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Alma Indomable Capitulo 3

Alma indomable
Capitulo 3
Vidas cruzadas

En un Club nocturno de la gran ciudad de Miami se encontraba la figura de una mujer que por algún motivo había entrado a ese lugar con el propósito de embriagarse y olvidarse de todo lo que le había ocurrido durante ese día. El Club era de clase alta y muy bien decorado y extenso, la mayoría de las persona que se encontraba en ese lugar eran hombres acompañados de jovencitas con el propósito de pasarla bien esa noche, pero la mujer que había entrado hace poco, estaba sola y con el vestido roto, todo el mundo que la veía parecían hablar a su espalda pero a la mujer no le importaba, lo único que le importaba era beber y estar sola. Muy cerca de allí la fiesta del yate de Charles Down había acabado con los mejores resultados, eran casi las doce de la noche y la mayoría de los invitados ya se había ido a sus casas. Enrique Montenegro Mendosa se había despedido de su gran compañero Charles y como los demás se marcharon de la fiesta, no estaba cansado así que decidió recorrer un poco la ciudad, en su recorrido se detuvo en un bar lujoso a tomar su última copa.
- Si que tiene estilo este sitio – menciona Enrique al entrar al lugar.
- Muy buenas noches caballero, sígame por aquí- menciona una camarera que al ver a Enrique no duda en atender.
- Claro- responde el caballero. Mientras tanto una joven estaba sentada en el bar tomándose otra copa de licor.
- Debi esta es la quinta copa que te sirvo, porque mejor no te vas a descansar- menciona un hombre que al parecer era él que atendía el bar del lugar.
- Yo me iré cuando quiera todavía no estoy borracha, no sabes él día que tuve y por cierto puedes llamarme Lizeth, sirve otro plis- menciona la chica.
- Así que por fin decidiste decirnos tú verdadero nombre- menciona el camarero.
- Por culta de ese maldito de Arturo- menciona la chica.
- Ya hace mucho que nos conocemos Debi…. Quise decir Lizeth, que es lo que te pasó esta vez- menciona el camarero mientras limpia unas copas.
- Mateo estoy cabreada porque los hombres no son más que unos acojonados, se acojonan de todo- le menciona la chica al camarero que se llamaba Mateo y que conocía a la chica.
- Siempre con lo sismo mujer, tu no cambias, tú problema es que le tienes rabia los hombre.
- Rabia jajjajajaja, Mateo me parto de verdad, lo que me pasa es que los hombres se creen que tienen todo el derecho sobre una mujer y hay algunas estúpidas que se dejan humillar por sus maridos o amantes uyyyyyyyy que rabia me da- menciona Lizeth acabándose de un trajo el licor.
- Es cierto hay algunas mujeres que solo se casan para vivir mantenidas de sus maridos y no les queda más que aguantarse, pero también hay fierecitas que no se dejan de nada ni de nadie como tú- dice Mateo sirviéndole otra copa.
- Todas las mujeres deberían ser como yo o casi como yo, y por cierto como te va con tu pareja?- menciona la chica.
- La verdad es que estoy bien, nos llevamos bien- menciona Matero
- Solo bien? Ya lo hicieron? O todavía no lo desfloras?-menciona la chica con tonito sarcástico.
- No lo hemos hecho, queremos espera un poco más-menciona el hombre un poco sonrosado.
- Como quieras es tú relación y no soy quien para meterme en eso.
- Y tu Lizeth?
- Yo qué?
- Como te van con el amor?-menciona el camarero.
- La palabra amor no existe en mi vocabulario y ni en mi vida,-menciona Lizeth.
- Como me imaginaba, déjame decir que enamorarse no es tan malo como lo pintan algunos- menciona el hombre a la chica.
- El amor es solo para débiles y estúpidos, yo no necesito eso, lo único que necesito y quiero es poder librarme de Claus de una vez y por todas y marcharme lejos, pero esa maldita promesa que le hice a Claus no me deja, solo quedan tres años para que pueda ser libre.
- Pero Claus siempre te ha tratado como una hija, él nunca se ha aprovechado de ti en ningún momento-menciona el camarero un poco serio.
- Lo sé, pero no quiero estar amarrada a nada ni a nadie solo quiero ser libre acaso es mucho pedir?- menciona la chica agachando la cabeza. Mientras tanto sin querer había alguien que estaba escuchando la conversación de Lizeth y Mateo y decide acercarse al bar donde estaba Lizeth y el camarero.
