Una noche apareció por la ventana, cual la luna se posó.
Tenía un brazo-pierna, sus ojos chorreaban amargura.
Su rostro, por no decir jeta, era de seda
y allí, con pavor, la arrojé al vacío.
¡Hola! Somos una comunidad de escritores aficionados. Nos reunimos aquí a mostrar y comentar nuestros textos. Descubrimos nuevas historias y nuevos amigos cada día. → Únete para participar