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Veinte Segundos y una Mosca En la Vida de la Mismísima Teresa

Fue tan exquisita y extática la sucesión sincrónica de los sonidos del ladrido de un perro, el timbre de la puerta, los platos rotos, la alarma del microondas, el timbre del teléfono, el estornudo de su madre, el orgasmo de la vecina de al lado, el estruendoso grito de un ¡goool! a favor de la Selección; la sirena de la ambulancia que a esas horas pasaba de prisa cerca del edificio, la suave brisa que golpeaba la ventana de la habitación, la discusión de los del tercer piso ¬—que prometía una separación—, el segundo orgasmo de la vecina de al lado, los melancólicos lamentos de un grupo de bolero, y el zumbido de la mosca que revoloteaba por los aires y colocaba sus patitas sobre un frasco de pildoritas, volando luego hacia la soga que Teresa tenía en las manos, que consideró este fenómeno causa justa para reflexionar detenidamente sobre sus propios actos, así que decidió soltar la soga y vivir un día más.
Barandica06 de diciembre de 2008

4 Comentarios

  • Danae

    Lo cotidiano nos lleva a seguir viviendo, a simplemente dejarnos llevar ... La rutinilla de vida de la mosca es buen ejemplo de ello. Un texto con mil sugerencias, Barandica, y yo aqu? s?lo he apuntado una. Me ha gustado mucho. Un besote

    06/12/08 04:12

  • Mejorana

    ?Ay la vida! No nos damos cuenta de su belleza hasta que no la vamos a perder.
    Un abrazo Barandica.

    06/12/08 05:12

  • Wass

    increible.... me has hecho sentir todo ese ruido en mi cabeza... en mis sentidos!! y c?mo lo insignificante se vuelve m?s grande de lo que creemos...

    06/12/08 07:12

  • Fede

    GENIAL!
    Me gusto mucho!

    14/12/08 03:12

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