Se levantan las letras de sus fosas
levitan los versos tristes
intentando evitar la zozobra
de un cosmos que se escapa
en sus costuras y guarismos.
Un sepulcro azabache guarece
lo que un día fue ternura
y se ha convertido en cinismo
albergando la ignominia
de la sinceridad perdida.
Salgo de las catacumbas
en busca del amor marchito
pero los fantasmas del dolor
me destrozan por dentro
alimentando mi desdén.
Siento las fauces frías del mal
arañando mis entrañas
una descomposición putrefacta
que me atenaza por dentro
y envilece mi roto corazón.
Una calavera marmórea
yace sobre la losa descarnada
las ideas sobrevuelan
un mundo rodeado de incertidumbre
un alma dolorida y maltrecha.
Las palabras las lleva el viento,
el trovador aniquilado
en su camino a la soledad
recuerda versos extraviados
y besos susurrados al oído.
La vida es un murmullo
a la orilla de un río,
el querer es una pena
que se ahoga en el estío
mientras fluyen frescas aguas
que nos llevan al olvido.