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Hasta que Mueras

HASTA QUE MUERAS

Preludio: (la voz de una anciana)
Cuando encontramos un tesoro, no queremos compartirlo con nadie. Es nuestro y pensamos constantemente que alguien nos lo puede robar.
Lo mismo pasa con el corazón, con el amor. Ese sentimiento al cual somos propensos y vulnerables. La sensación que provoca en el ser humano es una falta de razonamiento. Y aun así lo permitimos...
«Hay historias que pueden marcar tu vida, hay historias que quieres olvidar ¿Pero que pasa cuando olvidas una historia que marco tu vida?»
— ¿Que tal viajero?—. ¿Has venido a leer lo que escribí en mi lapida?—. —Suerte con “Ellos"—.

En el jardín trasero se encontraba la bodega de la señora Daria, quien murió hace cinco años. Los vecinos recordaban a la anciana con mucho cariño. Su nieta Yureima, quien había heredado la casa, revisaba las flores del jardín trasero. Yureima era una chica muy guapa. Siempre vestía con blusas coloridas, faldas largas y amponas. Le gustaban los zapatos de piso o huaraches, pero lo que más le resultaba cómodo era andar descalza.
En la calle le llamaban “La Morena" así se le conocía. De descendencia Gitana y añorados sueños, así era su vida.
Siempre se mostraba: amable, servicial, bondadosa, carismática, sociable, luchadora, perseverante y noble.
Sin embargo vivía sola en la casa de su abuela. Sus padres la habían corrido por no aceptar un matrimonio arreglado con un empresario de la ciudad de Jaipur, y sus padres enfurecieron tanto que la corrieron de su casa.
Por un tiempo Yureima trabajo en una plaza leyendo el futuro en cartas hasta que pudo juntar suficiente dinero para viajar hasta Baori, el pueblo de su abuela.
Cuando llego al pueblo, la gente le miraba extraño por su aspecto gitano. Cuando supieron que era nieta de Daria, los vecinos le ofrecieron su amistad y hospitalidad.
Yureima era una chica de diecinueve años de edad. Era extremadamente limpia, y amante del medio ambiente.
El jardín que había quedado descuidado, de inmediato cobro vida otra vez gracias a los cuidados de Yureima.
Nunca había abierto la bodega de su abuela por que le resultaba muy triste. Su abuela había trabajado en un circo gitano en los tiempos de reinado del gran Akros. Su abuela le contaba las historias que vivía por toda Arabia. Le contaba de sus amores y como algunas personas no aceptaban a los gitanos. Le contaba historias extraordinarias para Yureima que solo tenia ocho años.
Yureima se decidió a abrir la bodega de su abuela, y conforme revisaba cajas y bolsas con cosas de la abuela Daria, Yureima imaginaba como habría sido vivir en los tiempos de Akros el grande.
Así pasaron horas, y encontraba cuadros, fotos, joyas, vestidos, cartas del tarot, panderos y flautas, pergaminos, frascos de perfumes de muchos años de antigüedad, bolas de cristal, turbantes, mascadas, etc.
Pero nada llamo su atención tanto como una gran urna similar a donde se guardan las cenizas de los difuntos.
Tenía unas letras grabadas, las cuales con el paso de los años ya no eran legibles.
Entro a la casa, ya era noche, y metió consigo algunas cosas que le agradaron, entre ellas la urna. Se dio un baño y ceno algo. Siempre con una buena actitud y una sonrisa pese a todo.
Había conseguido un trabajo en la plaza, ayudaba a un comerciante de telas. No importa lo que le pagaran, a ella le parecía justo.
Sus días eran calurosos y pacíficos. Su único sueño era encontrar el amor puro y verdadero. Ella miraba a todas las parejas que visitaban la tienda de telas buscando una muy hermosa para hacer vestidos de boda y a Yureima le invadía una nostalgia.
Quizás por su descendencia gitana, pensaba que ningún hombre indio le declararía su amor.

Una noche muy calurosa, Yureima andaba por la casa con poca ropa, pero jamás lucia indecente.
