A Carlos le encantaba pasear por los amplios jardines de su mansión. Siempre se le veía pensativo,
con la infaltable botella vacía entre sus dedos. Le fascinaba jugar al ebrio y fastidiar a los
hombre...
Esta vida de sumisión al prójimo es mi estigma,
la tentación de mis hermosas formas
colocadas en altares de creación masculina,
hacen que renuncie esta existencia ejemplar,
mis suaves y armonios...
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