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Stradivarius

George paseaba con un ritmo lento, mientras contemplaba el paisaje. Llegó a su esquina preferida en aquel selecto parque. Con delicadeza dejó el maletín en uno de los bancos modernistas que abundaban entre la cuidada y abundante vegetación. Ambos cierres sonaron a la vez al ser abiertos. Abrió parsimonisamente la tapa del maletín y observó su contenido durante unos instantes, los cuales se le antojaron preciosos. Con el mayor de los cuidados saco un violín. Rozó con suavidad su madera, contemplando cada milímetro, cada curva de aquel Stradivarius. Aquel instrumento le había costado la friolera de 3 millones de dolares, pero había sido con mucho su mejor inversión. En cada concierto, cada gala, cada ensayo en la soledad de su cuarto, nunca se cansaba de acariciarlo, de hacer que sonara como una oda celestial. Tocarlo era lo mas cercano a la felicidad que conocía.

La primera nota sonó como un ronroneo, como el principio de un beso. Suave, casi como un susurro. A partir de hay la intensidad y el sonido fue creciendo, al igual que el placer. Aquel lugar poseía una acústica inmejorable. Quizás fuera por la antigüedad y robustez de los árboles que le rodeaban o por las cúpulas de acero distribuidas aleatoriamente a modo de esculturas. Quizás fuera solamente el aire puro. Ahora era feliz.

Estuvo casi en estado de éxtasis durante el tiempo que estuvo tocando aquella canción, que caminaba entre la melancolía y la esperanza. Con satisfacción pero también con tristeza, desveló la ultima nota, cerrando su interpretación. Se quedó un último segundo escuchando las notas que todavía flotaban en el aire, entre las hojas. Abrió lentamente los ojos y se dio cuenta de que no estaba solo. A tan solo unos pasos, una pequeña niña lo miraba con los ojos húmedos.

Su aspecto era realmente desastroso. De haberla visto cualquier otra persona en aquel lugar, seguramente la habrían echado de aquel lugar tan elitista. Su cara se encontraba llena de manchas, sus ropas tan solo eran unos sucios harapos y el pelo lo tenía totalmente ensortijado.

Aún así, ella, en completo silencio, se acercó a George y le dejó algo en el maletín. Al apartarse vio que había depositado un billete de 5 dolares en su interior. Mientras ella volvía a su sitio, George sintió una alegría superior a los millones de aplausos que había recibido anteriormente.



Despues de acercarse tanto a ese sentimiento, por fin había descubierto, por una vez, la felicidad, pensó George mientras se alejaba de aquel lugar con las manos en los bolsillos.
A lo lejos, solo el sonido de las chirriantes notas de un violín...
Verseau08 de junio de 2008

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