obtendrás tu libertad, sino que yo mismo me encargaré de matarte con mis propias manos. Así que necesito que prestes atención… A varios kilómetros, en las afueras de Tokio, hay unas montañas de picos muy elevados, que rozan las nubes con su esplendor, muchas personas a lo largo de la historia se han propuesto a escalar estas montañas hasta el fin, pero créeme que todos han muerto en el intento. Cuenta la leyenda que al final de estas montañas se encuentra “El reino perdido”, una ciudad entera creada por una antigua civilización conocida como los “Jisuka”, los humanos más poderosos que existieron sobre el planeta Tierra. Hace miles y miles de años, esta civilización logró construir un enorme reino con una tecnología sumamente avanzada, la cual no habría hasta recién de casi 5000 años. No se sabe cómo lo lograron, pero eso no es todo… también se cuenta que tenían tesoros de un valor incalculable, muchos más valiosos que el mismo oro.
- ¿Tiene el equipamiento necesario para llegar hasta allá? – preguntó David, sin entender demasiado.
- Por supuesto que lo tengo – afirmó el rey.
- ¿Entonces para qué me necesita? – preguntó nuevamente el muchacho.
- No es muy fácil llegar hasta allí, eso lo sabemos todos. Pero hay un punto a tener en cuenta… según la leyenda, ese lugar quedó protegido por una especie de ejército sagrado, compuesto de guerreros inmortales, que juraron cuidar del “reino perdido” por toda la eternidad. Es allí donde tu papel entra en juego; debes entender que es aquí donde de verdad demostrarás si eres el “quinto dragón”.

Tulsa (Oklahoma) Varios años atrás…

- David, recuerda que no solo basta con poseer las técnicas más esenciales en las artes marciales, además debes tener el espíritu de un dragón y siempre listo para la batalla. Concentración, paz, fuerza inalcanzable, son factores que nunca debes olvidar – decía Mad Dog, mientras caminaba por las viejas rocas en las montañas Guachita, lugar donde acostumbraban entrenar.
- Lo intento maestro, pero no puedo tener mi mente en blanco en ningún momento, es como si algo completamente estúpido me lo impidiese – exclamó el muchacho, que en sus primeros meses de entrenamiento era un joven rebelde y no prestaba mucha atención.
David Noah era un joven con muchos conflictos internos, lo cual no lo dejaba progresar como persona. Había sido testigo del asesinato de sus padres a los 12 años, por parte de un gángster de muy mala calaña llamado Oswald Bertucci, mejor conocido como la mano derecha de “Flick”, un asesino que no negociaba con nadie y se llevaba el dinero sucio por medio de tráfico de niños y venta de cargamentos exuberantes de heroína.
A la corta edad de 15 años conoció a Mad Dog, quien lo rescató de una enorme riña en la cual estaba involucrado y que casi le costó la vida, ya que le desfiguraron el rostro, dejándolo prácticamente irreconocible. A partir de allí fue como un hijo para este hombre, que por cierto no contaba con una muy buena reputación; había sido expulsado de varios lugares y no era aceptado en ningún lugar, pero tenía una sabiduría enorme y había logrado convertirse en un gran guerrero, capaz de realizar las técnicas más complicadas del mundo.
- Has avanzado mucho en estos últimos años David… creo que es hora de que conozcas “La furia del águila” – decía Mad Dog, mientras tomaba algo de té de amapolas, una bebida inventada por él, muy exótica.
- No es por contradecirlo ni nada maestro, pero desde el vamos el nombre es un tanto ridículo, no cree? – expresaba el muchacho sin poder dejar atrás su rebeldía constante.
- Puedes dejar de ser tan estúpido por un momento y prestarme atención, esto es serio! No estaré aquí para cuidarte el resto de tu vida, así que ponte los pantalones y empieza a actuar como hombre – decía furioso el maestro chino, que tenía un pésimo carácter, y casi siempre golpeaba a su alumno, dándole a entender que lo primero ante cualquier cosa era el respeto.
- Lo siento maestro – asintió David, tras recibir una dura cachetada por parte del anciano.
“La furia del águila” era una técnica exquisita, muy difícil de realizar, porque consistía en reunir toda la energía de la mente al cuerpo, llenando las extremidades de poder, logrando de un golpe en la frente destruir todos los órganos vitales de la persona, desplomándola en el suelo para siempre. Obviamente era muy difícil aprenderla.
Al cabo de cinco años, David ya se había convertido en un gran guerrero, muy sabio y tenía una particularidad, jamás había participado en ninguna competencia, ya que no lo consideraba como algo esencial o importante, sino que creía que debía fortalecerse como persona y tratar de salir adelante.

“Pineapple Bar”

- Te lo juro hermano, “Fists of Fury” es la mejor película de artes marciales de todos los tiempos. Bruce Lee pateó culos como nadie en esa película, es impresionante. Encima sabes que? Cuando la vi por quinta vez, me di cuenta que en una escena aparece uno de los asistentes de cámara, jajaja, ¿puedes creerlo?, el muy estúpido no se dio cuenta que estaba en medio del puto set – decía Tobin, sosteniendo su botella de cerveza Miller.
- Si, es buena, pero siempre me gustó más “Way of the Dragon” – respondió David, quien constantemente tarareaba las canciones que pasaban en la rockola, en ese momento estaba sonando “Girls, girls, girls” de Motley Crue.
