TusTextos

Eiengemu - Rompiendo Las Reglas (capítulo 5)

Aún no habían comenzado las vibraciones del ningen cuando Satsu se despertó. Akari estaba golpeando la puerta y gritando su nombre para despertarlo, de una manera desesperada. Satsu se levantó corriendo y abrió la puerta.
- ¡Es Najimi, vamos ven Satsu!- Gritaba la niña con lágrimas en los ojos mientras agarraba el brazo de su hermano y lo estiraba hacia las escaleras para bajar al comedor.
- ¡Espera Akari! ¿Qué pasa con Najimi? - Intentó entender Satsu entre todo ese alboroto confuso.

Su hermana le arrastró hasta el comedor sin dejar de repetir el nombre de Najimi y sollozar. Nada más llegar, la hermana le señaló hacia el recibidor, pasando la puerta de entrada y mirando a unos quince metros alejado en la calle.
- ¡Iba a salir a comprar comida para el desayuno y me lo he encontrado ahí! ¡Ayúdale Satsu! - Gritaba entre lágrimas Akari.
Satsu se quedó paralizado con la imagen que sus ojos recibían. Najimi estaba tendido en el suelo, rodeado de un charco de sangre y la ropa llena de cortes. El pánico invadió la mente de Satsu y se vió completamente inmovilizado ante la imagen de su mejor amigo masacrado. Pero tan solo un pequeño movimiento de la mano de Najimi, que intentó incorporarse en ese momento, fue suficiente para que un chispazo saltara en la mente de Satsu y sus piernas emprendieran una carrera a toda velocidad hasta su amigo.
- ¡¡Najimi!! ¡¿Qué te ha pasado?!- Gritaba Satsu desesperado mientras llegaba hasta él y le ayudaba a incorporarse.
- Te... Te...- Intentaba pronunciar Najimi sin llegar a lograrlo.
- ¡¿Vamos, dime quien ha sido, qué te ha pasado?! - Decía Satsu, desesperado.

Justo en ese momento, Raion volvía por la calle que cruzaba, viendo la escena a lo lejos, con lo que empezó a correr hacia ellos.
- ¡Satsu! ¡Najimi! ¡¿Qué ha pasado?!- Gritaba mientras corría hacia ellos.
- ¡Papá! ¡Ayúdame! - Le gritó Satsu mientras veía como su padre se iba acercando.
- Satsu... Ha sido Teki... Teki Motsu, en Attoras Park... Eran unos siete... Pero...
- ¡¡Teki!! ¡¿Ha sido ese hijo de puta?! - Gritó Satsu enfureciendose, casi rugiendo el nombre de su ahora odiado enemigo.
- ¡Satsu! Escuchame...- Balbuceó Najimi, mientras un hilo de sangre le caía por la comisura del labio.
- ¡Papá! ¡Llama a una ambulancia ya! - Gritó Satsu a la vez que dejaba a su amigo suavemente en el suelo y salía corriendo hacia la bicicleta de Akari, que estaba tirada cerca de ellos, donde la soltó al encontrarse a Najimi herido.
- ¡Hijo! ¡Espera! - Escuchó Satsu mientras se alejaba pedaleando, pero no pudo detenerse, la rabia ardía en su pecho y no iba a dejar las cosas como estaban. Quería venganza.




Las lágrimas caían por el rostro de Satsu, mientras bajaba cuestas a gran velocidad y pedaleaba con todas sus fuerzas en las subidas. Sus dientes apretaban con fuerza para contener su furia. Esquivaba a la gente como podía y seguía incansable hasta Attoras Park. La entrada del parque quedaba de frente a la calle por donde bajaba Satsu en la bicicleta verde de su hermana pequeña. A pocos metros de entrar, tiró la bicicleta al lado de la entrada y apretó los puños mientras caminaba hacia el interior del parque con paso firme.

