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Prologo "sombras y Olvido"

No puedo dejar de recordar al niño que escribe. Ya apuntaba maneras, y flirteaba con el surrealismo, cuando a los siete años afirmaba que la arena de la playa es rosa, desencadenando una lluvia de fanta de naranja sobre el mantel blanco del restaurante. Muchas veces las palabras y los gestos le han servido para provocar risa, desesperación, rabia, ira, y desembocar en muchas ocasiones en gritos, peleas y llantos de sus compañeros de juego.

Hoy ya no es un niño, es el hombre que escribe. Porque la vida pasa y, a veces, los años te atropellan. Y te das cuenta de que tú te quedas saboreando una despedida tras otra. Tienes razón. Pero dejar tu propia huella impresa en páginas blancas te devuelve a todo lo vivido, te permite hurgar en lo que eres para ti. Y deja al descubierto tus entrañas, para que los demás puedan saborearlas.

Me pides que escriba las primeras páginas de tu libro, su comienzo, aunque sean independientes. Yo te digo la gran responsabilidad que para mi supone. Sin embargo, recorro sus hojas, y sin darme cuenta, me devuelven melodías, sol, arena, un poco de luz, pedazos de vidas. Siento el paso de una estación a otra; el fin de un verano, lo que queda atrás, el pasado que ya es presente.

El hombre que publica sus más íntimos pensamientos, enlaza versos y prosa. Intento recoger sus palabras, como un todo, buscando un hilo que una, que de forma y sentido, algo que indique que juntas tienen un significado. Eugenio Navarro habla de amor y de pérdida, de soledad y de temores, de olvido, de recuerdos, de vidas conocidas y nostalgias no vividas, de muerte, odio, sangre, dolor y risas; respiro la ansiedad de los errores cometidos, del desamor. Y me doy cuenta de que sus pensamientos forman parte de un solo todo, la vida. La vida consiste en un discurrir intermitente de pasos vacilantes y serenos, de caídas y tropiezos; pasando del desasosiego a la más absoluta calma.

Página a página voy descubriendo que, buscando ser, podemos danzar, locos, al son de los tambores, y que, casualidad o destino, esa búsqueda marca el ritmo de nuestros pasos. Firmes y vacilantes. Dices que la felicidad es una cosa seria, un instante corto y dulce al que perseguir incansablemente. Prestado. Porque el borde del abismo está bajo nuestros pies.

Entiendo que a veces hace falta perderlo todo para poder volver a empezar, para intentar ser tu otro yo. Arder y renacer.

Versos profundos, prosa directa y oscura. Las palabras, permiten dar cuenta de nosotros mismos, y tú escoges la fórmula. Estos textos se convierten en una tregua a días de lluvia o lágrimas, a los últimos días del verano, la última tarde de la última estación, a luces, sombras y olvidos.

Atraviesa la tarde, cierra la ventana, detrás de los cristales sigue lloviendo, acurrúcate en un sillón, busca una luz suave y adéntrate en las páginas que tranquilas se suceden. Quizá te traigan recuerdos, tal vez remuevan en ti emociones, o puede que te provoquen pensamientos compartidos. No te dejes vencer por la desesperanza. Ya has abierto el libro, ya estás cruzando las primeras páginas. Adéntrate en al alma desnuda del poeta. Que la disfrutes.

Sara Torres López
Uge08 de abril de 2009

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