- “Way of the Dragon??” no, no, qué mierda estás diciendo hermano; ninguna película jamás podrá compararse con “Fists of Fury” es simple, y no hay discusión sobre eso – aclaró Tobin, bebiendo un sorbo de su cerveza.
En eso, cuatro hombres robustos, con aspecto de motoqueros, que estaban sentados en una mesa llena de jarros de cerveza, empiezan a molestar a la camarera del lugar, tocándole el trasero las veces que pasaba, y emitiendo frases absurdas, típico de un borracho. Además estaban armados con cuchillos, así que era muy difícil sacarlos del lugar. En un momento dado, la bella señorita, que por cierto tenía unos hermosos ojos azules empieza a gritar en busca de ayuda.
David se levanta de la barra, tras haber soportado la situación bastante tiempo, dispuesto a tratar de alivianar un tanto más la situación, que para cualquier persona racional sería un tremendo disparate.
- ¿Qué estás haciendo? Esos tipos están armados, van a cortarte en mil pedazos – expresó Tobin, con un tanto de razón.
El muchacho se acerca a la mesa donde se encontraban estos sujetos, con un rostro bastante hostil, pero sin intenciones de provocar ningún escándalo, ya que no estaba entre sus principios de moralidad.
- Señores, voy a pedirles cordialmente que dejen de molestar a la señorita – expresó David, con venas que se le marcaban al costado de la frente.
- Jajajajajaja, ¿quién mierda era tú? ¿Charles Bronson?... jajaja. No estás en posición de decirme qué hacer pedazo de estúpido – dijo el hombre levantándose de su asiento y sacando una navaja que tenía en su campera de cuero.
Los otros hombres también se levantaron, pero el primero se abalanzó con su enorme navaja intentando golpear al muchacho, pero éste reaccionó con una terrible patada al estómago, procediendo a llevar el rostro del corpulento hombre contra la mesa, destruyéndole la nariz y llenando de sangre el lugar.
Otro de ellos, que era más delgado y con un tatuaje en el brazo que decía “Hell California”, toma una botella vacía y se dispone a golpear a David, en el momento que éste agarra un plato que había en la mesa de al lado, partiéndoselo en la cara y procediendo a realizar una patada circular, arrojándolo contra la rockola.
El tercero de ellos, que era el más horrible de todos, porque tenía una enorme cicatriz que le atravesaba la cara, tomó una silla, la cual se la arrojó a David con mucha fuerza, pero obviamente logró esquivarla, abalanzándose sobre el sujeto, empezando a golpearlo en el rostro y el estómago repetidas veces, logrando que éste escupiera sangre por la boca sin parar, como alguien a punto de morir. Mientras seguía golpeándolo, el último de ellos que quedaba en pie, se arroja sobre David, lanzándolo al piso y tomándolo del cuello, intentando asfixiarlo. A todo esto, Tobin estaba completamente congelado, sin saber si ayudar o no.
David logró darle un codazo al hombre en los ojos, lo cual hizo que lo soltara; en eso, un tanto cansado de la situación, toma una de las botellas de la mesa y se la parte por el rostro, procediendo a desparramarlo de una tremenda patada en el pecho a la mesa de al lado, la cual el hombre destruyó completamente con toda su humanidad.
Todo esto había sucedido muy rápido, la gente que estaba en el lugar no podía creer lo que estaba viendo; fueron testigos de una terrible golpiza por parte de un solo hombre, que por cierto daba a entender que no era una persona común y corriente.
Viendo a todos estos peligrosos hombres desparramados en el piso y completamente llenos de sangre, la bella señorita que trabajaba como mesera en ese bar se acerca a David, diciéndole con una voz un tanto temblorosa: - Muchísimas gracias, de verdad… haré lo que sea para demostrar mi agradecimiento – momento en el cual Tobin mira fijo a David y sonríe, dándole a entender que sabía bien lo que tenía que hacer. Cualquiera lo hubiese hecho, pero no estaba dentro de los principios del muchacho.
Los dos amigos pagaron sus cervezas y se retiraron del lugar, tras haber causado un enorme alboroto. Esto tenía en particular David Noah, no soportaba la intolerancia, y menos aún la falta de respeto a la gente.
- Oye eso estuvo genial!! Pateaste el trasero de esos cabrones como Bruce Lee en “Fists of Fury”!! pero debo admitir que al final estuviste un tanto gay, podías haber terminado en la cama con esa preciosura! Carajo, cómo quisiera saber esta mierda del Kung Fu – decía Tobin, sacando un cigarrillo de la cajetilla de Chesterfield.
- El Kung Fu no es para conseguir chicas, es parte de la disciplina de uno mismo. No debí haber peleado con esos hombres, pero era la única forma de detenerlos; ya se habían pasado de la raya y eso es algo que no tolero para nada – respondió David, caminando aún con los puños cerrados.
El dragón solitario recorrerá su camino hasta encontrar lo que marque su vida para siempre, solo los llamados a convertirse en guerreros legendarios podrán contemplar el don divino de ser invencibles y guiarán a generaciones futuras.


Rumbo al centro Mutu

El Rey Hoshi ordenó a todos sus lacayos que llevaran a David hasta el centro Mutu, un lugar donde encontraría todo el equipo necesario para poder escalar las montañas y llegar hasta el reino perdido. En este lugar aún se conservaba mucha tecnología, que en el resto del mundo ya era muy difícil encontrar, las redes de telecomunicaciones se habían saturado, los satélites se habían desviado, bloqueando señales de Internet y dejando obsoletas a supercomputadoras inteligentes, como poseían la NASA o la CIA.
