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El Distante Consuelo

EL DISTANTE CONSUELO

¡Aleteos!, Buena Suerte Señorita, Usted Tendrá Un Vuelo Muy Placentero. Suerte Con “Ellos", Que Son Los Que Nos Aprisionan Para Vernos Morir.

— ¡Hola! ¿Conoces las historias que empiezan con erase una vez?—.
—Si, Supongo que si, bueno, esta historia no será la excepción. Usare el término para contaros lo siguiente—.
—Yo soy un pequeño escarabajo. Hace unos años conocí a una bella «Paloma Azul» la cual era mi amiga—.
—Hoy quisiera relatarte su historia, es quizás muy triste, pero también es feliz. Juzga por ti mismo—.
—“Aquí Vamos"...—

Erase una vez, una «Paloma Azul Coronada» la cual, no conocía el mundo. Era casi una "adolescente", le gustaba volar por todos lados, recorría la selva de norte a sur y de este a oeste. Conocía casi cualquier rincón de las montañas, pero no conocía el lado de “Ellos". Se sentía intrigada por saber quienes eran o como eran “Ellos".
Cada mañana volaba sobre el borde del límite de la reserva. Por las tardes, se paraba en un árbol que, quedaba frente al área de “Ellos". Tenía la esperanza de ver a alguno o escucharlos, no sabía que idioma hablaban. Había escuchado silbidos muy similares a los de un canario y cantos alegres que podía entender. Sorprendida e intrigada por saber quien hablaba su idioma decidió cruzar el límite.
Era tarde, el sol aun iluminaba. Cruzó el límite y voló con mucha precaución y excitación, la adrenalina en su cuerpo era muy notable. Sus padres le habían contado que “Ellos" eran seres malos, que comían a las aves. La Paloma no creía todo, pues algunos cuervos decían que ellos eran seres buenos, que dejaban comida fuera de sus nidos (así le decían las aves a las chozas de “Ellos") para que los cuervos comieran.
Así que lo que decían sus padres no la convencía, después de unos dos kilómetros de la reserva, comenzó a ver pequeños nidos (chozas) muy grandes y extraños.
Eran de paja, pero lo que más le llamo la atención fue un gran nido, tan alto como una Secuoya (era una torre de piedra negra. *Una Secuoya es un árbol gigante*). De el salía un silbido acompañado de un canto que ella entendía muy bien y decía:
Cuando vengas tú por mí
Te miraré por mi ventana
Eres como la luna
Y la brisa de la mañana.
Bella y espontanea
Así es como te recuerdo
Vendrás a visitarme
Con la lluvia de recuerdos.
Tanto imaginamos
Una vida sin temores
A hora que regresas
Se alegran todas las flores...
Así decía el débil canto, conforme mas se acercaba a la torre mas se escuchaba el silbido, pero el canto cesaba.
A unos metros del final de la torre vio un hueco arqueado en un lado de la torre, era una ventana. En ella estaba un ser, a la Paloma se le ocurrió que era un tipo de simio muy extraño. Aquel ser era parecido a los simios que veía en la selva cerca del río. Siempre estaban en la cima de los árboles y Fustaferros. Solo que este simio no tenía mucho pelo, además era más civilizado. Tenía algo extraño en su cuerpo, algo que lo cubría. Era ropa, pero ella no sabía como se llamaba.
Tenia algo que sostenía con sus manos, era como un pico de madera, un pico similar al bambú, pero no era parte de su rostro. De cuyo pico salía aquel silbido melodioso, que la Paloma tanto ansiaba conocer su origen. A hora lo veía.
El canto ya no se escuchaba, la Paloma pensó « ¿Así son “Ellos"?».
«Son como simios», pensó ella. Durante un par de horas estuvo merodeando las chozas y la torre. Pudo ver a otros seres parecidos al de la torre, hacían cosas muy extrañas, cosas que la Paloma no comprendía.
El sol ya no se veía, solo su luz. El ser de la torre ya no tocaba el pico de madera. Solo veía al horizonte y al cielo.
La Paloma lo vio, pensó que se veía triste, y pensó en acercarse, después de todo ella vino a conocer a “Ellos".
Voló a la vista del ser. El ser la vio muy sorprendido.
Ninguna Paloma de esa especie había llegado hasta su aldea. El ser no hizo nada, solo la observó con asombro y admiración. La tenue luz hacia parecer a la Paloma como un destello azul en el cielo. «Muy bella» pensó el ser.
Al final de unos minutos la Paloma se acerco a la ventana. El ser retrocedió para darle espacio y no asustarla. Ella solo lo miro con asombro y el la miraba con una sonrisa.
—Hola bienvenida— dijo el, haciendo una leve reverencia —me honras con tu presencia— continuo diciendo.
La paloma no entendía el sonido que el hacía. Parecía al sonido de los simios, solo que más sofisticado pensó ella.
La Paloma lo seguía viendo sin poder entender. El ser saco algo de un pliegue de lo que le cubría (su ropa).
Saco una hojita de árbol y la acomodo entre sus manos. La puso en su boca y sopló Salió de aquello un sonido el cual la Paloma pudo entender. Era como el canto del principio.
Tengo un secreto
Que no te puedo gritar
Pero si te acercas
Te lo puedo susurrar.
Quizás tú no confíes
Por que soy un extraño
Pero yo te lo juro
Que no te are daño.
Soy un ser amable
Puedo ser tu amigo
Si tú lo decides
Puedes quedarte conmigo.
La Paloma, se sorprendió mucho y se alegro, a hora sabía quien cantaba. El ser vio con felicidad a la paloma y saco de otro pliegue un frasco pequeño. Bebió de el y lo volvió a guardar.
—Hola, me llamo Tiberios — dijo el ser a la paloma. La paloma se sorprendió mucho por que a hora si podía entender lo que el ser decía.
Muy feliz y emocionada, la paloma respondió al ser.
—Le... Saludo ser— dijo ella titubeante —yo... Soy... Una Paloma y me llamo Dilber— dijo con una voz tímida y muy hermosa. El ser de nombre Tiberios se enamoro de su voz, sin duda era un ave muy hermosa. Sus plumas jóvenes eran majestuosas.
— ¡Dilber!... Que bello nombre— Susurro —mucho gusto Dilber— dijo haciendo una reverencia. Aquel ser era alto, caucásico, mayor y con un cabello y barba negro azabache.
El ultimo cuarto de la torre, estaba vacío, solo una pequeña mesa cuadrada en una esquina. Sobre ella había una pequeña llave y una flauta (claro que Dilber no sabía lo, que eran estos objetos).
Dilber platico con el ser por un largo rato, el sol ya no se veía pero dejo a su suplente, la luna. Dilber pregunto a el ser que y quien era el. El ser le dijo que era un «Humano» y que en sus tiempos de juventud fue un gran hechicero, Tiberios tubo que explicar a Dilber lo que era un hechicero, y de la traición de su aprendiz. Tiberios contó a la Paloma que el había sufrido mucho y que la soledad era su única compañía, pero no era buena consejera.

