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El Cementerio de Las Pequeñas Cosas


"Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!"
César Vallejo


No son tiempos fáciles. Nadie dijo nunca que vivir fuera fácil, ni que ser feliz fuera fácil. Me encuentro entre los dos grandes muros de la vida: la razón y la ignorancia, y cada día me pesan más los vagos recuerdos de esos vagos resquicios de felicidad de los que ya nadie se acuerda.

Es como si comenzaras a preocuparte por los buenos momentos, las buenas cosas que ya nunca pasarán ni si quiera en verano viviendo la juventud plena, esa chispa de la vida que sabes nunca más ya sucederá. Se necesita tanto para ser feliz… que no nos conformamos con una vida sin hambre, un día a día con la familia, la mano de los amigos, o saber que no tendrás que nacer de nuevo para apreciar de verdad las cosas más pequeñas. Vivo en una sociedad de ignorantes, y nos estamos muriendo… pero cada vez más de forma más triste y lamentable.

Que ya nadie se preguntará por qué las aves canoras callan; nadie recordará la fría brisa recorriendo la mejilla de una tarde de otoño en algún banco junto a alguien especial donde, algún día, se vivieron batallas mundiales de besos y abrazos o los buenos ratos que ya nadie pretenderá resucitar; Nadie se molestará en escribir una carta o regalar alguna flor porque nos abunda la ignorancia, esa nos puede hacer quedar bien sin necesidad de mover un solo pie. Porque no nos basta tener lo más sencillo del mundo para sonreír, y eso duele.

Que nos estamos muriendo, y nadie se da cuenta. Siempre dije que el tiempo es el único juez de nuestros actos, pero, ¿quién más se dará cuenta de que el tiempo es el único juez de nuestros actos? Hay golpes en la vida, tan fuertes… yo no sé.

Y la soledad que no se comprende si no es compartida; la inquietud en una tarde del 5 de Enero; el abuelo que nunca más volverá; la mano que no agarrarás para sentirte a salvo del mundo o el tiempo que mima cuando te conviertes en el centro de atención porque eres más joven que nadie son de ese millón de sensaciones que hoy descansan en paz en el cementerio de las pequeñas cosas, esas pequeñas cosas que ya nadie echará en falta. Porque es más importante mirar a una pantalla antes que a los ojos. Porque ahora vale menos tratarse con amor que como un despojo.

Mundo racional, te pido que regreses.

Y el gentío que teme solo cuando las masas previenen guerras, de versos sin sentido, de caricias con maldad, de dinero podrido, de crudo-s días de oscuridad; la venda que no se cae porque nadie quiere dejar caer; el hierro que aflige el dolor que nadie pretende liberar, yo no sé …!

Mundo racional, manifiéstate.

Ahora la mayoría de la gente prefiere lo absurdo y lo irreal para ser más feliz.
Que yo no sé, no lo logro comprender. Nos extinguimos mentalmente, que es la única forma en la que pesa la verdad de las verdades que nunca sabremos apreciar. Estamos dejando tantas cosas pasar de largo, estamos dando tanto la espalda a la vida... Porque ya no sé qué escribir mal cuando no te escribo a ti, humano ignorante.

Y aunque no sea la voz dormida de Javier Egea, ni un pareado de Serrat; sino llego a ser un verso de Espronceda, igualmente sabrás que digo la verdad.

El dolor y la angustia que cargas cuando pestañeas y miras a tu alrededor y comprendes que para ser feliz, solo hay que ser feliz, y que para cantar, sólo tienes que cantar. Y es que el mundo se ha vuelto tan difícil, arrogante y egoísta. Pero tanto..

Que nos estamos muriendo… despertad.


Manuel Rodríguez
Todoespensar26 de noviembre de 2015

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