Va solita, porque solita queda en la pradera y en todo el universo, la chamaquita que otrora le llamaran altanera. Balbucea por ocio unas palabras que riman en su cabeza con lluvia y otras con mañana. Se le hace que está fresco el día, y cierto que fresco está pues ya no abrigan el mundo las calurosas humanas maneras, ni las guerras ni las furias extrañas. Cumple años cuando lo desea porque el calendario no lo recuerda y le fascina pensar en los besos dulces y en los dulces que le dieran sus padres, si permanecieran. Dedica un día cualquiera a imaginar perros y enseguida salen los perros de sus cuevas. Dice con vocecita chistosa que los pajaritos son buenos y de nuevo pían y vuelan. Hace chapulines, abejas, ecosistemas, estrellas, cucharas. Recrea las nubes y pone sombrillas dondequiera. Y otra cosa no necesita el mundo y así se queda con su única reina, a ver que pasa.