Entrando a una habitación muy fría y con paredes recubiertas de metal, David vio que allí además poseían armas de última generación, que ya casi ni el gobierno las poseía, puesto a que las guerras habían disminuido, priorizando otras cosas, como una mejor forma de vida, con lo que se encuentre como apto en el momento. Aunque no todo derivaba en lo mismo, ya que el nivel de anarquía se había disparado un 67%, la seguridad ya no era estable en ningún lugar del mundo.
- Dinos lo que necesitas y aquí lo encontrarás – decía uno de los hombres vestidos de negro, que tenía una goma de mascar en la boca.
- No creo que sea necesario el uso de armas, pero no sabemos con qué podemos llegar a encontrarnos en el camino, así que por las dudas llevemos todo lo que podamos. Además necesitaré arneses, respiradores de oxígeno, trajes especiales resistentes al hielo, brújulas y además mucha comida enlatada – explicaba David, mientras recorría el lugar.
- Por lo que veo sabes bien qué hacer – exclamó un hombre vestido con un delantal blanco y una cara bastante amigable.
- ¿Quién es usted? – preguntó David, desconfiando a esa altura de todo el mundo.
- Soy el Dr. Keito, encargado de este lugar hace ya más de 20 años. Los acompañaré en esta travesía para asegurarme que todo salga bien –
- ¿Qué le hace pensar que necesitamos su ayuda? – expresó David, un tanto descontento con la idea, ya que se creía autosuficiente y podía lograrlo solo; al fin y al cabo para eso se habían ido a buscarlo.
- No lo tomes como una opción, así es como será. No se si necesitarán mi ayuda, pero lo que si se es que necesitarán instrucciones para manipular todos esos artefactos de última tecnología – explicaba el Dr. Haciendo imprescindible su presencia en la misión.
Los hombres tomaron todo lo que era necesario, dispuestos a partir lo antes posibles hacia las montañas, además del ansia de comprobar si la leyenda era cierta. El Rey Hoshi estaba convencido de la existencia del reino perdido, ya que desde pequeño había escuchado historias fantásticas sobre este maravilloso mundo.
Al día siguiente todos estaban reunidos en el palacio real, perteneciente a “Los Hijos del Rey Hoshi”, dispuestos a partir hacia las montañas. Había una gran fila de camionetas negras Mitsubishi esperando. Había llegado el momento tan esperado.
Durante el argo trayecto nadie mencionó una palabra, solo so especulaba con lo que se podía llegar a encontrar allí. David, por su parte, se encontraba muy concentrado, sabiendo que todo dependía de él, ya que cualquier fallo podía costarle la vida y terminar como todos sus seres queridos.
En la camioneta que iba delante de todos, se encontraba el Rey Hoshi, David y dos hombres más además del chofer, los cuales tenían cara de muy mala leche; uno de ellos, el cual se encontraba muy inquieto desde que partieron dijo: - Jefe, con el debido respeto, quiero decir que es muy difícil que tengamos éxito en esta misión, ni siquiera sabemos si existe el supuesto reino perdido – en eso, el Rey Hoshi toma una enorme pistola 9mm plateada y le dispara en la cabeza a éste por haberlo cuestionado, mientras otro de ellos abre la puerta trasera de la camioneta y lo arroja al camino, haciendo que las demás camionetas que venían detrás aplastaran su cuerpo como si fuese mantequilla recién untada.
- Si alguien más quiere cuestionar algo que lo haga ahora –expresó el peligroso Rey, demostrando que no permitía ningún tipo de abuso contra su persona.
- ¿Puedo decir unas palabras? – exclamó David, presenciando el incómodo silencio de los demás hombres que estaban dentro de la camioneta.
- Habla… – asintió el Rey Hoshi.
- Para poder completar esta misión necesitaré un compañero… - explicaba David, sin pestañear ni una sola vez.
- Tienes al Dr. Keito – dijo Hoshi, sin poder notarse su expresión, debido a que jamás se sacaba su máscara.
- Me refiero a alguien que sepa luchar, un buen guerrero. Si es verdad lo del ejército de los Jisuka, no podré enfrentarlos solo – argumentó David, dando lógicas razones de que no podría completar la misión de esa manera.
- Creí que eras el quinto dragón… de acuerdo. Rigu, detén la camioneta – ordenó el Rey Hoshi.
Todos se bajaron, sin entender demasiado las razones. Al parecer, el poderoso rey lo tenía todo planeado, no era ningún tonto, así que sabía cuales eras las reglas del juego, y además era consciente de que tendría que cumplir con algunos “caprichos”, por llamarlo de alguna forma.
En eso, en la última camioneta de todas, baja un hombre de contextura física normal, de estatura un tanto baja, pero con un aspecto aterrador, ya que tenía la expresión de un león enjaulado. Lentamente, empezó a acercarse hacia donde estaban todos.
- Te presento a Milo, él será tu compañero en esta misión – decía el Rey Hoshi, introduciendo al guerrero que acompañaría a David.
Milo poseía una estética muy especial, con una vincha de color negro que cubría su frente, el cabello un tanto largo y pantalones negros de entrenamiento, además tenía una remera con el símbolo del dragón negro, algo que era muy extraño de ver.
El dragón negro representaba a la dinastía “Wong”, estos se conocían como los ángeles caídos, ya que eran una excelente raza de guerreros élite, que fueron desterrados de Japón, desapareciendo por muchos años, a tal punto que jamás se supo nada de ellos. Milo representaba a uno de ellos.