Dilber conto a Tiberios que era un ave muy feliz, le dijo que siempre había querido conocer al ser que hacia ese silbido y que cantaba esa melodía.
Dilber contó al humano que ya pronto tendría que salirse del nido de sus padres, pues ya cumplía la mayoría de edad y tendría que buscar un árbol propio.
Tiberios dijo a Dilber que el estaba solo, que si ella quería podría vivir con el. Le dijo que tenía una jaula muy grande y que allí podría vivir. Dilber pregunto que era una jaula, el respondió que era como un nido muy resistente. Dilber pensó en aceptar, pero recordó que tenía que despedirse de sus padres.
Dilber regreso a la reserva muy animada. Pensaba en todo el camino que seria grandioso vivir en una jaula.
Al llegar al nido de sus padres contó a ellos lo que había ocurrido. Ellos sin duda le reprobaron esa acción y le prohibieron regresar.
Pasaron los días y Tiberios no veía regresar a Dilber. Pensó que ya nunca la volvería a ver.
La Paloma, seguí parándose a la orilla de la reserva para escuchar el cantó. Pero ya no lo escuchaba, solo escuchaba el silbido melodioso, mucho más triste que antes.
Pensó que el humano estaba molesto con ella por no cumplir su promesa de volver. Se puso muy triste y lloraba por que quizás ya no lo volvería a ver. Pues sin duda lo que, sentía era muy extraño.
Pasaron unos días y Dilber volvió a escuchar la canción.
Mi corazón se parte
Por que no la puedo ver
Mis ojos se inundan
Con lágrimas de hiel.
Tú eres como lluvia
Tan buena y cristalina
Te conocí volando
Y volando me olvidas.
Era muy triste aquel canto, la melodía de la flauta poco se escuchaba pero parecía que también sentía un gran sentimiento y sus notas eran muy lastimosas.

