-Solo hay que decirnos todo aquello que solemos mentir y callar por miedo, vergüenza u orgullo.
-Bueno... Está bien, pero tú empiezas.
-De acuerdo. Te sigo amando, y cada día que pasa me arripiento un poco más de haberte sustituido.
-Y, entonces, ¿por qué lo hiciste?
-Porque sentía que esto no funcionaba, que estaba desperdiciando mi juventud con alguien a quien ya había perdido dos veces y que no me aseguraba un futuro, ni me daba un presente. Tenía miedo de arrepentirme antes de que fuera tarde.
-¿Por qué no volvemos?
-¿Tu querrías volver?
-Sí. He soñando con ello todas las noches a pesar de a lo que me he dedicado.
-¿A que te has dedicado?
-A tirarme a otras pensando en ti.
-Pero, bien sabes que volveríamos a lo mismo. Al menos de esta forma nos damos cuenta de que nos necesitamos.
-Y, ¿qué quieres? ¿Que te espere hasta que tengas a bien volver, hasta que nos conozcamos?
-No, quiero que disfrutes. Me da igual si te lías con cien, si te follas a mil y si eres un cabrón con todas ellas. Si estás con cinco a la vez o si decides ser un novio fiel a alguna. Solo deseo una cosa.