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En Memoria a Los Fallecidos Del Titanic...

Si alguien lee esto, significa que yo ya no estoy en este mundo. Ni yo ni los admirables músicos de la Wallace Hartley Band, ya que hemos tomado todos juntos la decisión de no abandonar el majestuoso barco del Titanic hasta el final. Parece ser que debido a un choque con un glaciar el barco se está hundiendo. Y eso ha provocado el miedo, o más que eso, el terror y el pánico de todos los pasajeros. Ya no hay diferencia entre los ricos y los pobres, pues todas sus vidas valen lo mismo ahora y en su cara se refleja la misma desesperación. A pesar de que se nos encoge el corazón de ver a la gente llorar, correr de un lado a otro con desorden, sin saber donde ir, buscando a gritos a sus familiares hemos estado tocando en el salón de primera clase. Fue un intento por quitar dramatismo a la situación e intentar que los pasajeros se calmaran. El capitán pasó con prisas por el salón hace un rato y se sorprendió de vernos tocando aún. Con semblante grave nos preguntó “¿Qué hacéis todavía aquí insensatos? El barco se hunde. Deberíais preocuparos por salvar vuestra vida. Vuestro contrato ya no vale nada.” Yo le dije “Señor, nuestro trabajo no acabará hasta que el agua se lleve nuestros instrumentos.” Entonces él respondió “No sabría decir si lo que vais a hacer es de estúpidos o de valientes. Pero una cosa es segura… Pase lo que pase no quedaréis en el olvido.” Y con semblante grave se ha marchado, seguido por unos cuantos almirantes preocupados. Todo el mundo tiene miedo. Cuando la gente empezó a salir a cubierta decidimos seguir tocando allí. Hasta el final. Y el barco sigue hundiéndose. Y los gritos no cesan. Pero yo no dejo de agitar la batuta, porque eso es lo que mis músicos esperan de mí, Wallace Henry Hartley, director de la Wallace Hartley Band, de los músicos más valientes que he conocido en mi vida; Roger el chelista, Fred Clarke, P.C Taylor, G.Krins, Theodore Brailey, Hume y Woodward. La gente se empieza a arrojar al mar, donde las bajas temperaturas del agua les hacen gritar. . He visto a hombres fuertes llorar, a madres de tercera clase dando sus hijos a las señoras ricas de los botes, a un anciano sentado en un sillón, simplemente esperando lo inevitable, a una chiquilla llorando en un rincón sin que nadie le prestase la mínima atención. Y yo debo dejar de escribir, arrojando esta carta al mar en una botella, esperando que alguien la encuentre cuando vengan los barcos de rescate. Por último tocaremos “Neareer, oh God, to Thee” (Más cerca, oh Dios, de ti). Nunca me hubiera esperado este final, pero lo interesante de los finales, es que nunca sabes cómo pueden ser. La música es nuestra vida, y la muerte tendrá que arrebatárnosla a la fuerza.

Wallace Henry Hartley.
Afew12 de abril de 2012

4 Comentarios

  • Libelle

    Es una historia apasionante llena de misterios y una gran tragedia besos

    12/04/12 07:04

  • Luko1791

    La mejor despedida que he leído, y muy adecuada a una efemérides como hoy

    12/04/12 07:04

  • Delofe

    buena conmemoración!!!

    13/04/12 12:04

  • Afew

    me alegro de que os haya gustado, muchas gracias a todos por leerme :D

    18/04/12 09:04

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