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El Amante de la Amante

Es un fin de semana de invierno, llueve sin parar, estamos Gaizka y yo en el bar Lehiope en Gernika.
Gaizka tiene una tara, ésto le crea complejos y problemas para relacionarse con las mujeres, el nunca ha estado, ni ha echo el amor con una mujer. Una importante carencia y experiencia sexual para un hombre adulto.
Algunos compañeros y amigos hacen mofa y risas de su problema.
Sentados en una mesa del bar en un momento de sinceridad, me cuenta su pena y deseo.
.- Aitor, tu nunca has tenido problemas con las mujeres, todos en la cuadrilla sabemos de tu facilidad de palabra, dicen que siempre estás en compañía de alguna mujer.
.- Bueno Gaizka son todo habladurías, a veces estoy y me siento muy solo, si me ven con mujeres, es que solo se dan cuenta de esos momentos, también estoy con hombres, ahora estamos los dos, me gusta escuchar a la gente sean hombres o mujeres, como ahora te escucho a ti, luego si puedo, opino o respondo a lo que me han contado.
.- ¿Aitor ya habrás oído que yo nunca he estado con una mujer? algunos de la cuadrilla se ríen y me burlan, ya sabes.
.- Los escucho, no me gustan esas gracias, yo nunca te hecho bromas de ésto.
.- Ya lo se Aitor.
Estamos los dos solos en una mesa del bar, tomándonos unos chupitos de whisky, el habla bajito, como si la gente del bar estaría pendiente de nuestra conversación, mientras me habla mira con recelo a los clientes del bar, esta pendiente de los gestos y movimientos, temeroso de que mas gente descubra su virginidad.
En mitad de sus miedos mientras le da un sorbo a su whisky, le pregunto.
.- ¿Gaizka qué quieres? ¿Por qué me cuentas esto a mí?
:- Aitor, a mi me da miedo ir solo a un bar de putas ¿podrías acompañarme?
Me quedo mirándole incrédulo, muy serio, pienso que me esta vacilando.
.- ¿Estas en serio?
.- ¡Si! tú no tienes miedo a las mujeres.
.- Yo les tengo pánico, son muy críticas e intuitivas.
Hemos terminado los txupitos, me acerco a la barra y saco otra ronda, sigue lloviendo, llevamos así con mal tiempo más de una semana, que triste es el invierno. Son las cuatro de la tarde, hemos comido los dos en la polleria de Portuondo en Mundaka,
Estamos pasando el tiempo, antes de quedar con más gente de la cuadrilla, a estas horas casi todos los amigos están en el txoko, es el tiempo de la partida de mus.
Esta claro que Gaizka me ha invitado a comer pollo con este propósito, ir de putas.
.- ¿Aitor por qué no vamos hoy?
.- ¿Hoy? ¿Ahora?
.- ¡Si! ahora.
Gaizka es un hombre de muy pocas palabras, le cuesta expresarse, comunicar sus sentimientos.
Terminamos los whisky, antes de lo que debíamos de haberlos terminado, Gaizka tiene prisa.
Salimos del bar, de camino a recoger el coche voy pensando ¿a donde vamos? no conozco en Bilbao ninguna casa de citas, hace mucho tiempo que no he estado en una barra americana, solo conozco las Cortes.
Nos dirigimos a Bilbao, voy mas temeroso y nervioso que el.
.- ¿Gaizka tienes pensado algún sitio? ¿Conoces alguna casa de citas?
.- ¡No!
.- Bueno cuando lleguemos a Bilbao aparcas y nos vamos a las Cortes, luego ya veremos donde decidimos ir.
.- ¡Vale Aitor! lo que tú digas.
Llevar todo este peso, decidir sobre estos asuntos, ahora me esta agotando, no esperaba empezar un fin de semana yendo de putas, tengo ya muy olvidado estos ambientes, acudía mas asiduamente cuando era un adolescente, para investigar.
Se me ocurren varias opciones.
