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Correr

Atrabancado apuntaba al mar, donde algo habría que le salvara. Es muy fácil decidir cuando todo se reduce a una sentencia tan sencilla como “no vivo si no corro”. Así que siguió adelante con su carga y creciendo en victoria y en cansancio. En otro lado alguien habría que le necesitara más veloz, menos fatigado. Por eso extendía una pierna fuera de los límites que le hubiera supuesto, y luego la otra. Correr al infinito que es un solo punto con una dirección bien definida, y que tiene un sabor muy específico y que se siente mejor que todo lo demás. En el infinito le deseaban más aprisa y menos rendido. Detrás algo también se movía, con el único propósito de alcanzarlo y devorar su victoria y su cansancio. Y se estaba acercando. Probablemente pensara en el viento que olía a brisa marina y que sonaba a vacío y a trueno por lo rápido que iba. Pero más probable es que pensara en su cuerpo y en la necesidad de seguir corriendo. Que vano era ponerles en balanza, pero que inevitable. Y era claro cual pesaba más y pesaba más con cada alarido de la bestia que le quería y se acercaba. Cuando entendió y se sintió en calma pensó primero en la fragilidad humana, en la culpa que se amontonaba en su garganta, en una coordenada particular de su nuca. Pensó después en las palabras que dijo, en las promesas que hizo. Y ya al final pensó en aquello que le mataba.
Abrahamsaucedocepeda02 de febrero de 2009

1 Comentarios

  • Artalia

    yo cuanto m?s corro m?s se acerca la bestia que me matar?. Salud.

    03/02/09 12:02

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