- Diablos! No es por no es por nada, pero… odio mezclar el Kung Fu con el Karate, creo que son polos opuestos. Lo siento, pero si es así creo que lo haré solo – decía David, un tanto desilusionado.
- ¿Quién dijo que solo sé Karate? – exclamó Milo, con una cara de asesino serial que decía todo.
- Milo es un artista marcial de alto nivel, conoce todos los estilos de lucha que te puedas imaginar. Es el mejor guerrero que conozco, se llevarán bien, ya que tú eres “El quinto dragón” – decía por su parte el Rey Hoshi.
- ¿Él es el quinto dragón? Eso es imposible, pensé que esa solo era una leyenda – decía sorprendido Milo, cambiando su expresión por primera vez.
- Eso es lo que se dice… todavía no he llegado a comprobar si en verdad este joven es el quinto dragón como todos dicen, pero creo que con el tiempo me lo demostrará y sabré que no estoy equivocado – explicaba Hoshi, sin dudar en ningún momento de sus acciones.
No había más tiempo que perder, así que todos subieron nuevamente a sus respectivos transportes y continuaron su camino en busca del reino perdido. Las expectativas se acrecentaban con la aparición de un nuevo guerrero.
Tras varios kilómetros recorridos, habían entrado a una zona de mucha bruma y donde el aire era distinto, teniendo que adaptarse a la forma de respirar. Abundaban los árboles, aunque de extraña corteza y hojas prolongadas.
Los hombres de negro estacionaron las camionetas Mitsubishi en fila, procediendo a bajar todos los equipos necesarios para empezar a escalar las montañas. Estas tenían la particularidad de poseer picos muy elevados, que alcanzaban hasta los 6.700 metros de altitud.
Todos se colgaron una mochila y se sujetaron con un arnés, comenzando lentamente a escalar por las sólidas rocas. Además cada uno tenía una máscara de oxígeno, que necesitarían para cuando llegasen a alturas más elevadas. Cada uno era consciente del riesgo que corría, ya que no cualquier persona estaba capacitada para escalar montañas de tales magnitudes; pero aún así había que intentarlo.
A medida que pasaban las horas, la mayoría empezaba a mostrar señales de agotamiento extremo, algunos que ya no avanzaban era porque habían muerto, quedando colgados del arnés, con un triste final.
El Rey Hoshi no iba a rendirse, debía llegar hasta lo más alto de esa montaña, aunque las circunstancias no eran las mejores, estaba empezando a anochecer y el frío aumentaba más y más. Había que detenerse, esperar a la salida del sol nuevamente y continuar, era la única opción factible.
Entre las rocas, los que quedaban encontraron una especie de cueva, la cual resultaba ideal para pasar la noche allí, descansar y esperar para poder continuar a la mañana siguiente. Solo que el frío no ayudaba, en esa zona y a tales horas el viento gélido avanzaba muy rápidamente.
- Pasaremos la noche aquí y continuaremos temprano por la mañana, ya hemos perdido muchos hombres, no quiero que esto siga sucediendo – decía Hoshi, un tanto exhausto al igual que todos los demás, a esa altura ya tan solo quedaban diez hombres.
Todos se metieron a la cueva, viendo que era lo mejor que podían encontrar para poder pasar la noche, ya que aún les quedaba un tramo bastante largo por escalar. Resultaba extraño, pero a tales alturas no soportaban los aviones ni los helicópteros, como si una especie de fuerza sobrenatural impidiese llegar allí.
- Les sugiero que descansen, mañana será un día muy largo y necesito que estén todos al 100%. Recuerden que no me sirven los débiles, métanselo dentro de sus patéticas cabezas – decía el Rey Hoshi, quién se apartó totalmente del resto, como si la mismísima tierra se lo hubiese tragado.
La mayoría aprovechó para dormir, dado que estaban exhaustos por todo el recorrido realizado, menos los dos guerreros que más implicados estaban en la misión. Estos aprovecharon ese momento para conocerse mejor, dando testimonio de sus respectivas historias.
- ¿De dónde eres? – preguntó David, sentado y con los brazos en las rodillas.
- Osaka – respondió Milo, muy cortante aún.
- Mi antiguo maestro vivió 2 años en Osaka cuando era muy joven; siempre decía que era una ciudad muy bella y que se pueden encontrar plantas y animales maravillosos – argumentó David.
- ¿Qué le pasó a tu maestro? – preguntó el otro, soltándose un poco más que al principio.
- Lo asesinó un clan mafioso perteneciente a las triadas chinas, un peligroso clan conocido como “Flor de Loto”, que por suerte ya no existe –
- Así que fuiste tú el que acabó por completo con “Flor de Loto”, un clan de asesinos que se traspasaba por generaciones. Venciste a Jiangxi, esa es la historia verdad? – decía Milo, que a su vez resultaba un tanto irónico.
- Así es… fue la batalla más dura de toda mi vida; ese maldito y su padre asesinaron a varios de mis seres queridos, y no podía dejar que se salieran con la suya una vez más. Tras participar en “La Massacre” me di cuenta que debía valorar más mi vida y luchar por lo que creía, bueno… por lo menos hasta que fui a parar a ese mugroso agujero en Bowie – contaba David, quién parecía estar recuperando una pizca de aquel viejo comportamiento, que lo había perdido tras todo ese tiempo de estadía en prisión.
- ¿Qué rayos es Bowie? – preguntó Milo, tomando una lata de sardinas de una mochila negra que estaba al lado suyo.