- Camarero un Vodka escocés por favor- el hombre que sé acerca al bar y escuchó la conversa no era más ni nada menos que Enrique que había reconocido a la joven.
- Ahora mismo caballero- el camarero se dispuso a servirle el licor.
- Disculpe señorita, está sola?- menciona Enrique.
- No, estoy acompañada de mi novio que fue a mear al baño y no debe tardar, así que adiós- menciona la chica sin ni siquiera mirarle.
- Vaya pues yo juraría que no vino con nadie y que está aquí más sola que la luna- menciona Enrique sentándose en la otra butaca alado de Lizeth.
- Sabe qué? tiene razón no vine con nadie sabe porque?- menciona la chica parándose y mirándole a la cara.
- Lizeth por favor no vayas a hacer otro escándalo por favor!!-menciona Mateo.
- Me lo imagino, una mujer como usted será difícil de soportar…-menciona Enrique de lo más tranquilo.
- Discúlpeme caballero pero mejor será que se retire-menciona el camarero.
- Acaso este no es un lugar público? Si ofendí a esta señorita no era mi intensión.
- Ofenderme dice? Las personas que hablan como usted no me ofenden, me dan asco y repugnancia, no se equivoque con migo señor, no soy de las que se ofenden con unas palabritas-menciona Lizeth mirándolo fijamente.
- Vaya, entonces no arregla usted sus problemas con diálogos?-menciona el hombre que se acababa de levantar y también la miraba fijamente.
- Eureka, lo ha adivinado, yo suelo usar algo más que diálogos absurdos para arreglar mis problemas, quiere comprobarlo?-menciona Lizeth acercándosele.
- No es necesario, ya lo pude comprobar hace unas hora en la fiesta del yate-menciona Enrique levantando una ceja.
- Acoso usted estaba en esa fiesta?-dice Lizeth.
- Si y pude observar su pequeña pelea con ese hombre-dice Enrique.
- Entonces ya pudo contemplar que es lo que les pasa a esas personas que me incomodan o que me aburren- la conversa de Lizeth y Enrique cada vez se iba acelerando más y más.
- Lizeth por favor no quiero tener problemas vete de aquí, él es un hombre muy importante y conocido, no cometas una locura en la que ni siquiera Claus podrá ayudarte-menciona el camarero.
- Tienes razón, me voy esto me aburre y mucho, nos vemos Mateo y disculpa las molestias- la joven se retira muy rápidamente, si no fuera por Mateo Lizeth hubiera perdido el control.
- Que tenga buenas noches señorita-menciona Enrique en voz baja.
- Perdone caballero mi amiga es un poco…- Enrique no le dejo terminar la palabra cundo se retiro sin decir nada, solo cogió su abrigo y se retiro del lugar.
Lizeth había pedido un taxi para dirigirse a su departamento que estaba ubicado en el centro de la ciudad, el alquiler de los departamentos en el centro eran más caro pero Lizeth no tenía problemas de pagar el alquiler ya que ganaba un buen mensual y no se podía quejar. Al llegar a su destino la mujer le pago al taxista y se bajó del taxi y pudo observar que en la entrada de su edificio se encontraba sentada una mujer que le resultaba familiar.
- Solo me faltaba esto, encontrarte aquí- Lizeth mira a la mujer que estaba sentada justo al lado de la entrada de su edificio.
- Hola otra vez, -menciona la mujer.
- Nada de hola, acaso me has estado siguiendo?-menciona Lizeth mirándola de mala marera.
- No, es que yo también vivo aquí, bueno vivía aquí-la mujer agacha la cabeza, con un poca de vergüenza.
- Y como es que no te he visto antes?
- Es que no pasaba mucho tiempo aquí, me la pasaba viajando a muchos lugares muy hermosos-menciona la mujer
- Claro ya comprendo aquel cerdo de la fiesta era tu amante y como ya le cortaste ya no volverás a ser su perrita no es así?-menciona Lizeth con sarcasmo.
- Si, esa es la verdad, hora que corté con él ya no tendré esos lujos y lo malo es que me quitó la mensualidad que me estaba dando y ya no podré pagar el alquiler del piso y la verdad es que no sé qué hacer estoy desesperada -mención la mujer abrazándose así misma.
- Ves lo que pasa si te enredas con personas que no valen la pena, una mujer debe aprender a vivir de si misma, no esperar a que otros la mantengan-de repente comenzó a llover y hacer frío.
- Tienes razón yo solita me busqué esto, te agradezco nuevamente que me haigas salvado la vida.
