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La Casa de la Colina 53

Pensé mucho en el consejo del notario, y al final decidí que tenía razón; el dinero de Jaime podría servir para algo útil. Y no tardé en saber para qué: estaba convencida de que ese hombre con quien había compartido los últimos diez años de mi vida padecía una grave enfermedad mental; quizá desde siempre. Pero nadie se había dado cuenta. Yo era la primera que me sentía profundamente culpable. Quizá si hubiese estado más atenta, él mismo y todas esas pobres muchachas a las que había matado, hoy estarían vivos. Sin embargo, como me decía mi madre, de nada sirve lamentarse por la leche derramada. Lo hecho no tenía remedio; y sólo me quedaba el consuelo de tratar de ayudar a quien lo necesitase. Le consulté a Lucas qué le parecía la idea de construir, con el dinero de Jaime y en la que había sido mi casa, una especie de lugar de retiro para personas que padeciesen algún tipo de enfermedad mental.
-¿Estás segura de que deseas renunciar a tu casa? Pensé que te gustaba
-Antes puede que sí, pero después de saber bien su historia, creo que no sería capaz de vivir allí, y menos de criar a nuestro hijo entre esos muros que tanto dolor soportaron. Quiero dedicarla a hospital. Había pensado en pedir consejo sobre cómo hacerlo al prior del convento. Me pareció un hombre amable.
-Sí, a mí también me parece buena idea. De cualquier manera, en la parte legal nuestro despacho se ocupará de todo, si quieres. La manera más fácil creo que será crear una fundación.
Me quedé asombrada. ¿De qué despacho me estaba hablando? Y fue entonces cuando me explicó que siempre había compaginado su trabajo en la policía con la supervisión del despacho de abogados que era de su padre y de otro socio más.
-No soy el irresponsable que todos os imagináis. Entré en la policía porque era lo que me gustaba, pero nunca dejé a mi padre en la estacada. En la vida pueden hacerse varias cosas a la vez.
No supe qué decir. Supongo que era lógico después de haber estado tanto tiempo separados que hubiese muchas cosas que desconocíamos el uno del otro. Por mi parte también le había ocultado que unos días antes me reuní en secreto con Blanca, la forense, para dejarle una muestra de mi ADN y que lo cotejase con el segundo cadáver del sótano. Le conté por encima la historia, y a pesar de que era una mujer de ciencia, no se mostró tan escéptica como Lucas y me prometió que haría el estudio y me diría algo. Los resultados no servirían de mucho a nivel oficial; ella era la primera interesada en no quedar como una crédula, pero podía más su curiosidad que su sentido de la Lógica. Quizá las mujeres somos más propensas a encontrar una vía alternativa para explicar las cosas que al parecer no tienen explicación.

