No fui yo quien dejó sobre tus manos
ese pétalo de rosa, o margarita infantil,
o perla encadenada a un ancla de navío.
Fue esa vida que nos regala el tiempo
y que se acopla al corazón
en el vacío...
Tan sólo con un poema
alcanzo a sentir que llegas desde el recuerdo.
Me vacío en la quietud de las horas.
Desafío mi inquietud,
porque sé que se prolonga la ansiedad
en ese espacio que tú llamas...
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