- Será mejor que busques un lugar para pasar la noche, ya es muy tarde-menciona Lizeth entrando al edificio- a Lizeth no le daba ninguna pena dejar en la lluvia a esa pobre mujer que se había quedado sin un techo donde vivir.
Lizeth entro a su departamento, encendió las luces, cogió una copa y se sirvió un trago mientras miraba desde su ventana a la mujer que se había quedado sin un techo.
- Pobre estúpida, por eso no hay que dejar que ningún sentimiento bueno crezca en el corazón de una mujer porque si lo haces los hombres te humillarán, te someterán a ellos y te romperán el corazón-Lizeth se acabó su copa y se dirigió a su habitación a descansar.
Mientras tanto enrique había llegado a su departamento, se sentó en el sofá y encendió un puro luego se sirvió una copa.
- Hoy ha sido un día muy divertido e interesante, creo que voy a aceptar hacer negocios con ese tal Claus y al tener contactó con ese viejo tú y yo nos volveremos a ver las caras, porque estoy seguro que esa fierecita del Club y de la fiesta son la misma mujer de la que todos hablan “la mujer de la débil sonrisa” la máquina de matar de la TTPK-menciona Enrique recordando a la mujer de hace un rato.
Eran casi las diez de la mañana y Lizeth seguía durmiendo hasta que fue despertada por el timbre de la puerta.
- No hay nadie en casa así que sea quien sea márchese y déjeme dormirrrrrrrrr- Lizeth grita para que la persona que estaba tocando el timbre se fuera, pero de nada sirvió seguían tocando el timbre, Lizeth no se lo pensó dos veces cogió una pistola de la mesita de noche y corrió a abrir la puerta con la intensión de asesinar a la persona que no le dejaba dormir.
- Buenos días li……..- era Arturo que ahora mismo se encontraba can una pistola apuntándole la cabeza.
- Dame un buen motivo para no matarte pedazo de perro - menciona Lizeth con un gran cabreo.
- Me manda Claus-menciona el chico con las manos había arriba.
- Maldición, si no fuera porque te manda él en este instante eras hombre muerto, entra y cierra a puerta- Arturo entro y cerró la puerta y acto seguido se sentó en el sofá, el departamento estaba desarreglado y un poco sucio.
- Lizeth deberías de limpiar un poco este departamento- acto seguido se levantó hacia la cocina y abrió la nevera con el objetivo de comer algo, pero solo encontró cerveza y más cerveza.
- Canta de una vez, para que te mandó Claus, si es por lo de ayer, yo ya le explicaré lo que pasó - menciona Lizeth.
- Si claro, pero él quiere verte ahora así que será mejor que te des un buen baño para despejarte un poco, mientras yo te limpio un poco este desastre y voy a comprar alguna cosa para desayunar.
- Bueno, pero ni se te ocurra tocar las armas que tengo en mi habitación, me has entendido?-dice Lizeth dirigiéndose al baño. El muchacho se encaminó a comprar el desayuno pero se encontró con una mujer durmiendo en el piso y de repente se le ocurrió una idea o más bien una locura.
Había pasado una media hora cuando de repente Lizeth escucho voces en la cocina, le extrañó mucho porque escuchó la voz de una mujer y esa voz le sonaba muchísimo, la mujer salió del baño envuelta en una toalla.
- Arturo con quien estás hablando?- la mujer se quedo impactada con lo que había visto, en su casa, en su cocina, sentada en una de las sillas de su comedor se encontraba nada más ni nada menos que la mujer que se había quedado sin casa y sin amante.
- Lizeth, te apetece café o té?- Arturo le preguntó a Lizeth de la manera más natural.
- Pero que hace esta mujer en mi casa Arturo?- Lizeth estaba que soltaba fuego de la nariz, ni en sus peores pesadillas pudo imaginar encontrársela y en su casa.
- Hola de nuevo-menciona la mujer de la noche anterior, levantándose de la silla.
- Déjame que te explique, mira lo que pasa es que mientras iba a comprar me la encontré durmiendo en el piso! puedes creer eso, la pobre me contó que se había quedado sin casa y yo la invite a desayunar con la condición de que me acompañe a hacer la comprar, porque yo solo no podría con tantas bolsas de compra, casi compro todo el supermercado- Lizeth no se lo pensó dos veces cuando en un segundo Arturo estaba en el piso, Lizeth le había pegado un puñetazo.
- Espera a que me cambien, de esta no te escapas imbécil-menciona Lizeth muy enfadada.