Lucas ya había empezado de nuevo a trabajar, y eso me vino muy bien para recibir a Blanca con total tranquilidad una tarde del mes de enero, fría y lluviosa, en que Lucas tenía guardia y por tanto no aparecería por casa. Cuando estaba poniendo en la mesa el pastel que había hecho para acompañar el café, tocaron al timbre, y me encontré con la desconcertante Blanca González, que parecía más una niña pequeña que una forense. Con una sonrisa la invité a que entrase y la ayudé a despojarse de su grueso abrigo. Sin él era la mínima expresión de una persona; parecía más un duendecillo de cuento. Se sentó en el sillón que le indiqué y cruzó las piernas dos veces, como si en vez de ser de carne y hueso fuesen de goma y pudiese doblarlas a voluntad. Le serví café y puse en su plato un trozo del pastel de manzana.
-¿Quién es el hombre del cuadro?-me preguntó señalando el retrato de Rodrigo Durán, que ahora presidía el salón.
-Un antepasado mío, Rodrigo Durán, que fue prior del convento de San Francisco.
-¿Te has fijado que sus ojos son exactamente iguales a los de tu gato?-me preguntó mirando fijamente a Sergei, que ocupaba, al lado de Norah, su habitual lugar cerca del fuego.
El gato pareció entender que hablábamos de él, porque se giró hacia nosotras; pero después de mirarnos con displicencia, estiró las patas delanteras y acomodando entre ellas la cabeza, cerró los ojos.
-Sí, me he dado cuenta, aunque Lucas me diga que estoy loca.
Blanca se sirvió más café, y arrellanándose en el sillón me dijo con voz pausada.
-Pues si le cuentas los resultados de mi estudio también pensará que yo lo estoy.
Le pedí con un gesto que me contase cuales eran.
-Es evidente que entre tú y el hombre que apareció muerto al lado de tu marido hay un parentesco. El ADN no miente. Como forense, no puedo ir más allá. Me limito a los datos que resultan del análisis.
-¿Y cómo persona normal y corriente?
-Los forenses somos personas normales-me contradijo, sonriendo. Pero si, ya se lo que quieres decir. Verás, Marta-empezó, algo dudosa-yo soy poco crédula y nunca me he parado a pensar en fenómenos paranormales, espectros o fantasmas. Me limito a creer sólo lo que veo. Pero es la segunda vez en todo este embrollo que me dais, Lucas y tú, algo para analizar y que me quedo sin palabras. Primero esos restos de sangre de hace más de dos siglos, y ahora un muerto que si he de atenerme a lo que me dice mi subconsciente, podría ser ese Alvar que mencionaba tu marido, y que debería de estar muerto desde hace muchos años.
-Reconozco que a mi toda esta historia también me supera. Pero hace ya tiempo decidí que en algunas ocasiones pasan cosas para las que no hay explicación. En esa casa sucedieron cosas terribles y pienso que de alguna manera ahora se ha cumplido un ciclo, se ha cerrado algo que llevaba abierto mucho tiempo, y puede que en adelante todos podamos descansar más tranquilos.
-¿Qué quieres decir?-me interrogó calentándose las manos en torno a la taza de café.
-Quiero decir que probablemente ahora que Alvar y Jaime ya no están, los espíritus de la pobre Adelina y de su enamorado, Rodrigo, puedan hallar por fin el descanso. Es más, creo que están ahora mismo descansando ya-y dirigí mi mirada hacia los dos gatos que yacían en su cesto, sobre la alfombra.
Blanca se echó a reír, con una risa aguda, como crispada.
-¿Quieres decir que esos dos gatos son la reencarnación de los amantes?
Me encogí de hombros. Era consciente de que estas cosas, dichas en voz alta, resultaban pintorescas y extrañas, cuando menos. Pero era eso lo que pensaba, y no podía esconderlo ante Blanca.
-No sé si podemos hablar de reencarnación; en todo caso, creo con total seguridad que el espíritu del prior está bajo esos ojos verdes gatunos. Y también creo que no fui yo quien encontró a Sergei, sino que él me buscó y me encontró a mí; y decidió protegerme; a mí y a los míos.
-No sé qué contestar-dijo, abriendo los brazos en un gesto de impotencia. Todo lo que siempre he pensado y lo que yo soy se rebela contra lo que me parece una fantasía; pero confieso que también yo veo a ese gato como si sus ojos fuesen humanos; como si en cada momento supiera lo que estamos pensando o lo que tiene que hacer.
Asentí, porque yo tenía la misma sensación. Y de hecho, aunque a Blanca nunca se lo confesaría, cada día estaba más convencida de que Sergei me entendía cuando le contaba algo. Ya se estaba convirtiendo en una costumbre, al quedarme sola cuando Lucas se marchaba a trabajar, conversar con el gato mientras hacía las tareas de la casa o cocinaba.
-Lo que no se es cómo se lo voy a contar a Lucas.
-Pero, ¿Se lo vas a contar?
-Sí. Se acabaron entre nosotros los equívocos.
-Pues que Dios te ayude. Le creo capaz de ponerte una camisa de fuerza.
Beth11 de febrero de 2011

9 Comentarios

  • Norah

    Pero hace ya tiempo decidí que en algunas ocasiones pasan cosas para las que no hay explicación. buen decir amiga, y a contarle a Lucas, imagino que se va a resistir un poco, pero terminara aceptando, beso grande.PD:es una delicia el personaje de Blanca.

