Aquel Recreo que Compartimos
Aquel fue sólo un instante.
Tu lucidez emergió para saludarnos y saludar al hombre de sombrero que te esperaba al tiempo de darte la bienvenida a quien sabe dónde.
Yo buscaba tus ojos y rogaba que te quedaras un instante más, que el fuego no iba a apagarse, vos agarraste mi mano y tus fuerzas enteras se concentraron allí mismo. Incluso te levantaste. Mi mirada penetró la tuya y la traspaso, entonces comprendí que ya estabas en aquella fiesta, y que más acá se avecinaba una profunda tristeza.
El recreo fue tan corto como profundo, fue tan corto como eterno. Fue el corolario de nuestros tantos recreos de truco y mentira.