Dilber hablo con sus padres y les dijo que se iría a buscar su propia familia. Los padres, como es costumbre aceptaron y le desearon buena suerte.
Tiberios tocaba muy triste, con la esperanza de ver a esa bella ave surcando su cielo.
Tiberios dejo de tocar y se disponía a bajar de la torre cuando escucho un canto angelical.
Dime por que es
Que detienes el silbido
Si mi cuerpo baila
De felicidad contigo.
E vuelto para quedarme
Aremos una promesa
Que tú y yo por siempre
Cantaremos de sorpresa.
Evidente. Así fue la alegría en el rostro de Tiberios.
Dilber, explico por que no había venido y el la comprendió. Mas no se quedo con el esa noche, ella le prometió que vendría a visitarlo todos los días. Ya que tenía que seguir viviendo en la, selva por que en la aldea no había comida para ella. Algunas veces dormía en la jaula que Tiberios prometió darle a Dilber.
Ella siempre le preguntaba que si solo era ella la ave que amaba, el respondía que si. Todas las tardes el tocaba una melodía para ella y ella lo acompañaba con un bello canto.
El la acariciaba y le hacia regalos, como: un collar de paja de colores, pintaba sus plumas de sus alas decorándolas o buscaba las mejores semillas para ella. ¿Era feliz? Por supuesto que lo era. Era muy feliz.
Ya era tarde y Dilber estaba por llegar a la torre. Cuando Dilber entro a su jaula, le llego una, aroma extraño. A otra ave...
Dilber pensó que solo era imaginación suya. Pasaron los días y de nuevo ese aroma se hacia presente en su jaula.
Dilber pidió a Tiberios que fuera lo más sincero con ella, le pregunto si amaba a otra ave más que a ella. El como siempre le decía que solo era ella, y el preguntaba por que desconfiaba.
Ella no decía nada aunque sabia que otra ave dormía en su jaula. Otra voz cantaba acompañada del silbido, y plumas verdes habían aparecido en la jaula.
Dilber sabia que el humano amaba a otra ave más que a ella, pero lo que más le dolía es que el lo negara.
Por un par de días Dilber no fue con Tiberios, y Tiberios no lo noto. Contento hablaba con un ave de plumas verdes y azules. El ave aprendía palabras por naturaleza y eso a Tiberios le encantaba.
El ave era bella, quizás no tanto como Dilber, pero si lo suficiente para competir por ella. Cuando Dilber volvió a ir Tiberios a veces ya no bebía del pequeño frasco, por lo tanto no podía entender lo que Dilber le decía ni mucho menos podía hablar con ella.
Dilber sufría por eso, pensaba que quizás hizo algo malo y por ello el humano ya no quería hablar con ella.
Una tarde lluviosa, llego la Paloma a donde Tiberios tocaba la flauta. Vio a Tiberios acariciando a otra ave, el ave de las plumas verdes, dueña de las que Dilber encontró en su jaula. Tiberios vio a la Paloma y le hablo en el idioma que ella no entendía. Saco el frasco y bebió de el.
Hablo a la paloma de nuevo y esta le entendió. El le dijo que la «Guacamaya» (esa era la especie de ave), había ido solo a buscar refugio y el le dio asilo. Reprocho a Dilber por las veces que ella no iba a quedarse a la torre, le dijo que no le gustaba la soledad y busco compañía.
Dilber pensó morir en ese instante. Lloraba desconsoladamente, sentía algo en su interior y un dolor salía de su corazón cruzando por el pecho.
Ella le pregunto que por que le mentía cuando ella le preguntaba si había otra ave a quien amaba. El respondió que no mintió, que solo a ella la amaba.
Prometió no volver a meter a la Guacamaya a su jaula y que ya no la vería más. Ella lo creyó. La otra ave, comía semillas, aquellas semillas que alguna ves el humano busco para Dilber.

