Regresó larga y esbelta. Como las otras. Una flaca común y silvestre que no tenía por donde ser asaltada.
¿Dónde estaba aquella curva doble al final del espinazo donde podía enterrar sus dedos y apretar y apretar en un masaje hipnotizante de gato de casa hasta que la piel se tornaba rubicunda y caliente?
La dejó con una sonrisa congelada en el rostro cuando le cerró la puerta.
Esa no era su gorda.
Me ha gustado mucho. Quizá ayude a alguna jovencita que pretende que para ser hermosa tiene que usar una talla 34. Cada cuerpo y cada estructura es tal y como la sacó la Naturaleza y a ella no se le puede enmendar la plana. Que lo aprendan los diseñadores o más bien los dictadores de la moda
Es bueno olvidarse del aspecto físico, la hermosura no siempre es salud, sin embargo por guardar una apariencia, mmmm no vale el sacrificio. Soy gordita y feliz, más la salud cobra su cuenta jajaja
Un abrazo
Parece que somos del mismo club. Qué aburrido sería el mundo si no hubiese diferencia de tallas ¿verdad?.
Gracias Beth, Voces de Libertad e Iris por comentar.
Saludos. :)