- Es una ciudad del estado de Arizona, un verdadero nido de delincuentes y violadores de la peor calaña. Dentro de la prisión nadie respeta a nadie; hasta se organizan carreras de autos, donde cada uno debe mostrar que tan bueno es, jugándose su propia vida. Es un agujero asqueroso y sin nada de dignidad, entras allí y te pudres por completo… bueno, suficiente de mi, qué me dices de ti – dijo éste, un tanto cansado ya.
- Crecí con mis padres y mis 2 hermanos en Osaka, no teníamos mucho dinero en ese entonces, por lo cual mi madre trabajaba por las noches como prostituta y mi padre había crecido escuchando historias de la Segunda Guerra Mundial por parte de mi abuelo, por lo cual se convirtió en un alcohólico que golpeaba a mi madre, a mí y a mis hermanos. Un día golpeó demasiado a mi madre, tras haber bebido inmensas cantidades de whisky, ella intentó defenderse y le arrojó perfume en los ojos, luego tomó unas tijeras y se las clavó en el cuello, matándolo en pocos minutos. Tras esto ella fue consideraba culpable de homicidio y la llevaron a prisión, hubiese cumplido su condena hace doce años, pero intentó escapar un tiempo antes y le dieron quince años más – contaba Milo, quien cargaba con una historia muy triste.
- ¿Qué sucedió con tus hermanos? – preguntó David, quien también aprovechaba para comer algo de las sardinas que estaban en la lata, ya que no se había alimentado en todo el día.
- Mi hermano Zyen murió a los 23 años por una sobredosis de heroína, y mi hermana Mona vive en New Hampshire, es actriz de obras teatrales –
- Por lo que veo no naciste en una familia de guerreros de artes marciales, ¿cómo te volcaste a algo así? – preguntaba David, que en parte también se sentía identificado con la historia de su compañero.
- A los 12 años sentí que debía hacer algo que me fortalezca, que me deje salir de ese maldito agujero del que estaba; fue así como conocí a Niami, mi maestro. Él era un gran guerrero, aunque ya era muy anciano y estaba olvidado por la sociedad. Gracias a él pude obtener una gran sabiduría, pude forjarme como un guerrero excepcional, sin intención de presumir… - explicó Milo.
En eso, ambos escuchan un ruido allí dentro, tal sonido era como el rugido de una especie de animal salvaje o algo por el estilo, claro… no sabían con qué podían llegar a encontrarse en ese lugar. Esto hizo que todos despertaran salvajemente, asustados por tal suceso.
- ¿Crees que sea un maldito oso? – preguntó Milo, en su habitual posición de batalla.
- No estoy seguro, podría ser cualquier cosa, mantente alerta – dijo David.
Empezaron a escucharse pasos, lentos pero completamente aterradores, que podían asustar hasta al más escéptico del mundo. De pronto, en medio de toda esa oscuridad pudo avistarse a una criatura de aspecto horrible, llena de pelos y de unos dos metros, como una especie de Yeti, pero con la diferencia que su pelaje era de color verde oscuro y su cara parecía la de un pescado; era lo más horripilante que alguien remotamente pudiese imaginar.
- ¿Qué mierda es eso? – exclamaron casi todos al mismo tiempo.
En eso, la criatura comienza a avanzar y a atacar con violencia a todos, en busca de algo de alimento. Poseía una gran fuerza y podía ahorcar con facilidad a todos en un lapso de segundos; fue así como mató a dos de los hombres de Hoshi, destruyéndoles el cráneo.
Los demás sacaron sus armas y comenzaron a disparar acribillando a la criatura, que comenzó a desparramar sangre por todos lados, mientras emitía unos gritos de dolor. Aún así, todavía parecía querer seguir luchando, aunque ya casi no podía estar de pie.
Milo se aprovechó de la situación y saltó por los aires dándole una patada giratoria a la criatura, desprendiendo su cabeza y lanzándola a un de metros de donde estaban todos. La horrible cosa se desplomó en el suelo para siempre. Fue algo completamente sorprendente lo que había sucedido, nadie a ciencia cierta podía explicar lo que vio, además tampoco nadie lo creería.
El Dr. Keito se acercó al cuerpo del mutilado animal, agachándose y tocando su piel, la cual era sumamente blanda y esponjosa, dando muestras de que con lo que lidiaron no era nada normal ni existente.
- Increíble, es un animal prehistórico. Maravilloso, caminaba erguido como un hombre, pero no es humano. A decir verdad, es una especie que no está registrada en los archivos de ningún científico especializado.
- ¿Y cómo pudo sobrevivir tanto tiempo, acaso es inmortal? – preguntó Rigu, encendiendo un cigarrillo.
- Al parecer este es su medio ambiente; esta criatura pudo sobrevivir en las montañas, aquí en estas cuevas rocosas. No puede razonar, solo tiene el instinto de alimentarse para continuar viviendo. Lo que me resulta extraño es que ha podido vivir por millones de años; de verdad es un espécimen al que me dedicaré de lleno luego de completar esta misión – decía Keito, sin poder dejar de maravillarse por lo que veía.
A la mañana siguiente, a muy tempranas horas, el Rey Hoshi había aparecido nuevamente, como si alguien frotase la lámpara mágica y allí estaba. Este hombre era sumamente misterioso, por eso no era de extrañarse que hiciese este tipo de cosas. Todos volvieron a colgarse los equipos, listos para escalar los aproximadamente 3.000 metros que faltaban.
