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Escaleras a New York

¿Y si el destino pudiera cambiar mi vida y poner las cosas boca abajo para que todas esas cosas que son malas para nosotros se convirtiera en algo bueno?
Era el 11 de Noviembre de 1997, hacía mucho frío quizás más dentro de casa que en la calle. No teníamos ningún calefactor. Éramos séis hermanos y uno en camino. Vivíamos en una vieja casa con una pareja de granjeros. Mamá y Papá trabajaban para ellos. Nos habían alquilado tres habitaciones. En una dormían papá y mamá. En otra dormían los gemelos, Duanne y Billie. En la otra habitación estábamos Nicole y yo.
David y Danny eran gemelos tenían el pelo rubio y los ojos marrones claros. Tenían dos años. El único con el que hablaba sobre todo lo que me pasaba y lo que sentía era con Duanne. Tenía dos años más que yo pero la verdad es que yo sentía como si fuera mi gemelo, era como esa parte de mi que me faltaba. Él me recordaba a mi padre, tenía los ojos verdes y el pelo castaño claro. Billie era el mayor de todos nosotros tenía dieciséis años. Trabajaba con mamá y papá en el campo para los señores Collins y a la vez seguía estudiando. Tenía el pelo de melena castaño oscuro y los ojos marrones claros. Él era nuestro protector cuando algo no iba del todo bien. Nicole era tres años menor que yo. Tenía una melena castaña larga, lisa y los ojos verdes.
La vida en la granja era muy diferente a la de la ciudad. Cada día teníamos que andar ocho kilómetros hasta llegar al colegio. Todos los niños que iban allí eran los hijos de los granjeros, éramos muy pocos y nos reunían a todos en una misma clase. Allí había de todas las nacionalidades. La mayoría de nosotros no teníamos apenas dinero salvo los dos hijos mayores del ganadero Walter. Creían ser los dueños de todas las tierras del condado de Arizona. Los odiaba, el más pequeño de ellos tenía mi edad, siempre se metía conmigo y en más de una ocasión habíamos llegado a las manos.
Siempre decía que los chicos del agujero no teníamos ninguna oportunidad. Billie salió en más de una ocasión en mi defensa lo mismo que Duanne, pero éste a diferencia de Billie realmente quería pegarle. Billie hacia como si no escuchase nunca nada tan sólo se limitaba a decir “volvamos a casa”. Duanne se peleó con él la semana pasada y Billie ni siquiera los separó no sabía a que familia pertenecía. Cuando Duanne o yo volvíamos a casa después de pelearnos papá nos defendían aunque mamá muchas veces nos daba encima de los golpes. Decía que éramos una familia sin dinero pero con clase y que las peleas eran para los indigentes. Siempre nos llevábamos bien con papá. Él nos llevaba a pescar o a cazar algo para la cena o nos llevaba en la furgoneta cuando iba a la ciudad.
Mamá estaba embarazada pero aún así seguía trabajando en el campo, no podíamos permitirnos ese lujo. La noche en la que nació Jon mamá estaba en el campo. Era uno de esos días de invierno donde el viento soplaba con fuerza y la lluvia era tan fría que te paralizaba la cara. Las manos se te quedaban congeladas y no podías coger nada con ellas. Duanne, los gemelos y yo estábamos en nuestro cuarto con una manta liada y contando historias de miedo. Entonces se oyó gritar a mamá. Billie salió de su habitación hacia el campo, mamá estaba en el suelo mientras gritaba.
Duanne y yo salimos detrás de Billie y Nicole se quedó al cuidado de los gemelos.
Papá había ido a la ciudad a por unas cosas que le había encargado el señor Collins para los cultivos. Tumbamos a Mamá en la cama y yo salí en busca de la señora Collins mientras Duanne y Billie hacían lo que podían.
La señora Collins solía estar en la casa de la Señora Fairbanks un kilómetro más lejos de nuestra casa. Eché a correr todo lo que pude hasta que llegué allí.
-Señora Collins, por favor la necesitamos mamá va a dar a luz.
-¡Oh dios mío!-decía mientras se incorporaba en dirección al coche.-Buscaré ayuda, la doctora Hultz está a dos kilómetros más arriba iré en su busca.
Tanto mamá como el bebé estaban fuera de peligro, pero papá aún no había vuelto a casa.
Era por la mañana temprano, todos estaban durmiendo, la señora Collins preparaba el desayuno mientras el señor Collins había salido a dar una vuelta en su coche.
