TusTextos

El Ocaso de la Verdad

/Para Sarai que, a su pesar, entiende/

¿Dónde estás? ¿A dónde vas? Entras en el bar oscuro a una sórdida hora de la madrugada. Te sientas en un taburete y te apoyas, como una mosca de bar, en la barra. Echas un vistazo aquí y allá ¿Qué ves? Lo que siempre has visto: nadie. Nadie en multitud de cuerpos espectrales que tumbados ausentes en cada una de las mesas, esperan a la segadora. Y la segadora, como siempre, o llega tarde o en mal momento. Pides, para variar, un whisky solo. El barman te mira con desdén y, en consecuencia, le sonríes irónico. Bebes un sorbo de ese brebaje asesino de recuerdos. "Elijo morir así" piensas sin venir a cuento. Las horas pierden su coherencia lineal, copa tras copa, sorbo, tras sorbo. Los pensamientos te invaden sin poder controlarlos. Treinta y tantos años en este estercolero de hipocresía que llaman Mundo, sociedad, humanidad y ni rastro de esa chispa que te permita llegar a mañana. Solo un whisky, la mayor verdad a la que debes enfrentarte. Porque no hay nada más sincero que el camino a la muerte. Todo lo demás es paja, la vida es paja. De la sala de partos a la tumba ¿La palabra? La mentira más grande todas. Nos perdemos en una marañana de información que intente definir lo que nos rodea, la existencia misma en lugar de vivirla y punto. Aceptarla tal como viene ¿Para qué narices debemos saber el tiempo que vive una estrella o el código genético de la estrella de mar? Creémos que el entendimiento nos llevará a la inmortalidad y ahí, cometemos el pecado mayor que podemos ejecutar: darnos importáncia. Té ríes de la importáncia de todo, de la tuya, de la del resto, incluso de la barman, como le haces entender levantando el dedo corazón mientras sonríes como un orangután bien vestido. Él te hace entender que todo pensamiento profundo que pudieras llegar a tener esos instantes, no vale nada. Te patea fuera de su local mientras los nadie disfrutan del espectáculo por el que no han tenido que pagar. Sollozas mientras degustas el sabor del húmedo fango, sobre el asfalto. Todo se viene abajo y, para variar, la segadora llega tarde y en mal momento. Mañana.
Transhumante14 de noviembre de 2010

5 Comentarios

  • Norah

    De la sala de partos a la tumba ¿La palabra? La mentira más grande todas., la palabra, condenada al equivoco siempre y tan imprevisible como la segadora.Saludos.

    14/11/10 11:11

  • Transhumante

    Saludos, poetisa. Que las musas velen por tí, los dioses canten canciones sobre tus hazañas y, definitivamente, la suerte sea tu compañera de fatigas.

    14/11/10 01:11

  • Norah

    He leído esto...como una protección y una despedida, ojala no sea así.Saludos.

    14/11/10 04:11

  • Transhumante

    ¿Despedida? Para nada. Siempre hay un "y a contnuación"

    14/11/10 05:11

  • Norah

    Vaya, pues me has sacado del meollo haha, saludos.

    14/11/10 08:11

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