Bien, experiencias, eso es lo que me ha llevado hasta aquí, a escribir esto, esto que llamaré realidad, realidad que un día tapé con cuentos, cuentos que yo mismo me creí. Creí eso que decían de que el amor es maravilloso, verdad a medias, lo es, sí, pero nadie habla de cuando se acaba...
Princesas, sí, existen, pierden zapatos y dejan de serlo a media noche…
Esa palabra que alguien inventó por una absurda razón, siempre, siempre será nunca, no hay más. Es como un concepto que supera los límites del ser humano y su capacidad para entenderlo, o quizás sea yo que aún creo que nada es para siempre.
Rarezas. Veo cosas extrañas, y extraña es ya la vida de por sí, no sé, me siento confundido, estaba más cómodo en mis cuentos, besando ranas que se volvían princesas y viceversa. Paso corriendo por los lugares que un día contemplé, inundo de recuerdos ventanas y balcones que se cerraron y por los que no se asoma Julieta a escuchar palabrería barata.
Canciones pegadizas que un día desafinaron, y hoy las melodías de antaño suenan a ruido. Cualquier tiempo pasado parecía mejor, en la ignorancia se vive cómodo, vives entre las nubes, te leen cuentos y te vas a dormir, creyendo que es todo maravilloso, pero un día el dolor llama a tu puerta y la alegría se te indigesta.
Sabores que antes eran amargos, hoy saben dulces en Navidad y cuando llevas dos copas de más, o de menos.
No busco explicaciones, porque ya he entendido, que las cosas buenas de la vida están desordenadas con las malas, y si lloras dos días, uno será de alegría y otro porque esta se esfumó, que vivimos entre cuentos y la cruda realidad, unos cantando, otros llorando… pero son capítulos que nos llegan a todos, cuento o realidad, aquí estamos, vivos para contarlo.

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