.- Gaizka en las Cortes, tomamos un trago, miramos, si no te gusta lo que ves, nos vamos, pedimos un taxi y que el nos lleve a una casa de citas, los taxistas conocen todo Bilbao.
.- ¡Vale!
Como he dicho antes Gaizka no es hombre de muchas palabras, casi todo el tiempo soy yo el que habla, el tan solo contesta con afirmaciones, negaciones y poco mas.
Con mis ocurrencias Gaizka se ríe a carcajadas, siempre me ha gustado verle reír, es un buen hombre, simple, sencillo, muy noble.
Llegamos a las cortes, a mi esta calle me trae malos recuerdos.
Mi tia ejercía la prostitución en esta calle, tengo fotos de ella cuando estaba en su máximo esplendor de belleza, también de su marido, mi tío Blas, además los dos eran mis padrinos, el venia a menudo con su moto Lambreta hasta Bermeo a verme, como no tenían hijos, yo era su ojito derecho y también el izquierdo, era el niño que tenia los regalos mas bonitos y mas caros del barrio.
Mi madre a su hermana le tenía prohibido venir a casa, solo le permitió el día que se murió su madre, mi amuma (Abuela) incluso mi madre le pidió que por favor no se acercase nunca por Bermeo.
Mi madre, decía que mi tia era muy guapa, se parecía a una actriz de cine. Yo conocí a una mujer acabada, demacrada, alcohólica.
Cuando mi tia llamaba a mi madre por algún motivo de mayores que yo nunca llegue a conocer, entonces veníamos hasta esta calle, Las Cortes; Teresa que era como mi segunda amuma, mi madre y yo un niño, siempre veníamos por las mañanas por si acaso algún conocido del pueblo nos veía por aquí, para no darle motivos de malos entendidos, supongo que también para proteger el honor de mi padre.
Gaizka y yo entramos en el bar El Gato Negro, la camarera es una chica rubia, ligerita de ropa, muy guapa, fuera del mostrador hay mas señoritas, aún mas ligeras de ropa que la camarera y otra sentada al final del mostrador vestida de negro con un traje de calle, muy elegante, morena, preciosa, es la que mas nos gusta y ha llamado nuestra atención.
Pedimos dos chupitos de whisky, mas un par de botellines de agua mineral.
Gaizka me mira, tengo que adivinar que es lo que quiere, decir o hacer.
.- Gaizka ¿te gusta la del final de la barra, la que esta vestida, la morena?
.- ¡Si! Esa, esa es la que me gusta mucho.
.- Bueno, pues acércate a ella y pregúntale ¿cuánto cobra?
.- ¿Voy?
.- ¡Si! Anda vete, pregúntale ¿Cuánto cobra?
Le noto nervioso y vacilante, va lento y con miradas hacia atrás, donde yo estoy. Llega hasta donde esta la morena.
Apenas tarda unos segundos, regresa a mi lado, viene rascándose las sienes, este es el gesto que hace Gaizka cuando esta nervioso.
.- Aitor me ha dicho que no ¡Ella no trabaja!
Otras señoritas que están en el bar, rápidas salen a la captura del cliente antes de que nos marchemos del local.
Son también muy bonitas, las meretrices nos agasajan con caricias y tocamientos, no lo voy a negar aunque no vaya a subir a ningún lugar con estas señoritas, les dejo hacer. Saboreo este dulce caramelo que no tengo pensado degustármelo.
Gaizka me despierta de mi ilusión y del engaño que estoy haciendo a la meretriz.
.- ¡Aitor voy a subir con esta chica!
.- Ondo dau! (Esta bien) tomate todo el tiempo que quieras, yo voy a estar aquí en el bar, tranquilo.
.- Agur, gero arte, itxaron amen. (Adiós, hasta luego, espérame aquí)
.- Bai! juen trankil. (Si, vete tranquilo)
La preciosa señorita que esta conmigo contoneándose y rozándose contra mi cuerpo como una gatita me anima a que le acompañe.