A unos pocos metros, dirección hacia el pequeño restaurante que regenta un simpático anciano en el parque, estaba Teki Motsu, con su flequillo rubio hacia arriba, unos pantalones blancos y una americana del mismo color sobre una camisa negra. A su alrededor estaban sentados en dos mesas del restaurante seis chicos jóvenes, posiblemente de la escuela del oeste, donde Teki estudia. Satsu se fijó en que no llevaban armas encima y no parecían especialmente fuertes, seguramente Banryoku podría llevarse a la mayoría por delante de un solo manotazo.
- ¡¡Teki!! - Gritó Satsu.
El joven rubio se giró, cortando la conversación que mantenía con sus amigos. Al ver a Satsu, sonrió.
- Vaya, vaya... Así que ha funcionado.- Dijo mientras miraba altivamente a Satsu y todos sus amigos se ponían en pie.
- ¡¿De qué estás hablando, escoria?!
- Uf, qué humos llevamos hoy. ¿Acaso no te has dado cuenta? Quería que vinieras a por mi. Tengo cosas que enseñarte.- Decía Teki tranquilamente mientras sus amigos se reían.
- ¡Me da igual lo que digas! ¡Vas a pagar por lo que has hecho!- Gritó Satsu mientras empezaba a correr con los puños apretados hacia ellos. La mayoría de chicos que acompañaban a Teki parecieron asustarse, pero este seguía sonriendo mientras levantaba su brazo del ningen.
- ¡Caza Eiengemu!- Gritó Teki.

Tras la orden, un pequeño haz de luz naranja nació de su ningen y atrapó a Satsu, deslumbrando. El chico cayó de rodillas y el escudo protector de Eiengemu envolvió su cuerpo. Teki cogió una silla, se sentó, cerró los ojos y también se envolvió en el escudo protector de Eiengemu. Uno de los jóvenes del grupo de Teki se acercó a Satsu y con un palo bastante grueso intentó golpearle en la cabeza, el escudo soltó unas chipas con el impacto y el palo saltó por los aires haciendo caer al chico. El resto se rieron de él mientras uno a uno iba activando su ningen y entraban en el combate junto con su cabecilla.


Satsu abrió los ojos, en el infinito azul de Eiengemu, sorprendido. Se quedó unos segundos perplejo, sin acabar de entender lo que había sucedido.
- ¿Ninfa?- Preguntó al aire cuando recuperó la compostura.
- Bienvenido señor.- Contestó la voz de Ninfa resonando en el vacío.
- ¿Qué hago en Eiengemu? Yo no he entrado.
- Según la información de su inicio, ha sido forzado a abrir su programa por una fuente desconocida.- Contestó Ninfa con su habitual simpatía.
- ¿Cómo? ¡Eso no es posible!- Gritó Satsu cada vez más confuso.
- Yo solo le respondo con la información de la que dispongo, señor.
- Está bien... A ver... Dime las estadísticas del enemigo, Ninfa.- Dijo Satsu recuperando la compostura.
- Señor, le informo que hay más de un enemigo.
- ¡¿Cómo dices?! ¡No he aceptado ningún duelo contra equipo!
- Como ya le he dicho, usted ha sido forzado a...- Se cortó la voz de Ninfa a mitad de frase.
- ¿Ninfa, estás ahí?- Preguntó Satsu al aire, sin recibir respuesta. Tras un par de segundos, el perfil empezó a cargarse y la armadura de samurai comenzó a formarse en el cuerpo de Satsu.
- Oh, dios...- Susurró el joven dándose por vencido, no tendría más remedio que entrar en combate. Por unos segundos, Satsu estuvo esperando que se abriera la barrera protectora, pero al fijarse se dio cuenta de que no estaba. A su alrededor empezaron a materializarse perfiles de Eiengemu, seis en concreto, un hombre reptil, una figura tapada de pies a cabeza con ropajes negros y unas hoces, un payaso, un chico que parecía haber nacido de la mezcla entre un humano y una planta, otro que tenía rasgos de insecto y el último un hombre muy peludo y con cola... Pero entre dos de ellos empezó a formarse a gran velocidad un caballo blanco.
- Teki...- Susurró Satsu y sin dudarlo, desenfundó su katana.
Viento13 de septiembre de 2015

Más de Viento

Chat