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El Mensaje que Jamás Llegará.

Día... Día... Día... Realmente ya había perdido la cuenta, pero después de 6 meses y exactamente no se cuantos días, ni semanas, seguía con el vacío llamando a gritos un solo nombre que no paraba de repetir. La voz perdía fuerza con el correr del tiempo y cuando parecía que desaparecería, volvía con más fuerza que la de antes y gritaba sin tener piedad de mis oídos y interior, rompiendome lo tejidos del corazón, partiendome el alma un poco más de lo normal y enfriandome la conciencia por las noches, torturandome con el susurro de su voz una y otra vez.

Y si. Era justo, y a la vez tan contradictorio. Ese amor que floreció como una magia, y nos elevó hasta lo profundo del cielo, para quedarnos allí. Pero, la que se había quedado allí era sólo yo.

Pedía a gritos un amor, ese que le dejó hacia tanto tiempo y aún solía recordarlo como si hubiera sido está tarde.
Tantas veces le explique que ya no vendría, pero hizo caso omiso a todos mis consejos.
Ya no sabía escuchar. Ya no sabía sentir más que aquel amor que una vez la lleno.
Ya no era ella misma, incluso solía llorar entre los sueños y se la pasaba imaginando un regreso... Tan lejano.
Pero muchas otras veces se la veía sonreír, en aquel espejo recordando algún momento fugaz y tan eterno a la vez, que habian compartido en su momento.

¡Que tristeza mi Amor!

Pero eso había terminado,el luto más eterno que había visto y pasado, aún seguía latiendo la realidad. Pálpando una ilusión y subiendo una vez más a lo alto del cielo, para aterrizar de cabeza. Y aunque tantas veces había caído, aún así volvía como un bumerang.

Suplique volver, Suplique volver a sentir y olvidar, sobre todo superar... Pero nada de eso pasó. Mis gritos solían lastimarme la piel, enrrojecerme los ojos de tanto llorar y hundirme más y más en mi propio funeral.


¡Nuestro funeral!

Ese nombre venía junto con una sonrisa, junto con tanto dolor y felicidad... Y ese nombre era el suyo: empezaba con la sexta letra del abecedario y con un conjunto de letras más, sobresalía su nombre.

FACUNDO.

Facundo:
Podía jurar, que por más que te arrancarán de mi corazón, aún así, volverías a florecer sin ningún esfuerzo.
"Porque eras vos, solo vos. Hoy y siempre"

Y le volví a susurrar al oído, a aquella maraña de heridas que tenía de alma... Que mañana todo pasaría.
Y esperaba que así fuera.
Universo26 de septiembre de 2016

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