.- Aitor ¿Te llamas así?
.- ¡Si!
.- ¿Subimos tu y yo?
Para terminar ya el jueguecito y no hacerle perder más tiempo a la señorita le digo.
.- Cobro cinco mil pesetas ¿Vamos princesa?
Ella enojada y maldiciendo en su idioma se retira.
Me he quedado solo en la barra del bar, igual que la morena que está en la otra esquina de la barra.
Entran clientes, las chicas se van en compañía de algunos hombres y entran otras a la espera de más señores.
Aquí me encuentro solo en medio del mostrador soportando este trasiego de parejas buscando y haciendo tratos para el sexo.
De vez encuando miro a la morena sin que ella se de cuenta.
Cada vez que entran nuevos clientes, van directos a su busca, es muy bonita, ella tiene que estar espantándolos a todos.
Termino mi whisky, decido ir a la esquina donde esta la morena.
.- Hola ¿puedo tomarme otro güisqui aquí tranquilo a tu lado?
.- Depende.
.- ¿Depende de que? si yo no quiero subir con ninguna, solo quiero tomarme otro güisqui tranquilo mientras espero a mi amigo.
.- Si es solo para eso ¡Si!
.- Mujer, estoy en medio de la barra sin necesitar compañía, me da un poco de vergüenza
.- Quédate, así a mi tampoco me van a molestar mas ¡Que pelmas!
.- Yo no quiero ser ni parecer ningún pelma.
.- Eso también depende, acabas de llegar.
.- Tienes acento de extranjera.
.- Soy brasilera.
.- Así me parecía.
.- Yo no trabajo aquí en el bar.
.- No te he preguntado nada de ésto.
.- Pero te lo cuento, estoy porque aquí trabajan dos amigas mías.
.- ¿Como te llamas? dímelo si quieres.
.- Me llamo Fernanda.
.- Yo me llamo Aitor, tú no trabajas aquí y yo no voy a solicitar ningún servicio a ninguna señorita, tampoco voy a preguntar nada que te pueda incomodar, ni quiero saber nada de tu vida.
La rubia camarera se acerca hasta nuestra esquina, hablan en brasileño las dos mujeres y se ríen.
Me pregunta la camarera.
.- ¿Te pongo otro whisky?
.- Si guapa, igual que antes, un Jameson con un solo hielo.
Me sirve, cuando voy a pagarle me dice con un guiño y mirando a Fernanda.
.- Estás invitado.
Miro a Fernanda y levanto la copa en señal de brindar por ella.
.- ¿Por qué me has invitado Fernanda?
Tómatelo como un pago al servicio, para que no se me acerquen ningún hombre, hasta que venga tu amigo.
Va hacer una hora que llevo esperando a Gaizka, el pobre hombre estaba muy necesitado.
Fernanda y yo, ya tenemos algo más de confianza, hablamos de muchas cosas, de su país, del mió, de mi trabajo, etc.
Tengo que reconocer que desde que hemos salido de la polleria de Mundaka llevo media docena de whisky, mas el vino de la comida, la lengua la tengo ya un poco suelta.
Fernanda se ríe con lo que le cuento, su risa es muy estridente, a veces llama la atención de la clientela que hay en el bar.
Voy dándole pequeños sorbos al trago, para alargar su tiempo, necesito dar un reposo a mi cuerpo, todavía queda mucho sábado por delante y no es plan que a estas horas ya este k.o.
Fernanda con un gesto muy dulce me acaricia la mano que sujeta el vaso de güisqui, me suelta su deseo, aunque no se lo reconozca es mi ilusión.
.- Aitor, ¿Te apetecería subir?
.- Eres una mujer atractiva e interesante, pero ya te he dicho que no voy a pagar por hacer el amor, solo he venido para acompañar a Gaizka.
.- ¡Quién ha hablado de cobrar o pagar! me gustas, me atraes, tengo ganas de sexo, pagas tú la habitación y subimos.
No me lo pienso ni un segundo.