Un factor no ayudaba, ya que a la hora de haber arrancado nuevamente, se había desatado una terrible tormenta, gotas que golpeaban muy fuerte y un viento que era capaz de llevarse por delante cualquier cosa.
- Creo que será mejor que nos detengamos jefe… es imposible continuart así – decía Rigu, siendo el único hombre que tenía autorización para hablar ante el Rey.
- No nos volveremos a quedar por nada del mundo, no me importa si caen meteoritos o hay un ataque extraterrestre. Terminaremos esta misión como sea, memorícenselo – respondió Hoshi, quien no pensaba detenerse por nada.
Ambos guerreros sabían que los caprichos de este poderoso hombre eran demasiado evidentes y exagerados, ya que Rigu tenía una gran razón, no podía continuarse así; hasta se corría el peligro que las resistentes correas que utilizaban para escalar se soltasen por la fuerza de tal tormenta.
¿Cuál fue la verdad?... la siguiente: No pasó mucho tiempo para que esto sucediese. A tales alturas el viento era mil veces más potente, así que se llevaba a varios de los hombres implicados en la misión como alguien que sopla harina de una mesa. Cada vez quedaban menos personas y eso no resultaba para nada alentador. El Dr. Keito también sabía el riesgo que estaban corriendo, pero a su vez, sabía que si abría la boca el Rey Hoshi lo mataría sin piedad, por lo tanto la única opción factible era continuar sin vacilar.
- Los que no llegan al final de esta montaña es porque no están capacitados y son débiles! Estos malditos Jisuka nos están poniendo a prueba, no son ningunos estúpidos – decía Hoshi, muy enojado a esas alturas, por su obsesión de querer llegar hasta la cima.
- Esa civilización ya ni siquiera existe!... debemos desistir – dijo en voz alta el Dr. Keito, habiéndose cansado de la situación, pero cometiendo un terrible error.
El Rey Hoshi poseía un gran poder mental, que lo había aprendido de su maestro; este poder no lo poseía más nadie en el mundo, ya que solo lo utilizaban durante el siglo IV durante la invasión sagrada. La misma técnica utilizó contra el Dr. Asfixiándolo lentamente, lo cual era letal, debido a que a esas alturas se hacía muy difícil respirar.
- Deténgase! Sin él no podremos completar la misión – exclamó David, tratando de parar tal extrema situación.
Hoshi se detuvo, aunque estuvo a punto de matar al Dr. Keito, es más.. podía hacerlo más rápido si quisiera, pero esta clase de personas gustan de hacer sufrir a sus víctimas hasta el último aliento. La tensión ya era extrema, casi no quedaban hombres y la vida de todos colgaba de un hilo.

18 horas después…

La tormenta había pasado, no solo eso… por fin habían podido llegar a la cima de la montaña. Algo resultaba muy extraño, allí arriba es cierto..costaba respirar, pero el clima era completamente diferente, hacía muchísimo frio, pero había una preciosa vegetación, lo cual resultaba imposible en un ambiente así. No se percibía nada de actividad humana, tampoco siquiera se veían animales, salvo algunas extrañas aves que volaban a esas alturas; esto era lo más fascinante, ya que las aves parecían pterodactylus, extintos hacía casi 150 millones de años.
Allí arriba era otro mundo, fuera de la imaginación de cualquier persona, a tal nivel que solo habían llegado cinco personas hasta la cima: El Rey Hoshi, David Noah, Milo, Rigu y el Dr. Keito, quien era el responsable de dar las instrucciones para saber qué hacer, aunque allí nadie en realidad sabría qué hacer ante tal magnificencia.
- Sabía que llegaríamos, me equivoqué al pensar que aquí todavía habitaba alguien, eso es científicamente imposible. Pero de algo estoy seguro, y es que aquí aún existen los tesoros que estos malditos poseían… vamos por ellos – decía el Rey Hoshi, con su habitual voz ronca y horrorosa.
Todos comenzaron a caminar maravillados por las rarezas que había allí arriba; avanzando podían encontrarse restos de lo que alguna vez fue una civilización, más aún que la leyenda era cierta, los Jisuka eran sumamente avanzados en tecnología, ya que las construcciones eran de “lonsdaleite”, el material más duro y resistente del mundo, aún más que el diamante. Este material está conformado por átomos de carbono, al igual que el diamante, pero es aún 50% más duro que este último. La pregunta era ¿de dónde lo sacaban?, resultaba que no había una respuesta para esto. Toda y cada una de las cosas que se encontraban allí no tenían explicación.
Tales construcciones parecían enormes casas, pero con un diseño sumamente extraño, como de alguien que no tiene la menor idea de cómo construir un nicho habitable. Tal era el grado de sorprendente que poseían forma de triángulo, como pequeñas pirámides. Esto era muy diferente a lo que alguna vez pudieron construir los egipcios, los mayas o los incas, esto era 100 veces más sorprendente.
El Dr. Keito tomaba fotografías de todo lo que veía, además de sacar muestras de las plantas que había allí, extrayendo parte de su clorofila para poder estudiarla posteriormente. Por su parte, los demás se guiaban de una brújula construida especialmente por el Dr. Para poder guiarse allí; ésta resultaba bastante efectiva, ya que por lo general a alturas tan elevadas las brújulas comunes y corrientes no funcionan.
Mientras continuaban caminando, todos escuchan el ruido de una especie de carruaje a lo lejos, que por cierto no estaba en los cálculos de nadie, porque no era matemáticamente imposible, era lisa y llanamente IMPOSIBLE!
