Escribo para no morirme de tristeza, cada palabra que escribo se derrama como sangre, solo que ésta sangre es del corazón, ósea más abundante, revoltosa y viva, no conserva malicia, no se intoxica, y se desborda en cada cruel y sadico pensamiento hacia el manifiesto malcriado de una sociedad que solo ve novelas y futbol; que llora por la protagonista o por el gol hechizo...