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Salida Nocturna

Eran las diez de la noche. Me sentía ansiosa. Estaba cansada de la escuela y de los sermones de mi madre. No sé por qué razón esa noche decidí romper con mis hábitos cotidianos nocturnos: cenar, leer un libro, apagar el velador, encender la radio y conciliar el sueño.

Abrí la ventana de mi cuarto y sigilosamente salté a la vereda. Mis padres dormían profundamente y estoy segura de que no escucharon nada.

Me dirigí hacia el parque, me senté en un banco y me puse a meditar sobre los últimos días de mi vida: la pelea con la profesora de matemática, la discusión con Rebeca, mi mejor amiga, y la partida de Guillermo, mi novio, que sin compasión, me abandonó.

-¿Qué hace una señorita tan joven a esta hora? - preguntó un anciano que caminaba sin rumbo.

-No es asunto suyo. No me moleste.- respondí de mala gana.

No estaba de humor para hablar.

¿Cómo seguiría mi vida? No lo sé , dije en voz alta.

La gente iba abandonando paulatinamente el parque y se retiraban a sus hogares a cenar.

Los interrogantes sobre mi vida y lo que tenía que hacer me torturaban. Me relajé y puse mi mente en blanco y me entregué a mi desesperación.

-¡Debes mirar hacia atrás! Recuerda como eras a los trece años.

Me sobresalté al escuchar esa voz. Miré hacia todos lados sin encontrar a mi interlocutor. ¿Estaré al borde de la locura?

-¿Quien esta ahí?- grité.

No obtuve ninguna respuesta.

En fin, regresé a mi casa y continué con mi penosa vida. Sin embargo, antes de dormirme, recordé esas palabras "fantasmales" dichas por nadie. Y pensé, ¿por que no? Recordaré como era hace cuatro años y tal vez pueda resolver mis problemas. Y así hice y las cosas cambiaron.
Alesantilli02 de marzo de 2014

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