Al día siguiente era día de descanso, así que se puso a limpiar la casa, de igual manera el calor no la dejaría dormir. Cerca de las dos de la mañana su vista recorría la sala y el recibidor. Los muebles y la casa eran de aspecto Árabe.
Recorría la sala para ver algún sitio sucio, pero la casa estaba muy limpia. Su vista se poso sobre la urna que estaba al lado de la puerta de entrada al recibidor. Era una urna de jade, su color verdoso era inigualable. Media casi un metro de altura y tenia una pequeña tapa. Yureima se acerco y la limpio, intento quitar la tapa para ver su interior, debido a que su peso era considerable, pensó que tendría algo dentro.
Forcejeo por un rato, incluso uso un cuchillo a modo de palanca pero la tapa no se abrió, parecía que estaba sellada. Intento con un destornillador, al lograr levantar un poco la tapa el destornillador se zafo y corto su mano. Le hizo una herida cerca del dedo índice. La urna callo y Yureima corrió a la cocina para lavarse. La sangre le escurría y le ardía la mano.
Yureima no se dio cuenta que la tapa se había caído al impactar en el suelo. La sangre había caído sobre la comisura de la tapa y la urna. Quizás esto fuera lo que la abrió.
La urna comenzó a rodar, iba y venia sin avanzar mucho.
Dentro de la urna, una luz blanca emitida por quien sabe que cosa, salía de la urna iluminando la estancia.
Un viento fresco recorría la sala y hasta la cocina. Yureima que solo llevaba unos pantalones cortos y una blusa de manga corta, sintió el fresco por todo su cuerpo.
Extrañada se giro para ver que producía tan magnifico viento. El calor en la casa era abundante, por lo tanto, el viento fresco se sentía genial.
Una ves limpiado la sangre de su mano y curándose, salió al recibidor, y la urna parecía inerte, como antes. Levanto la urna, pero esta se tambaleo y callo de nuevo. Yureima función el ceño y la levanto de nuevo. Parecía un juego, levantar y tirar, Yureima se extraño un poco. La urna vacilaba, y a Yureima no le causaba gracia, pensó que quizás, seria que la base de la urna era irregular.
Sostuvo la urna mientras se agachaba a recoger la tapa, pero un vapor caliente emanaba de la urna. Cogió la tapa y se incorporó para poner la tapa sin hacer caso al vapor caliente, pues pensó que era el mismo de la casa.
Se disponía a poner la tapa y se asombro y asusto al ver la luz blanca que emanaba del interior. Soltó la tapa y la urna, retrocedió y la urna callo de nuevo.
Parecía que un líquido blanco, muy resplandeciente salía de la urna. Le lastimo un poco la vista a Yureima y no podía creerlo, quizás su abuela Daria había practicado magia y había encantado la urna. Ya que era muy común en su familia practicar la magia para que la gente se creyera lo que ellas decían cuando iban a que les dijeran su futuro.
El liquido se seguía derramando, un liquido que a decir verdad era como humo blanco muy resplandeciente. Yureima lo miraba con desconfianza, pero nunca con miedo, Yureima sabia un poco de que se trataba. Su abuelo le había contado sobre “Ellos".
El humo comenzó a tomar forma, la forma era irregular. Yureima distinguía una forma humana, pero parecía maza moldeándola. Al fin pudo distinguir una forma humanoide. Era muy bajita, a la vez que fue creciendo: primero se formaron los pies y las piernas, le siguió el cuerpo, de la cintura a los hombros. Se formaron los brazos y al final la cabeza y cuello.
Yureima sonrió sorprendida, sabia lo que era. La forma humanoide de luz callo al suelo tras haberse formado. Era sin duda el cuerpo de una mujer. Poco a poco la forma humanoide fue apagando su luz, y mostrando el color de su piel y sus ropas. Tenía un rostro muy bello y joven. Un cuerpo desarrollado y su ropa era similar al vestuario que usaba Yureima cuando bailaba danza Árabe.
