TusTextos

Mis Propios Demonios.

Mordiendo la soledad, me envenene de golpe y   escupi vacío.

El negro de mi propia sangre era espeso y seco.

Era soledad.

Una vez mas.

Como siempre había sido.

Hoy estaba, frente a un espejo. Con ojeras del mismo color que la oscuridad y aquellos ojos verdes, perdidos.

¿dónde estaba Yo?

¿escondida de mi?

Me acaricie el pelo y se quebró.

El espejo se quebró en tantas partes que se convirtió en polvo.



Sentí el filo del cuchillo atravezarme el corazón y no morí.

No podía morir cuando ya estaba muerta.

Me reí de aquel traicionero y lo enfrente, aún con el cuchillo atravesado y el dolor inexistente.

¿hay peor dolor;  que el dolor del alm...?



Sus ojos me revivieron el corazón por un segundo y latio.

¡Ay!

Cerre los ojos y me deje caer. ¿Por que volver a sentir, cuando ya estaba todo perdido?

Arruinandome la vida sin parar se pasaba aquel par de ojos lima. Arrastrándome por toda la ciudad de los pies, arrancandome la piel de cuajo cada vez que oia su voz.

¡Karma!



La soledad me sacó el cuchillo de golpe y sentí frío. Mucho frío.

Más que frio.

Sus manos estaban como el hielo y su risa me erizo el pelo.

¿Por que sufrir esto? Me pregunto.

Y no tenía respuestas.



Mis demonios desaparecieron en cuanto ella apareció. ¡ella siempre aparecía! ¡siempre!

Quise llorar pero ya no tenía lágrimas ni dolor.



Me deje caer sobre sus brazos y me acuñó como si no hubiera tiempo...



Y justamente, el tiempo era el que me estaba arruinando.



¡arruinando!
Universo01 de febrero de 2017

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