- ¿Qué rayos es eso? – exclamó Rigu, muy sorprendido y asustado. Eso era algo cómico en él, ya que tenía la apariencia de un hombre rudo y despiadado, que aunque en muchas ocasiones lo era, en otras como ésta demostraba una actitud diferente.
- Esperemos y lo sabremos… - acotó el Rey Hoshi.
El ruido cada vez se hacía más y más estruendoso, hasta que de repente ven a una especie de inmenso aparato robótico que cortaba las plantas del suelo a una rapidez extraordinaria. Este artefacto parecía una especie de tanque de guerra, pero un tanto más pequeño. ¿Qué función cumplía?
Al ver esto, todos retrocedieron un poco, sabiendo que lo que estaban viendo no podía ser real. Al cabo de unos cinco minutos el artefacto se detuvo, plegándose por sí solo y haciéndose muy pequeño, tras lo cual comenzó a volar por los cielos, desapareciendo como por arte de magia.
Aquí se estaba lidiando con otra cosa, ya era mucho más impactante de lo que parecía a simple vista. Ya no era algo humano al parecer… las reglas del juego comenzaban a cambiar abruptamente.
- Qué mierda fue eso!! – dijo sorprendido Rigu, sin poder dejar de mirar al cielo.
- Ahora entiendo todo. Este lugar se ha mantenido protegido por miles de años por seres espaciales, quienes se encargaron de cuidarlo y mantenerlo limpio para utilizarlo como base – explicaba el Dr. Keito, cosa que ningún ser humano podía ni siquiera tomarlo como racional.
- Un momento… ¿quiere decir que los extraterrestres fueron los que crearon todo esto? Eso es ridículo – agregó Rigu, siempre más a la defensiva.
- ¿Tienes alguna otra explicación para lo que acabas de ver? – dijo Keito, sin tomar como una posibilidad el que lo contradijeran.
- Tal vez alguien llegó aquí mucho antes que nosotros… - dijo nuevamente éste.
- Es cierto, los supuestos “extraterrestres” o quien haya sido, llegaron antes que nosotros, hace miles de años, tomando como esclavos a los Jisuka. Estos los trataban como dioses, y hacían todo lo que ellos querían; fue así como desarrollaron toda esta tecnología y crearon un imponente ejército – exclamó el Rey Hoshi, maravillado con todo lo que estaba sucediendo.
Había que continuar marchando, ese inmenso lugar parecía interminable, además no se sabía con qué más podían encontrarse. Todo daba pie a hacer historia, aunque también había que medirse y conocer los límites de la expedición, ya que así perecieron muchas personas.
- No tiene sentido seguir caminando juntos, así no iremos a ningún lado. De ahora en más nos separaremos, el Dr. Keito y Rigu irán por un lado, David y Milo por otro, y yo solo iré por otro lado, no quiero molestias – decía Hoshi, empezando a caminar hacia otro lugar.
Así fue como todos se separaron, tal vez no hubiese sido la mejor idea del mundo, pero en cierta parte Hoshi tenía razón, no se podía continuar en grupo todo el tiempo, ya que la expedición tomaría mucho más tiempo de lo previsto, y no podían estar demasiado tiempo en ese lugar, ya que el Dr. Keito había recomendado recorrer lo más rápido posible, debido a que el organismo no soportaría demasiado tiempo en ese lugar y se podía llegar a una asfixia natural.
Cruzando por un lugar lleno de rocas, Milo dijo: - ¿Crees que lo que dijo Keito sea verdad? –
- A estas alturas ya no se qué pensar… sea lo que sea que pasa en este lugar no es nada bueno – respondió David, sin saber con qué podían toparse.
En eso, un extraño ruido comienza a escucharse entre las rocas, como si algún animal lo estuviese provocando, aunque aún no habían visto ninguno por allí, así que tampoco resultaba muy probable. Pero esto era diferente, eran como rugidos pero de seres humanos.
De repente, de entre las rocas salen unas personas de estatura muy alta y piel muy clara, a tal punto que parecía que les molestaba la luz solar, por eso permanecían ocultas entre las rocas. Su aspecto era horrible, pero tenían rostros humanos, aunque con facciones muy extrañas.
Exactamente eran seis personas, que se molestaron por la presencia de los dos intrusos, y por supuesto, no pensaban quedarse con los brazos cruzados; de uno u otro modo debían proteger su nicho ecológico. No estaban muy acostumbrados a ser molestados.
Sin perder tiempo se arrojaron contra los dos hombres, sin que estos pudiesen soltarse. Era increíble la fuerza que poseían, totalmente primitivos y con ganas de destrozar todo lo que vieran a su paso.
- Mierda, estos sujetos tienen muchísima fuerza!! – decía David, mientras uno de estos lo sujetaba de los pies, y otro lo golpeaba fuertemente en el rostro con ambas manos, llenando sus puños de sangre y dejando en muy mal estado al valiente guerrero.
Milo tampoco contaba con mucha suerte, ya que intentó escapar, pero otro de los hombres apareció por detrás, tumbándolo de un terrible golpe en el rostro, para luego lanzársele encima como un luchador de la WWF, empezando a ahorcarlo. Su rostro empezaba a tornarse morado, ya casi sin posibilidad alguna de respirar.
Lo que más sorprendía era que estas “cosas” por más extrañas y sobrenaturales que parecían eran seres humanos, aunque de actitud arcaica.
David encontró una roca al lado suyo, que logró agarrar y golpear al hombre que lo estaba maltratando, hundiéndosela en el rostro y llenando el suelo aún más de sangre. Hasta había logrado arrancarle los ojos con el terrible golpe, lo cual hizo que la criatura quedase gritando tendida en el piso.
