Quisiera poder vivir en la simpleza de un mundo sin color;
Invisible en el cielo y peón en el infierno,
Asesinato sin odio, sexo sin amor.
Cambiar de convicción como de gesto
Y romper cada efigie tallada en la memoria a punzante cincel
Para despertar abrasado en los mismos vicios cada día
Y yacer cual rumiante cebado por el pragmatismo de mi frívola verdad.
Feliz, envuelto por un hálito de mágica ignorancia,
Sin cuestionar ni cuestionarme,
Siempre con una escalera real de color en mi mano de cartas;
sucia prostituta
, carismático sacerdote, poderoso rey
profeta.
Indiferente ante la guerra,
Ciego a las nuevas formas de la esclavitud,
Febril amante del mundo establecido.
Ser el Diablo en vez del Ermitaño en el tarot de la vida
Para no enfrentar nunca al aticismo catártico de la Muerte.