.- ¡Vamos! ¿Dime donde quieres ir?
.- Sígueme.
Salimos del Gato Negro, entramos en un portal cerca del bar, subimos, en la escalera hay trasiego de señoritas con clientes, el bloque entero parece que es para el negocio del amor y el sexo.
Llamamos a la puerta que me indica Fernanda, nos habré una señora ya mayor, pasamos, me canta la tarifa; por media hora y una hora de uso de la habitación, le pago el doble de lo que cuesta una hora.
La habitación no es tan bonita ni elegante como una habitación de hotel, es más cutre.
Fernanda conoce más que yo estos lugares, sabe como tratar a las gentes de estos mundos, exige a la madan.
.- Ponnos sábanas limpias, ¡ah! también almohadón.
En la habitación con la puerta abierta esperamos a que la señora nos traiga lo que Fernanda ha pedido.
Entra la madan, con las sabanas, Fernanda con un gesto autoritario sin apenas hablar le ordena que se encargue ella de cambiarlas.
Yo permanezco en silencio observando las labores de la dueña del apartamento.
La madan ha terminado su labor y se despide de nosotros.
.- Hasta luego.
Fernanda y yo a la vez le respondemos, se cierra la puerta, Fernanda se asegura de cerrar con el pestillo la puerta.
Los dos de pie en la habitación, Fernanda me agarra de las manos.
.- Aitor yo no trabajo en esto, creo que desde hace algo mas de dos años, soy la amante de un político, el me paga el piso y mi mantenimiento, me mantiene muy bien para que no ejerza la prostitucion, mi hombre esta casado.
Yo solo tengo que estar pendiente del móvil, cuando el me quiere a su lado, entonces me llama o viene a nuestro apartamento.
Estamos en la habitación de pies uno enfrente al otro, cogidos de las manos.
Estoy nervioso, esta mujer tiene mucho mundo, en el bar yo estaba muy crecidito, pero ahora cara a cara en la intimidad me siento como el macho de la mantis religiosa, que va a ser devorado por su hembra, tiemblo. Fernanda se ha dado cuenta de que estoy nervioso, me besa, me acaricia la cara y la cabeza.
.- Pelo pincho, relájate.
.- ¡Si! ya me relajo Fernanda, impones mucho, eres muy bonita.
.- Tranquilo, tú déjame que yo juegue.
Fernanda me besa en el cuello, en la boca, dejo que ella siga su juego.
La beso, voy a tocarla, levanto sus faldas para acariciar sus nalgas, ella me retira mis manos.
.- Ya te he dicho que me dejes hacer a mí, tus manos quietas de momento.
Ella me sigue besando, suave en el cuello, la boca, poco a poco me desabrocha los botones de la camisa, hasta quitarmela por completo.
No soy capaz de controlar mis manos, quiero tocarla, ella me recuerda muy autoritaria.
.- ¡No me toques!
Soy un insecto en manos de su depredador.
.- Quítate los zapatos y los calcetines.
Sigo sus órdenes, tengo que reconocerlo, esta situación me tiene intrigado, tengo miedo, ella vestida, yo semidesnudo.
Me besa en el pecho, los costados, me estremezco, acaricia mi polla por encima del pantalón.
.- Tranquilo, tranquilo, Aitor.
Fernanda sigue su juego, me quita el pantalón, lo tengo ya en las rodillas, me golpea suave en las piernas para facilitar su retirada total.
Estoy desnudo en medio de la habitación, ella sigue vestida, me acaricia las nalgas y los muslos, coge con fuerza mi polla sin quitarme los calzoncillos y me masturba, a la vez que besa mi ombligo, mi torso, mis pezones, lame todo mi cuerpo.
Sigo con la sensación que tenia al principio antes de empezar su juego.
En este juego, solo juega ella.
Ella es la que me toca, me acaricia, me manosea y me besa.
Por momentos estoy pensando en darle un empujón, acabar con esta situación y decirle; ¡aquí mando yo! por otra parte pienso hasta donde va a llegar Fernanda.
