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Peor para El Mundo

El mundo se muestra hoy más que nunca ebrio de inmoralidades, algo que hace que los más optimistas vayan siendo devorados por la soga lóbrega y doliente de la desconsolada desilusión existencial. El mundo ha dejado de ser un lugar exótico y glamuroso, y ni siquiera sabemos ya qué significan tales vocablos, puesto que existen calificativos más bien neutros que gustamos en arrojar al aire día sí y día también, para no tener que mojarnos y así no llamarle a las cosas y personas por su verdadero nombre. A veces, cuando la situación es incontrolable, la conciencia colectiva se adormece y deja de lado términos como altruismo, credibilidad y ecuanimidad. Uno de los mayores problemas de este país multicultural llamado normalmente España es la descomposición de la moralidad, la desconfianza en el prójimo, quizás porque las personas razonables e íntegras, debido a su forma de ser, de pensar y de actuar, se les ponen múltiples trabas para llegar a dirigir los principales estamentos. A estos sujetos no se les permite ser las cabezas pensantes que ayuden a tomar decisiones aptas para el bien común, con humildad, compromiso y fidelidad, pese a las delicadas coyunturas y los personajes que deciden obrar ego centristamente, caiga quien caiga. Aún así, en este momento, mis ojos fatigosos me recriminan que ya han visto casi de todo, al tiempo que las papeletas de las últimas Elecciones Generales me despiertan de la modorra inconsolable: al parecer la ciudadanía ha dejado claro que las cosas van bastante mal, que han apostado por un cambio, con respeto, codician una nueva forma de hacer política, con seriedad y rigor. Porque se puede estar equivocado durante años o décadas pero, al final, cuando la intranquilidad aprieta el espíritu de la mayoría, la verdad suele salir a flote, llena de razones para hacerlo, con ansias de poner las cosas en su sitio. Hay situaciones que se pueden y se deben cambiar: el individualismo no puede ser una forma de vida, es más, considero que es uno de los mayores males que está padeciendo la sociedad actual. Mientras esto ocurra, mientras sigamos permitiendo que algunos “seres oscuros” manejen la situación, el ser humano se va dirigiendo hacia la auto aniquilación. Sólo si arrancamos de raíz las injusticias propias y ajenas de nuestros entornos más próximos lograremos que, paulatinamente, podamos alcanzar un cierto equilibrio benéfico para todos. Las personas de bien deben y pueden ser los dirigentes del futuro más próximo. Si esto no sucede, mejor sería gravar en nuestro interior la reflexión que Hermann Hesse dejó plasmada en forma de bramido literario en su mítica novela “Demian”: "Si el mundo no necesita gente como yo, si no sabe darles otro papel mejor, si no puede emplearlos en empresas superiores, entonces la gente como yo se irá a pique, no habrá en nosotros más camino que el aniquilamiento. Peor para el mundo".
Alexandervortice21 de noviembre de 2011

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