- No, el no tiene la culpa, él solo me ayudó por favor no lo mates ni lo golpees por favor- si soy yo el problema no me lo tienes que decir ahora mismo me marcho y Arturo muchas gracias por invitarme a desayunar, me ayudó mucho ya que llevaba un día sin comer-la mujer cogió su bolso y se dispuso a marcharse.
- De ninguna manera, acábate tu desayudo y después hablamos-menciona Arturo levantándose del suelo.
- Pero que estás diciendo!-Lizeth mira a Arturo con gran asombro- está bien hagan lo que quieran-Lizeth se retira a su habitación a cambiarse. Poco después Lizeth sale de su habitación ya arreglada y se encuentra a Arturo y esa mujer sentados en el sofá.
- Ya veo que están muy cómodos, quieren alguna cosa de beber!- menciona Lizeth cruzando los brazos.
- Lizeth, cálmate, primero escúchame después tú decides- dice Arturo.
- Nada de decidir, los dos se me largan de mi casa inmediatamente, fuera!-dice Lizeth.
- Lizeth ella está sola!- pega un grito Arturo- su vida corre peligro, además no tiene a donde ir, se que ahora mismo no me quieres escuchar pero ella esta dispuesta a limpiarte el piso, hacer la comida, hacer la colada y hacer la compra que te parece, tendrás una asistente en tu casa y no tendrás que pagarle, lo único que tendrás que hacer es dejarla vivir aquí. Menciona Arturo muy serio.
- Por favor, te lo imploro, seré tu asistenta y te prometo buscar un trabajo nocturno de lo quesea para pagarte el alquiler si quieres!-menciona la mujer muy seria.
- Claro que no, con ser la asistenta estaría bien!- dice Arturo.
- Acepto, con la condición de que busques un trabajo en la noche, sino no hay acuerdo-menciona Lizeth.
- Estupendo si por supuesto, hoy comenzaré entonces, me llamo Any un gusto-menciona la mujer muy entusiasmada.
- Bien entonces ya sabes que hacer, Arturo que nos vamos!- dice Lizeth dirigiéndose a la puerta de salida.
- Si ahora mismo!- los dos chicos salen dirigiéndose a su trabajo. Lizeth esta vez se fue en su moto y Arturo en su coche. Al llegar a su destino los dos chicos se dirigieron al despacho de Claus. Pero antes de entrar la secretaria de Claus les dijo que esperan porque en estos momentos Claus tenía una reunión muy importante con una persona muy importante. Poco después, Claus pidió a su secretaria que los dos muchachos pasaran.
- Chicos pueden pasar-menciona la secretaria.
- Gracias señorita está muy guapa-menciona Arturo- al entrar, los chicos pudieron observar que Claus no estaba solo, lo acompañaban dos personas que estaban despaldas a ellos.
- Buenos días chicos, pasen por favor les voy a presentar a estos caballeros- los dos hombres que estaban a sus espaldas se dieron la vuelta.
- Quienes son jefes-menciona Arturo.
- Ellos son Enrique Montesinos Mendosa y su abogado, desde este momento nuestra organización trabajará con ellos y para ellos- menciona Claus muy satisfecho de negociar con Enrique, mientras que Lizeth se había quedado de piedra al ver al hombre otra vez. Enrique se acerca a saludar a los dos jóvenes.
- Es un gusto conocerlos, joven y señorita-menciona Enrique viendo fijamente a Lizeth.
- Un gusto en conocerlo, pero no lo he visto antes señor?- menciona Arturo.
- Si nos vimos en la fiesta de Charles Down.
- Si ya recuerdo, usted es el empresario que vino de Florida o algo así verdad?
- Si excelente memoria-menciona Enrique.
- Lizeth tu no dices nada- le dice Claus a Lizeth.
- Un gusto, si me permite jefe tengo algo que hacer, permiso- Lizeth se despide de su jefe y se marcha.
- Entonces quiere conocer la instalación-menciona Claus a Enrique.
- Será un honor-dice Enrique.
- Arturo tú serás su guía, hazle conocer todo el plantel.
- Por supuesto jefe, sígame por aquí.- los dos hombres salieron, mientras que Claus quedó un poco preocupado por Lizeth, pero no le dio mucha importancia y volvió a sus quehaceres.
Lizeth no se lo podía creer, cuando salió del despacho de Claus de dirigió a la azotea para poder fumarse un cigarrillo.
- Pero que significa esto…. No lo entiendo, que hace ese imbécil aquí?- Lizeth no podía asimilar que ese hombre sería socio de Claus y que ahora ella tendría que trabajar para Enrique.
Ainokusabi02 de agosto de 2014

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