Después de unos días, las lluvias comenzaban aun más fuertes que antes. Dilber buscaba refugio en la torre pero ese aroma en la jaula se hacia presente. Tiberios ya no subía a estar con la Paloma y sola dormía. Ya no había semillas en su plato ni agua. La jaula ya no era su nido.

Una mañana, Dilber volaba por la aldea en busca de pequeñas lombrices en la tierra húmeda. Escucho el silbido y el canto, voló al otro lado de la torre y vio a la Guacamaya y al humano. El corazón de Dilber se rompió, si hubiese sido de cristal, en mil pedazos pequeños hubiera quedado.
Salió volado a toda prisa de la aldea internándose en la selva.
Pasaron semanas, y Tiberios no sabia nada de Dilber. Pensó en ir a buscarla pero la selva era muy peligrosa.
Aun así se decidió a salir a buscarla. Con la flauta y un machete se aventuro. Recorrió buena distancia del límite de la reserva hasta el río. Casi tres horas.
Tocando la flauta y descansando por ratos avanzó mucho más.
Cerca de los Fustaferros, Dilber volaba buscando frutas maduras en los arboles. Escucho a lo lejos un silbido y puso atención.
El silbido tenue a hora se escuchaba más cerca y más fuerte. Se alegro por un momento, pues pensó que Tiberios había ido a buscarle, así que salió en busca de el. Cuando lo vio se paro sobre una rama de un árbol muy viejo y frondoso. Las hojas y ramas la escondían de la vista del humano.
Solo observaba a Tiberios sin decir nada. Al fin hablo.
— ¿Que haces tan lejos de tu aldea?— pregunto la Paloma.
—Busco a una Paloma azul— dijo al aire el humano, no sabia de donde venia esa voz.
— ¿Una como esta?— dijo Dilber y bajo hasta ponerse frente a el.
Tiberios se acerco y pidió perdón, le dijo que no sabia cuanto la amaba hasta que ya no la tubo (lo típico).
Pensó que la otra ave sería mejor compañía pero ella solo lo quería por sus semillas y sus frutas. A ella no le interesaba su amor ni su música.
Le dijo a Dilber que la otra ave era muy orgullosa, arrogante e interesada.
Dilber lo perdono, y prometió volver a la torre como antes.
Pero también le expreso cuanto daño le había hecho su traición, y el no cumplir su promesa. Le dijo la Paloma a Tiberios que: estamos con quien nos atrae pero no siempre nos hace feliz.

Hasta la fecha de hoy (cuatro meses) Tiberios sigue tocando su flauta desde la ventana de la torre, Dilber ya casi no va a visitar a Tiberios, y cuando va se siente incomoda y triste por que sigue habiendo otras plumas en su jaula y hay otros aromas impregnados en los barrotes de su amada jaula.


—Esa fue la historia de Dilber La Paloma. Sin duda una historia conmovedora ¿no?—.
—En otra ocasión os contare las anécdotas y momentos de felicidad que paso Dilber al lado de Tiberios, y como Tiberios termino sus días por no cumplir sus promesas y por jugar con los corazones—...
«Hasta la próxima»

De Parte De: Bostek.

©La B Grande Producciones®
Bostek12 de abril de 2016

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