La Formula
Llega la noche y la cita es ineludible dispuestos a dormir como pareja sabiendo de antemano la moraleja, de mano de la rutina el amor se aleja, no se queja simplemente te deja.
Acostarse con el miedo a levantarse con la duda, despistar al sueño entre bostezo y bostezo así jiras y jiras en la rueda.
Jugar al disimulo con los sentimientos, remanso de dejadez tumbado en la bahía del que no quiere.
Abonado inseparable de la derrota das por hecho que tu vida está rota, guerrero de retaguardias te muestras rendido simplemente por sentirte herido y no querido.
Dicen que la vida se compone de pequeños momentos, pero ¿Cuál es la unidad de medida? Hay momentos que pueden durar lo que dura un leve guiño y acompañarte por toda una vida. Y los hay que subyacen a tu lado y continuamente te dan de lado.
Si el amor fuese asignatura cuantos nos veríamos en la repesca de septiembre, y el que se crea ducho en la materia que no se descuide y tiemble no sea que sin saberlo el desamor siembre.
Las relaciones a veces se convierten en bodrios guiones de series B, nosotros convencidos de conservar los derechos adquiridos persistimos haciendo que no se ve. Borrada la improvisación y la imaginación interpretamos nuestro papel. Pequeños actores sin más público que la soledad nos mecemos en el escenario de la necedad.
Qué fácil es pronunciar un te quiero y que difícil un ya no te quiero cuando los dos dependen del querer.
Como solución nos ponen en el plato de primero Terapia de pareja, de segundo Sin mentiras y engaños, y de postre un buen polvo de broche.
Yo me niego a ser alumno del amor pautado, sencillamente el amor es eso amor, si está no necesita de protocolos ni hojas de ruta. Basta con un cruce de miradas. Como el mejor de los platos tendrá su receta, podremos seguir al paso cada ingrediente pero el que te asegure el éxito te miente.
El día que se invente la fórmula del amor se abra terminado todo su valor pues en el amor uno más uno no siempre son dos. Y un te quiero no es igual a otro te quiero. Acaso podemos aplicar la ley de la gravedad al amor, yo creo que no, más bien la de la brevedad.
Y ahora esclavo de mis miedos vuelvo a mi mazmorra, desde lo alto me agarrado de cuclillas a los barrotes distingo luces. Tal vez mañana busque la llave que el corazón abre.
PD: Ahora solo tienes que saber reconocer ¿En qué lugar te encuentras tu?
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