Tras levantarse, David rápidamente fue a ayudar a Milo, dándole una patada recta en la nuca a este otro hombre, rompiéndole el cuello instantáneamente y matándolo como si no fuese nada.. (aunque francamente no lo era)…
Había llegado el momento de mostrar el trabajo en conjunto, eran 2 contra 4, pero ambos sabían perfectamente lo que debían hacer. El primero en atacar fue David, con la técnica del “águila de agua”, que consistía en atacar a dos personas al mismo tiempo. Realizando un movimiento de suma belleza, logra chocar la cabeza de ambos hombres, que quedaron un tanto atontados por el golpe; aprovechando esto, David realiza el “corte prohibido”, que tenía como fin de un solo golpe en el pecho matar al oponente. Fue así como logró derrotar a estas dos criaturas, que físicamente eran muy superiores a él.
Por su parte, Milo tenía una manera muy diferente de pelear, ya que éste utilizó una técnica llamada “Tijeras” que consistía en rodar por el suelo, realizando cortes en las piernas con las mismas manos, que debían concentrar mucha energía en la mente y el cuerpo para poder funcionar como armas cortantes. Fue así como logró cortar en pedazos las piernas de ambos, lanzándolos al piso y dejándolos totalmente inútiles. Tomando una enorme roca, Milo avanza sobre ambos, sin titubear.
- No deberías matarlos así, va en contra de nuestras enseñanzas – expresó David, mientras se limpiaba la sangre del rostro con las manos.
- En este momento no se aplican las enseñanzas – respondió Milo, lanzando la roca sobre ambos, desparramando un enorme charco de sangre, destrozándolos por completo.
Su actitud había cambiado drásticamente, parecía estar poseído.. tras hacer esto, se acerca al hombre que había atacado a David, que aún se encontraba gritando en el piso, sin ojos y sin saber qué hacer, saltando encima de su cabeza, aplastándola y regando de más sangre ese lugar sagrado. Ya no le importaba nada, solo quería acabar con todo aquel que se cruzara en su camino.
- Continuemos, si encontramos algo de valor lo tomamos, se lo llevamos al Rey Hoshi y nos vamos de aquí. Este lugar me da nauseas – decía David, un tanto harto de su corta estadía en el que la historia llamó “el reino perdido”.
- ¿No te das cuenta? Eres un guerrero élite, eres el “quinto dragón” y quieres escapar a la pelea?, no puedo creerlo! ¿Acaso no ves que son pruebas que nos están poniendo? Actúa como lo que eres, maldita sea – expresó Milo, lanzando su vincha al piso y arrancándose la remera del dragón negro que llevaba.
- Cálmate, ni siquiera sabes con qué otra cosa podemos encontrarnos – arremetió David, siempre un tanto más cuerdo que su compañera, quien estaba saliendo de las casillas y perdiendo la compostura.
Éste siguió caminando sin hacer mucho caso, dudando a cada momento si en verdad David Noah era el “quinto dragón”, aquel que la leyenda ponía como el gran guerrero, al cual ningún rival podía hacerle frente. Pero algo lo estaba acosando, y era el ego que se estaba desatando en él, el peor karma que puede perseguir a un guerrero en su vida.
Mientras tanto, Rigu y el Dr. Keito seguían sacando muestras de cualquier cosa que encontraban; ciertamente todo servía para analizar, y por qué no sorprender al mundo con algo completamente novedoso y maravilloso. Al fin y al cabo era lo que todos pretendían hacer en su vida en cualquier tiempo de la historia.
Keito estaba analizando una flor muy extraña, de color morado y que parecía cobrar vida, porque abría y cerraba sus pétalos a cada instante, nunca se había visto algo así. Pero éste sabía que si la arrancaba iba a morir, por lo tanto decidió no hacerlo.
En eso, se aparecen ante ellos cinco hombres que parecían clonados, eran todos iguales, con el mismo rostro, con la piel muy blanca y todos calvos; estos tenían puesta una armadura muy resistente al parecer, construida de rocas y muy pesada por cierto. Además portaban lanzas, que ellos mismos habían construido.
Aquí había algo muy extraño, ya que la única particularidad que tenían las personas que posiblemente “habitaban” ese lugar era que todos tenían la piel muy clara, como alguien que vivió en temperaturas heladas por mucho tiempo. Parecía que el único fin que tenían era proteger ese lugar sagrado a toda costa.
- Corre!!! – empezó a gritar el Dr. Keito, puesto a que era la única solución en ese momento.
Los dos comenzaron a correr desesperadamente, tratando de escapar de la amenaza que se había presentado. Allí no había reglas, cualquier cosa podía pasar. Estos hombres tenían la particularidad de que podían correr a una gran velocidad, lo cual resultaba extraordinario, ya que llevaban mucho peso encima con esa armadura, además de las armas rústicas que portaban.
A esa altura se dificultaba un tanto respirar, ellos lo sabían… uno de estos hombres arrojó su lanza a una velocidad increíble, clavándosela en la espalda a Rigu y derribándolo instantáneamente. Pero el Dr. Keito no podía detenerse, porque correría la misma suerte, por lo tanto continuó corriendo.
Solo dos hombres lo siguieron, los otros tres empezaron a comerse vivo a Rigu, destripándolo como un animal hambriento. Eran caníbales en potencia, má
Soulvalentino01 de mayo de 2009

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