La vida
es demasiado
corta
cuando
la caricia
tibia
de tus muslos
desnudos
y tu cintura
me despiertan
provocadores
con sus
idas
y vueltas
y son
las 4 a.m.
de un domingo
lluvioso.
De fantasmas y calaveras,
se cocina nuestro amor en la nevera.
Nuestra indiferencia y nuestro interés,
bailan al compás de nuestros pies.
Nuestros ojos se encuentran...
que me vea... que me v...
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