    11/02/11 01:02

  • Norah

    Pero hace ya tiempo decidí que en algunas ocasiones pasan cosas para las que no hay explicación. buen decir amiga, y a contarle a Lucas, imagino que se va a resistir un poco, pero terminara aceptando, beso grande.PD:es una delicia el personaje de Blanca.

    11/02/11 01:02

  • Beth

    Lucas no lo entenderá seguro, porque es un capricornio que vive apegado a la tierra, pero él se lo pierde. Esa es la diferencia con Blanca, ella es mujer de ciencia pero tiene la mente abierta. Besos, Norah

    11/02/11 01:02

  • Serge

    Beth:
    "cada día estaba más convencida de que Sergei me entendía cuando le contaba algo".
    Claro que te entiendo amita, de eso que no te quepa la menor duda.
    Me encanta compo has dibujado al personaje de Blanca, la imagino como una enanita muy graciosa con tacones altos para aumentar la estatura.

    "Pues que Dios te ayude. Le creo capaz de ponerte una camisa de fuerza".
    Esa línea me ha parecido muy ocurrente.
    Si yo le contase a Lucas todo lo que mis ojos verdes ven, se muere.

    Un gusto leerte amita.

    Sergei.

    11/02/11 02:02

  • Beth

    Gracias, gatito mío. Blanca es simpática, la hice así porque me recuerda a alguien a quien quiero mucho. Es inevitable tomar cosas de gente. Dice una amiga cuando hablamos que teme contarme cosas no vaya a ser que luego lo use.

    Lucas sabe que tú y yo hablamos, y es por eso por lo que se pone repelente, pero tú ni caso

    11/02/11 02:02

  • Vocesdelibertad

    Beth:

    Lamento no haberte leído desde el inicio, porque me perdí, aunque si los leí, de la secuencia que das a tus poesías relacionándolas con lo que escribes en este relato. Cada vez que leía una poesía tuya y/o te veía conectada me aumentaba el deseo de leer esta obra tuya, hasta que el martes la inicié de nuevo.

    Aunque aún no decretas "FIN", al punto en el que me encuentro, has demostrado una calidad indiscutible en este género. Contaste una historia dándole énfasis en se debe, dejándome a mi imaginación de pensar en detalles y, además, en posibles finales. Un relato con distintos escenarios y discursos. También en cada capítulo dejaste pinceladas poéticas.

    Describiste a tus personajes con un encanto especial, los gatos con una actuación espectacular y, el hecho que los llamaras Sergei y Norah, le dio un toque de cariño que, como siempre, lo transmites a quienes te leemos al punto que los pienso con más ternura ahora. Los momentos para disfrutar lo natural fueron grandiosos, como tener postales a la vista. Ah! pero el amor siempre triunfante...

    Mis más sinceras felicitaciones, siento una gran admiración por ti.

    Abrazos y besos

    Pd. Espero el nacimiento del bebé!

    11/02/11 03:02

  • Beth

    Querida Voces, no creo que haya nadie menos digno de admiración que yo, porque soy imperfecta, inconstante y muchos in más. Pero escribir me gusta y me ayuda a conjurar algunos fantasmas. Esto se está acabando, queda un capítulo o dos a lo sumo. Pero creo que luego seguiré poniendo una historia que empecé a dejar por capítulos y no seguí, porque sus personajes son muy importantes para mi y me gustaría compartirlos.

    Los gatos son Serge y Norah como un pequeño homenaje porque me leyeron siempre y con sus comentarios me hicieron reír y me ayudaron mucho. Y estoy llena de defectos, pero siempre soy agradecida. Me hacía ilusión que participasen en la historia.

    Gracias por leer lo que escribo, desde el corazón

    11/02/11 04:02

  • Beth

    Muchas gracias, Democles. Cuando quieras

    11/02/11 05:02

  • Norah

    Talento.

    11/02/11 06:02

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