En su cabeza lucia un turbante, carecía de cabello y lucia unas arrancadas doradas. El turbante era color hueso al igual que toda su vestidura.
Tenía unos zapatos de piso con una punta enroscada, los zapatos eran de color dorado. La figura humana parecía inconsciente, y Yureima no se acerco para auxiliarla, seguía mirándola muy satisfecha.
La chica en el piso soltó un quejido que le aviso a Yureima que se estaba despertando, entonces fue que se acerco. La levantó a modo de sentarla en el piso y recargarla en su hombro.
Yureima sabía lo que era, era... Una Genio.
Su abuelo le contaba que en la época de Akros, las lámparas y los genios eran muy comunes por todo el mundo. Si los invocabas, salían a conceder deseos. Pero Yureima pensó que eso ya no existía.

La chica genio empezó a volver en si. Yureima le ayudo a sentarse trayendo una silla.
— ¿Como te sientes?— pregunto Yureima. La chica genio solo miraba al rededor confundida. Asustada quizás.
Yureima volvió a preguntar. La chica genio la veía asustada y confundida.
—Soy... Daima— al fin dijo la chica genio —estoy aquí para cumplirle tres deseos— la cara de Yureima era de éxtasis y felicidad.
— ¿Tres deseos?— pregunto con mucha emoción a la genio.
—Si mi señora, tres deseos— la chica genio decía monótonamente, como si lo dijera muy seguido y ya estuviera fastidiada de repetirlo.
Daima era muy joven en realidad, tenía casi veintiséis años. Y su aspecto era de una chica de veintidós. Sus rasgos Árabes eran muy notables, y se veía muy hermosa.
Yureima no pidió nada, si no que ayudo a Daima a ponerse en pie y recobrar energías. Daima contó a Yureima su procedencia. Le dijo que a juzgar por la fecha, la última vez que despertó fue hace sesenta años, y su última dueña fue una joven llamada Daria. Yureima supo de inmediato que había sido su abuela. Pero no había necesidad de decírselo a Daima.
Pasaron los días y la genio se volvió una amiga para Yureima. Daima mantenía su pose de genio, intentaba parecer estricta pero era obvio que con su belleza no lo lograba.
Yureima pensaba en sus deseos y pues siendo gitana no necesitaba dinero ni joyas, ni nada material pero... Un pendiente llego a su cerebro.
No conocía el amor. Pero la genio le advirtió que no podía revivir a los muertos ni hacer que dos personas se enamoraran, ya que el libre albedrío y las reglas mágicas no lo permitían.
Yureima se decepcionó. Daima que ya llevaba un mes viviendo con Yureima, se sentía mal por no poder ayudar a su amiga. Yureima le contó su vida y a su ves Daima la suya. Daima era hija de un sultán, el cual recibió una maldición por parte del dios de los hechiceros. La maldición no afectaba al agresor, si no a su descendencia. Privarlos de la libertad y condenarlos a servir a otros por una eternidad.
Daima había dejado de vestir como genio. Yureima le había hecho ropa, con tela que su patrón le regalaba. A hora Daima vestía como toda una gitana. A Daima le gustaba su nuevo esto.
Yureima hablaba con Daima todas las noches antes de dormir. Y Yureima conto a Daima su sueño de sentirse amada. Así que Yureima pregunto a la genio « ¿Puedo desear que mi mayor sueño se cumpla?» y Daima respondió que si.
Así que Yureima pidió su primer deseo.
—Deseo que mi mayor sueño se haga realidad— dijo Yureima y se tapó la cara avergonzada. Daima se acerco a Yureima y puso su mano en la cabeza de Yureima. Un viento frío las recorría de pies a cabeza y hasta el techo. La genio serró los ojos, parecía como si un ventilador muy potente estuviera a sus pies. Sus faldas se alzaban revoloteando por el viento.
Todo quedo en calma otra vez. Las chicas se miraron sin decir nada.
— ¿Ya?— pregunto Yureima. La genio pregunto que qué era lo que había pedido, y Yureima pidió que la persona de la que se estaba enamorando sintiera lo mismo por ella y le declarara su amor. «Trampa» dijo la genio.