Jamás olvidaré aquel día, eran ya cerca de las once y media, estaba en mi cuarto con Duanne y los gemelos cuando llamaron a la puerta. Dos hombres de uniforme estaban junto a la señora Collins mientras sostenían entre sus manos sus gorras azul marino. Duanne salió al pasillo, yo estaba detrás suya. La señora Collins guió a uno de los policías hacia la habitación dónde estaba mamá. No pasó mucho tiempo cuando escuchamos los lamentos de mamá mientras daba vueltas en la cama. La señora Collins se quedó con mamá en la habitación y los dos policías se marcharon.
Papá había muerto anoche en la carretera. Ahora sin papá no podíamos seguir en la granja, necesitábamos conseguir dinero para poder vivir, no teníamos nada, Duanne, Billie y yo podíamos trabajar si dejábamos de un lado los estudios, pero Nicole y los gemelos no, eran tan pequeños.
Volvimos de nuevo a nuestra antigua casa en la ciudad, aún estaba sin alquilar, el barrio en dónde estaba no era muy afortunado y supongo que la gente no acepta la peor casa que tienen a la venta para vivir, pero nosotros no podíamos pagar nada más. El pequeño Jon se quedó con los señores Collins, aceptaron hacerse cargo de él hasta que mamá ahorrara algo de dinero. Entonces volveríamos a por él.
De una forma u otra estábamos de vuelta, en nuestro barrio, nuestro instituto... en fin nuestra antigua vida pero ahora sin Papá. Mamá no hacía nada más que vagar de un lado a otro cómo si fuera un fantasma. Y las cosas entre nosotros se enfriaban.
Pasó un año en el que mamá estaba de un trabajo en otro cómo un nómada y nosotros habíamos empezado el nuevo curso. Este año daba mi gran paso, del colegio al instituto, los gemelos también daban su paso al colegio aunque al de preescolar y estaban ilusionados.
Los dos primeros meses estuvieron bien, la gente parecía amable sino te metías en sus asuntos y algunos eran buena gente de verdad. Pero cuando llegó Noviembre fue el mes de los problemas, uno detrás de otro casi no me recuperaba cuando otra vez estaba en el agujero.
El tiempo había anunciado la llegada de una gran ola de frío en los estados de Ohio, Nebraska, y acababan de cortarnos la luz. Principalmente era la luz o la casa y como es lógico optamos por la casa. Billie había dejado definitivamente los estudios y había empezado a trabajar a jornada completa esa misma semana en un restaurante de comida rápida. Robaba toda la comida que podía y nos la traía a casa. Pero a pesar de eso el sueldo de Billie y mamá no era suficiente para poder recuperar la luz en ese frío mes de Noviembre.
David, uno de los gemelos estaba enfermo y no paraba de llorar durante todas las noches. Y como era normal en niños tan pequeños le seguía su hermano Danny. Mamá había buscado otro trabajo y ahora con David enfermo teníamos que turnarnos entre Duanne, Nicole y yo para hacernos cargo de él.
Cada día odiaba más a Nicole, se creía la modelo del instituto, nada más que hacía que tontear con todos los niños y liarse con todos. Se lo tenía subido a la cabeza desde que empezó a salir con uno de los jugadores del equipo de baloncesto. Todo el mundo sabía realmente cómo era ese niño menos ella, todas sabían que buscaban los chicos del equipo pero uno de los defectos de Nicole es que no veía la realidad cuando la tiene delante. Cada día cuando llegaba la hora de salir a casa cada uno volvía por su camino. Yo tiraba aunque fuera el más largo contad de no encontrármela. Esta vez volvía por el camino de siempre ya que sabía que Nicole tenia que ir a recoger a Danny al colegio. Volvía a casa cuando al llegar me encontré a Nicole en la puerta con su novio. Entré dentro y solamente estaban David y Duanne.
-¿Dónde está Danny?-preguntó Duanne.
-No lo sé, le tocaba a Nicole ir a recogerlo.
Duanne salió a la puerta y le preguntó a Nicole. Está simplemente se llevó las manos a la cara. Desde dentro se escuchaba a Duanne gritar. Salí fuera.
-¿Qué ocurre?
-Nicole ha perdido a Danny.
-¿Cómo que ha perdido a Danny?
-Estaba detrás nuestra mientras volvíamos a casa, creí que estaría dentro.
-Pues no está dentro.
Duanne cogió su bicicleta y comenzó a recorrer el camino que había hecho Nicole. El novio de Nicole se fue y nosotras nos metimos dentro de casa. Pasaron dos hora cuando volvió Duanne y trajo con él a Danny.
-¡Oh Danny! ¿Dónde te habías metido?
Danny estaba llorando y no nos miró a la cara se metió corriendo en su cuarto a jugar con uno de sus camiones.
Duanne me miró y se encogió de hombros.
-Lo encontré en un banco del parque. No ha dicho nada durante todo el camino.
Entré en el cuarto de Danny y lo cogí en brazos.
