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Cuando Era Pequeña...



El papel de estraza me lleva al pasado.
Mi padre era muy goloso, tanto que es difìcil imaginar lo que supuso para él el abandono del azúcar ante la diabetes en sus últimos cuatro años de vida.
Retazos de momentos dulces con mi padre de fondo, siempre sonriente entre dulces.
La llave en la cerradura daba la vuelta, el sonido del llavero acompañaba su movimiento.
Si mirabas hacia la entrada ahì asomaba mi padre, con su bolsa de trabajo al hombro, el periòdico bajo el brazo, y una pequeña bolsa de papel de estraza, estrecha y alargada llena de galletas de barquillo con nata.
Siempre la traìa igual, sujetando la base con la palma de su mano y sus dedos rodeando los bordes.
Al dejar la bolsa en la cocina o el salòn decubrìas el truco de su escondite, pues mi padre en realidad compraba dos bolsas, pero una siempre venìa vacía.
Hecha una pequeña pelota justo entre su palma y la bolsa....allì descansaba la prueba del " delito".
No perdìa comba en lo dulce, y cuando mi madre freìa aceite de oliva nuevo, allì se presentaba él, pues sabìa que mi madre se disponìa a freìr unos trozos de pan en la sartén.
Crujientes, con azúcar por encima, los pedazos volaban del plato a su boca mientras veìas el placer que le suponìa ese rico y sencillo dulce.
En casa siempre habìa alguna tableta de chocolate, eso lo he heredado, como el placer dulcero.
En los fines de semana la bandeja de la pastelería llegaba a casa sujeta por un cordél que rodeaba tan preciado botín ,con su fino y adornado papel que escondìa bambas, croasanes, pepitos, trenzas y algún suizo.
La mayoría de los niños esperaban el sàbado que significaba ausencia de colegio, dormìr hasta tarde, y mucho juego.
Yo muchas veces lo esperaba precisamente para madrugar.
Mi madre era la encargada de levantarme, después de mi insistencia cada viernes en ser despertada al dìa siguiente.
A las 6 de la mañana, o antes incluso, de buena gana me alzaba de la cama para acompañar a mis padres a su trabajo.
Ir con ellos era doble regalo, pasar tiempo con los dos, y luego desayunar un rico chocolate con churros en el Brillante.
A dìa de hoy sigo manteniendo esa cita cada tanto con el chocolate, Valor y San Ginés son mis sitios preferidos.
Mi padre trabajaba mucho y estaba màs fuera de casa que dentro, tal vez por eso son tan preciosos esos momentos.
Ther01 de febrero de 2016

4 Recomendaciones

6 Comentarios

  • Voltereta

    Un relato magníficamente llevado, escribes muy bien y se ve que te inunda la nostalgia. Yo el Brillante lo recuerdo más por los bocadillos de calamares también recuerdo la cafetería Nebraska muy cerca de la Mallorquina pero en la otra parte de la calle Arenal, que preparaba unos deliciosos bocatas de tortilla como si fuera una hamburguesa en pan redondo y con una salsa especial, estaban para chuparse los dedos. No se que tiene Madrid que es especial para los que la habitamos pero también acaba siempre por cautivar a los que vienen de fuera. Y que decir de San Ginés y de casa Labra y su famoso bacalao.

    En fin, tu relato ha conseguido abrirme el apetito y recordarme ese Madrid nuestro.

    Un saludo.

    01/02/16 11:02

  • Ther

    Muchas gracias por los detalles de la escritura, Voltereta.
    Es cierto lo que has visto sobre la nostalgia, soy muy sentimental en el tema familiar y no puedo evitar poner sentimiento extra al escribir sobre una época tan marcante para cualquiera. En mi caso en positivo.
    Madrid. Imagino que cada ciudad tiene su aquel para quien vive o ha vivido en ella.
    Para mì es màgia al recorrer ciertos sitios.Mi mente se llena de olores, sabores, tonos de voz, imàgenes grabadas en mi mente.
    El revivir ciertas sensaciones las hace perpetuas,protegidas y muy presentes.
    Espero que puedas alimentar bien ese apetito provocado!
    Mil gracias por tus palabras,
    Saludos

    01/02/16 11:02

  • Polaris

    Que recuerdos tan hermosos me habéis provocado los dos, conozco todos eso sitios, cuantas veces camine con mi padre por esos sitios.

    Maravilloso.

    Abrazo para ambos.

    Pol.

    02/02/16 09:02

  • Ther

    Un placer si fue hermoso lo que te removiò, Polaris.
    El dìa a dìa, con sus pequeños toques de frialdad nos aleja de ese tiempo en que fuimos " bajitos". Hay que hacer lo imposible para que la inocencia siga teniendo hueco en nuestro ser.
    Muchas gracias por tus palabras, de corazòn.

    Abrazo para ti también.

    02/02/16 10:02

  • Indigo

    Tu narración es de terciopelo, acaricia los sentidos y los estimula con toda esa amplia sutileza que percibo. Y es que realmente huele y sabe a delicioso chocolate!. Aunque conozco a Madrid solo de lecturas, me siento guiado por tí. En fin, un texto con personalidad.
    Placer en leerte.

    02/02/16 03:02

  • Ther

    Si gas sentido de alguna forma el chocolate, has sentido mis sensaciones infantiles.
    Muchas gracias por tus palabras.
    Valoro todas las opiniones mucho,
    Saludos Indigo

    03/02/16 11:02

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