Pasaron días y nada ocurría. Daima que a hora también trabajaba vendiendo telas en la plaza, no veía a nadie allegarse a Yureima.
Una tarde como todas en la plaza, las chicas acomodaban los rollos de telas. Yureima encontró un velo y se cubrió la cara con el. Hablo a Daima y ella fue a donde Yureima estaba, Yureima bailaba danza árabe y a Daima le daba risa por ver su peculiar baile. Ambas rieron y Yureima descubrió sus ojos, quedando tapada su nariz y boca.
Algo sobresalto en el pecho de Daima, un repentino destello cruzó por su mente y las rodillas le temblaban. No dijo nada. La jornada termino y fueron a casa.
Ya tres meses de vivir con Yureima y dos de haber pedido su primer deseo. Nada ocurría. Nadie, le declaraba su amor a Yureima. ¿Que paso? Lo pensaba Daima.
Yureima miraba a Daima cuando ella no la veía, y si la sorprendía viéndola, rápido volteaba o soltaba una risa. Cuando pasaba eso, algo en Daima la hacia temblar. No sabia por que razón.
La diferencia de edades en ellas dos era imperceptible, siete años.
El tiempo pasaba, y Daima se son resaltaba cuando Yureima la veía. Pasaron los meses y casi un año de vivir juntas. A los genios se les podía liberar cuando cumpliera su sentencia, por que aunque no lo pareciera, un genio es un prisionero, explico Daima.
Llegaron las fiestas en el pueblo de Baori. Las chicas asistieron a recordar la caída y fin de la opresión de Akros el grande.
Fue entonces que bailando, Daima con Yureima, se miraron una a la otra y Daima sintió que las rodillas le temblaban.
Yureima sonreía, se veía muy hermosa. Daima comprendió que lo que sentía era amor por Yureima, amor puro y sincero. Un año de conocerla, y después de conceder su deseo, se dio cuenta que la persona de la que se estaba enamorando Yureima era ella, la chica genio.
Yureima declaro su amor por Daima con el temor de que ella la rechazase, pero Daima expreso lo mismo por Yureima. Ambas se abrasaron y fueron a casa.
Esa noche hablaron mucho y ambas pensaron que no estaría permitido que dos seres distinto se pudieran amar. Una era humana y la otra genio. Y lo peor, ambas eran mujeres.
Existía la posibilidad de que Yureima pidiera cambiar de sexo, ya que la genio no podía. Otro factor importante era la edad, ya que eran siete años de diferencia.
Por unos días, aparentaron no haber dicho nada. Luego hubo más acercamiento entre las dos chicas. Volvieron a hablar.
Esta vez no importo nada. Daima abrazo a Yureima y la beso en los labios. Fue un beso tierno y muy añorado por ambas chicas. Yureima pensó que moriría en ese instante. Pero no fue así.
Yureima dijo: que si la edad era un obstáculo, ella lo saltaría.
Aconteció así, que la chica gitana pidió su segundo deseo. Pidió tener la misma edad que Daima. Daima se sorprendió y le dijo que si estaba segura, ya que el tiempo que adelantara ya no lo recuperaría. Eso no importo a Yureima, ella quería estar con Daima.
La genio puso su mano en la cabeza de Yureima y cerro los ojos. El viento como la primera ves, se hizo presente.
No paso nada, dijo Daima que el cambio se notaria poco a poco.
A la semana, la edad era notable en Yureima. Los vecinos y en la plaza, la veían aun mas extraño. No se explicaban como creció tan rápido. La estatura y su cuerpo habían cambiado drásticamente.
Pero a Yureima no le importaba. Era feliz.

El tiempo pasó. Las chicas eran felices. Se mudaron a otra ciudad y formaron su vida donde no las conocían. Buscaron un empleo y ambas mujeres eran felices, claro, como es lógico en todas las relaciones, tenían discusiones y peleas, pero siempre lo solucionaban, y volvían a las caricias y besos. Ante la gente eran dos hermanas que vivían juntas. Pero dentro de la casa, eran dos grandes amantes.
