¡Herido, envenenado y muerto
Por la de una víbora hincada!
¡Qué crueldad la de éste, mi sino incierto,
que no espera de mí sino tajada
y dejar mi corazón desierto,
vacío de roja mar condenada!
...
Lejos de ti no viviré
si mi barca te quiere.
Como este mar giraré;
que hasta llegar se muere
el sueño que con el que viviré
noches que sigue que me hiere.
Caminos llenos de perdones
a los ojos...
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