-¿Qué te pasa? ¿te has asustado mucho en todo el tiempo que has estado solo?
Danny seguía sin hablar tan sólo cogía su camión entre sus pequeñas manos y lo hacia recorrer entre su brazo izquierdo como si de una carretera se tratase. Intentaba a la vez escarparse de mis brazos.
-Danny estate quieto se te esta saliendo las camisetas y vas a coger frío.
Me quedé un rato mirándole la cintura y le levanté por completo las camisetas. Tenía desde la cintura hasta la espalda llena de hematomas y arañazos.
-¡Dios mío! ¿quién te ha hecho esto?
Danny no contestaba y continuaba con su camión.
-Escucha Danny ¿quién te ha hecho eso?- le volvía preguntar mientras le quitaba su camión de las manos.
Entré dentro del salón y le di un puñetazo en toda la boca a Nicole.
-¿Qué demonios te pasa?
No contesté y seguía dándole por todos los sitios dónde pillaba hasta que Duanne nos separó.
-¡Basta ya! ¿Qué se supone que os pasa? ¡Habéis despertado a David!
-Que te lo explique Sam que es la que sea ha echado encima mía como un demonio.
-¿O quizás deberíamos de preguntárselo a tu novio?
-Explícate Sam, dime ¿qué está pasando?-exigió Duanne.
Cogía Danny y le levanté la camiseta. Duanne cogió a Danny en brazos y luego miró a Nicole.
-¿Tú novio ha hecho esto a Danny?
Nicole no decía nada tan sólo miraba con arrepentimiento a la espalda de Danny.
-¡Responde!
-Sólo fue una vez, ya sabéis que Danny se pone muy pesado a veces y Scott tiene muy mal carácter...
-¡Por el amor de Dios tiene tres años, Nicole, tres años! Escúchame bien Nicole, eres lo peor de esta familia.
Duanne no dijo nada más dio un portazo y se metió en el cuarto de David.
Nicole se levantó y se fue a su cuarto. Al día siguiente a la salida Duanne dio una paliza a Scott pero cuando este enganchó a Duanne el director lo pillo y lo expulsó del instituto. Tenía tres faltas graves y ésta fue la despedida en el instituto. Duanne fue amonestado y lo mandaron a casa tres días. Lo bueno en estas situaciones era que mamá nunca se enteraba de estas cosas. No había teléfono en casa y el correo llegaba a nuestras manos antes que a nadie.
Un mes después ...
Era por la mañana temprano y como de costumbre nos levantamos para desayunar e ir al colegio. Entré en el cuarto de Duanne que era el último en despertarse dormía con los gemelos y casi siempre se despertaba por las noches si ellos necesitaban algo. Y ahora con David enfermo, pasaba las noches en vela cuidándolo y consolándolo cuando despertaba por las noches llorando.
Danny se levantó y empezó a echar carreras hasta el baño con Duanne. Serví los desayunos encima de la mesa y volvía a la habitación para despertar a David que seguía acostado. Empecé a moverlo suavemente de un lado a otro hasta que llegó Duanne.
-¡Dios mío!
Duanne cogió a David en brazos y corrió calle abajo hasta que al doblar la esquina se encontraba la casa del doctor Watson, nuestro pediatra de confianza.
-Es curioso como uno no se acostumbra a caer realmente estás de rodillas cuando crees estar de pie, todo ocurre cuando menos los esperas. Quizás dios tenga marcados nuestros caminos y todo ocurre por una razón pero siempre hay cosas que nunca llegaré a entender, tan sólo tres años... tenía todo por descubrir tantas cosas que le quedaban por hacer... Aún le quedaban muchas navidades por disfrutar, muchas velas que soplar y cosas que aprender y eso es lo que más me duele que se vaya sin conocerlo. Jamás sabré cuál era su visión del mundo y si podía cambiársela de alguna forma que descubriese que todos tenemos algo en especial y él lo era. Porque todo había sido tan difícil para él a su corta edad, no he tenido el tiempo suficiente para decirle que lo quería y que aún lo quiero. Que cuando estemos sentados comiendo seguiré poniendo su mantel y su plato porque creo que de un momento a otro llegará con sus pequeñas manos manchadas de tierra y esa sonrisa en la cara que aunque no es el mejor momento te provoca otra sonrisa. Que lo voy a echar de menos cada vez que me acuerde de él, como no voy a echarle de menos. Sé que esta ahora a salvo en la estrella que más brilla de todo el cielo y que allí donde esté seguirá provocando sonrisas. Siempre te querremos.
David Parker 1995- 1998 “Algunas veces Dios llama a sus ángeles demasiado pronto” 22-12-1998.



Violeta14 de junio de 2010

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