Es tarde en la noche, Buenos Aires descansa al amparo de una luna llena que ilumina la habitación, empapado en sudor, Martín se revuelve en la cama ahogado por sus propias sábanas. En constante lucha contra la muerte que viene por él, intenta levantarse, se arrastra presionando su pecho en busca de ese aire que le falta, de esa bocanada de vida que no llega. Convulsiones violentas lo arrojan a través de toda la habitación, la transpiración que no cesa ahoga su pulmones. Cruza la habitación en todas direcciones dando fuertes golpes contra las paredes que no ceden ante su desesperación. Algunos segundos después, finalmente el suplicio se detiene, Martín respira profundamente y sus pulmones recuperan la calma: en Boedo, en una casa de dos plantas, en un cuarto iluminado por la luna y sobre una cama revuelta, Martín mira al cielo. En Toruba, un pequeño pueblo de Madagascar, un negligente Pai Umbanda saca su muñeco voodoo del lavarropas.
Un humor extraño nos presentas Sudasudca, después de tantos días de tenernos abandonados.
Me alegra mucho volver a leerte.
Sabes que me gustan tus letras.
Un abrazo.
