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¡qué Absurdo!

Fue absurdo hasta la forma de recibir la noticia: con su teléfono llamando al mío, con su nombre apareciendo en la pantalla de mi móvil, con una sonrisa en mi cara al ver que ella me llamaba…hacía tiempo que no hablábamos, y ver su nombre iluminando la pantalla de mi teléfono, me hizo sentir feliz, y me puse contenta. Siempre me hacía sonreír, quizás porque ella siempre lo hacía. Siempre estaba de buen humor, por eso me gustaba hablar con ella, porque todo lo veía de forma positiva, y siempre terminábamos riendo las dos. Tenía muy buen sentido del humor, siempre tenía palabras de ánimos, siempre estaba dispuesta a ayudar. ¡Qué ganas de hablar con ella! Y justo me había pillado conduciendo, en el medio de la ciudad, y sin bloototh! Pero la impaciencia por hablar con ella, hizo que me olvidara de las normas de tráfico y de la prohibición de hablar por el móvil conduciendo. Se me había adelantado, llevaba unos días con ganas de hablar con ella, porque últimamente había estado bastante liada y no encontraba el momento adecuado para marcar su número. Instintivamente cogí el móvil y contesté diciendo su nombre con una gran sonrisa y con la impaciencia de encontrar un lugar adecuado para parar y hablar tranquilamente…. Pero no fue su voz la que me taladró el corazón y me hizo sentir un golpe en el estómago y oir un claxon dedicado a mí. Esta vez no fue su risa la que me hizo sonreir a mí. Fue una voz entrecortada, tímida y apenada la que me dijo que la vida era un poco más absurda a partir del momento en el que ya no volvería a escuchar ni su risa, ni su voz…, nunca más.
Qué absurdo fue tener que parar en el paso de cebra de un semáforo que se ponía en verde para los peatones, que avanzaban esquivando mi coche, mientras me miraban extrañados, mientras mis lágrimas caían por mi cara sorprendida, asombrada, y triste, muy triste. Lo que hace un minuto esperaba fuera a ser un momento alegre, se había convertido en uno de mis peores momentos…

Fue absurdo todo, fue absurdo el día que nos despedimos, fue absurdo que se marchara tan pronto, y fue absurdo dejar de ver su sonrisa.

¿Qué hago ahora con su número grabado en la memoria de mi teléfono? No soy capaz de borrarlo, me aferro a la idea de que mientras lo conserve en mi agenda, ella todavía permanece un poco cerca de mí. Es como decirle que no la olvido, que sigue formando parte de mi rutina, de mi día a día, que sigo viendo su nombre cuando busco otro que empieza por la misma letra que el suyo. Es como guardar su recuerdo en un sitio físico, ya que en la memoria me parece poco. Es una forma de hacer realidad algo que no se puede demostrar y es que la llevaré siempre conmigo.
Uca05 de marzo de 2008

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