Tanito
Pobre le Grand, embelesado por la pérfida irrupción de una engreida reina. Una aparición asi seria suficiente para hacerle abdicar de su reinado. Pues a un noble de tal alcurnia seguramente le resbalaría los absurdos juegos de oca de supuestos templarios locos probablemente impostores. Pero la Reina, ¡ay!, la Reina. Esa si que le podría embrujar con sus mortales e irresistibles encantos.
Bello poema, Monarca y Señora de los "Bersos", o de los "Vesos", como vos deseeis.
¡¡Muchos besos entregados!!
13/06/11 03:06