Solo la vida te impide vivir la verdad de la muerte, el auténtico gozo de desaparecer y volverte volátil como una nube camino a las estrellas o un paisaje que se pinta de retazos verdes, azules y blancos, de bosque, agua y cielo.
Una amalgama de sentimientos intentando degradarte y transferir la consciencia de tu mente al mandato de la cruz y sus secuaces, mercachifles y vocingleros, ocultos tras la sotana de la impunidad y el vicio de la pederastia, que se ocultan tras la ilusión de un mundo nuevo por venir, en el que ninguno de nosotros estaremos.