Enemiga de temer es la tristeza.
No la podemos evadir, ni amarrar, ni deshacer.
Nos hundimos en ella sin saber a dónde va.
La nostalgia sin lágrimas es doble,
corrosiva, letal.
Con toda esta impotencia encima nuestro,
este dolor que atraviesa,
esta falta total de expectativa,
este vacío atroz, este pesar.
Añoramos el pasado suprimiéndole el infierno
y esperamos temporales que vendrán.
Pero es el presente donde nos toca vivir,
y debemos alterar con cada gesto,
cada verbo, cada acción.
Y ahora precisamos batallar con la tristeza,
superar ese vacío en que caemos
y encontrarle
con urgencia una salida
pretenciosa, fugaz,
trascendental.
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