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La Pérdida.

Tarde en la noche ingresó Pablo al Hospital General de Canaria, mientras recorría los pasillos sintió el escalofrío que las blancas paredes le transmitían cada vez que pisaba aquellos lugares donde la vida y la muerte se encuentran a sólo suspiros de distancia.
Mientras se dirigía a la habitación 417 pensó en la numerología, en estadísticas caprichosas y en otros temas que pudieran hacerle olvidar la verdadera razón que lo había arrastrado hasta allí. Golpeó suavemente la puerta. Nadie contestó. Supo en ese momento que su padre estaba solo y entró cauteloso, casi queriendo convencerse de que si hacía ruido su padre podría despertar. Casi creyendo que quizás él sí pudiera hacerle recuperar la conciencia.
Pablo tomó una silla que era la única compañía de su padre en aquel lugar y la acercó al borde de la cama. Sentado y con la cabeza entre sus manos pensó que había pasado gran parte de su vida buscando venganza de algo que hoy se le esfumaba entre los dedos. Quizás demasiado tarde se había dado cuenta de que no había hecho más que repetir todos los errores que había jurado evitar y de los que creía haber aprendido. Entre lágrimas que burlaban su coraza más implacable sintió que el paso de los años lo había hecho perder la memoria; ya no recordaba cómo hablar con su propio padre. Lo intentó, abrió su boca, pero sólo un suspiro desgarrador abandonó sus labios.
Ya era demasiado tarde, tantas cosas que querría haber dicho, tantas respuestas que quisiera haber tenido, todo se alejaba en una confusa imagen que lo dejaba si más explicación que sus propias especulaciones. Ante él yacía el desconocido ser que le había regalado la vida, ese hombre que le había dado todo sin pedir nada a cambio. Demasiado tarde había aprendido Pablo las lecciones de su padre.
Se puso de pie y reuniendo todas sus fuerzas lo besó en la frente, impávido, su padre le regalaba sus últimos suspiros. Su tiempo se había terminado, ese tiempo que no es de nadie y es de todos se alejaba con la vida de su padre y las oportunidades que él había dejado pasar.
Sudasudaca30 de junio de 2009

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