Estoy tan empalmado y a la vez tengo tanto miedo, nadie sabe que estoy aquí, en este piso, en esta habitación, yo sigo desnudo, ella vestida, me siento como un hombre violado, tengo una mezcla de sensaciones, miedo, intriga, placer, deseo, rabia.
Fernanda ahora empieza a quitarme los calzoncillos, igual que antes me da un toque en las piernas para que las levante y quitármelos del todo.
Atrapa con sus manos mi polla y chupa, acaricia mis nalgas y muslos y chupa.
Mis manos siguen instintivamente queriendo tocarla, ella me recuerda muy enérgicamente.
.- ¡No me toques!
Se levanta, se queda enfrente mió, me da un beso en la boca, se retira unos pasos hacia atrás para que yo la vea bien, sube su falda y despacito se quita sus bragas, son negras.
Me lleva hacia la cama, con su falda levantada, tengo ante mis ojos un culo, terso, perfecto, se me cae la baba, quiero, deseo, comérmelo.
Se coloca la almohada bajo el vientre, tumbada boca abajo sus únicas parte desnudas son sus piernas cubiertas de unas finas y transparentes medias negras y su precioso culo.
.- Fóllame, fóllame, muy violentamente.
Entonces la penetro, con toda mi rabia contenida por el miedo que me ha hecho pasar, la abofeteo en sus glúteos, me agarro a sus nalgas como los leones con sus garras se prenden de sus presas, mis testículos golpean con fuerza sus nalgas.
Son los ruidos que se oyen en la habitación; el crujir de la cama, sus gemidos, mis bofetadas a sus glúteos y marcando el tiempo como un instrumento de percusión a cada envestida, mis testículos repicando en sus nalgas.
¡Joder que tia! ¡Qué miedo me ha hecho pasar!
Después de correrme, tranquilos los dos compartimos un cigarrillo, yo sigo desnudo.
Los dos tirados en la cama, ella vestida sin bragas, mientras fumamos acaricio su sexo, esperando otra erección.
Van a dar las ocho de la tarde en mi reloj, Fernanda y yo hemos disfrutado de otra sesión de sexo, me ha permitido desnudarla, acariciarla y besar todo su cuerpo.
Pienso en Gaizka, ya estará en el bar, mientras nos vestimos quedamos para otra ocasión.
.- Aitor, mi hombre tiene familia, los dias que mas libre estoy son los fines de semana, si vienes los sábados a esta hora nos vemos.
.- También puedes darme tu número de teléfono Fernanda.
.- ¡No! el numero no te doy, ven los sábados si estoy quedamos, si no estoy, pues no estoy.
.- ¿Entonces es que estás con el político?
.- Eso.
Fernanda y yo estuvimos teniendo sexo unos cuatro meses.
Después recuerdo haberla visto un par de veces por Bilbao, una vez agarrada del brazo, supongo que de su político, yo entraba al hotel Ercilla ellos salían,
Ella me hizo un gesto sin que su pareja la viera para que no la saludase.
La segunda vez, en un batzoki de Bilbao, ella estaba sentada en la barra, yo entré a tomarme una Coca Cola, para saludar a un guarda espaldas bermeano, que a alguien que estaba dentro se las guardaba.
Igual que la otra vez, Fernanda me hizo gestos para que no la saludara, a su político lo vi jugando al mus, luego mas tarde, cuando terminó su partida se instaló en la barra, entre Fernanda y yo, no se quien era, ni su cargo político, ni me interesó, me pareció muy mal educado y prepotente por el empujón que me dio para acoplarse entre los dos.
Gaizka, mi amigo ahora no tiene complejos, es un experto, ya no le hace falta nadie para ir a estos sitios, se conoce todos los puticlub, casas de citas y todos estos antros; de Bizkaia, Gipuzkoa, Alava y hasta los del Mediterráneo que es donde el veranea.



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Alvaro Villa Rey
Villarey27 de octubre de 2014

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