Los años pasaron. La vejes en Yureima era inminente. Daima cambiaba su apariencia simulando envejecer, ya que ella nunca envejecía. Condenada a la juventud eterna, sentía que debía cambiar su aspecto como lo hizo Yureima.
Ambos rostros eran ancianos, las arrugas del tiempo se hacían presentes. Sus cuerpos ya no eran aquellos cuerpos gitanos, que bailaron interminables danzas a la luz de la luna. Sus pies, ya no eran aquellos pies jóvenes que tocaron la arena del desierto en todas las tardes frente a Egipto
Daima sabia que su gran y único amor moriría pronto. Y ¿Que aria sin ella?
Yureima ya no se levantaba, pues ya tenía ochenta años. Daima se la pasaba a su lado, no se separaba de ella ni un solo instante, solo para darle de comer, y era poco lo que comía.
Daima sufría al ver a Yureima conectada a un respirador artificial y sin poder moverse, solo acostada.
Yureima se sentía satisfecha por haber compartido una vida al lado de su añorado amor.
Daima sentía que no podría volver a ser como antes.
¿Que seria de ella?...
Con palabras débiles Yureima dijo a Daima: quiero mi último deseo.
«Deseo que ya no sientas amor por mi»
La genio la miro con ojos sorprendidos, y volvió a hablar Yureima. «Pero... Hazlo como cuando te pedí mi primer deseo»
Daima comprendió lo que ella decía, su rostro comenzó a cambiar y tomo la forma y el cuerpo joven de antes.
Puso su mano en la cabeza de Yureima, cerró los ojos y el viento las cubrió. Las sabanas volaban y su turbante voló igual.
Daima lloro por el deseo de Yureima. Pensó que pediría vivir más tiempo y en parte, se sintió decepcionada de que no fuera así.
—Ya no tienes por que estar unida a mi— dijo Yureima con una voz cadí inaudible —Nunca podre agradecerte todo los años de felicidad que viví a tu lado— dijo muy agitada Yureima.
—Yo debo agradecerte a ti, por hacerme vivir los mejores tres deseos que e concedido— Daima abrazo a Yureima y le dio un beso como el primero. El rostro de Daima había vuelto a envejecer.
Yureima sonrió levemente. Daima la miraba y recordaba todo el tiempo que fueron felices.
Daima toco la mano de Yureima y estaba muy fría. Daima pregunto a Yureima que si tenis frío, pero esta no respondió ni hizo ningún sonido.
Daima movió a Yureima pero ella no respondía.

Daima pensó lo peor, y en su pecho se formo un gran vacío y las lágrimas brotaron sin obstáculo alguno. Su pulso se paro, y su corazón grito tanto por dentro que le tembló todo el cuerpo. Daima lloro y pedía a Yureima que no la dejara sola. A pesar de que Yureima pidió que ya no sintiera amor por ella, era obvio que el libre albedrío de Daima no podía cambiarlo. Y como dijo en un principio la genio: no podía interferir con el amor. Aunque Yureima pidió que alguien se enamorara de ella, no lo había pedido directamente. Pudo evadir esa regla sin romper las leyes de los genios.
A hora, “La Morena" yacía inerte en aquella cama. Un pensamiento llegó a la mente de Daima. Pensó que sería infringir la ley pero no podía soportarlo.
¡La resucitaría!
Serró los ojos y puso su mano en la cabeza de Yureima. El viento se hizo presente y al fin termino.
Yureima abrió los ojos lentamente. — ¿Que hicisteis?— dijo Yureima a Daima.
—Os e revivido— dijo Daima con lágrimas en los ojos.
—Pero no puedes— dijo con voz débil.
Daima abrazo a Yureima y la volvió a besar.
La urna que estaba en la misma habitación, comenzó s vibrar.
Callo y se rompió en pedazos. Daima no sabia por que, pero sabia que le seria castigada por quebrantar una de las principales leyes de los genios (no resucitar a los muertos).
Los pedazos de la urna brillaban como la luz que salía de ella cuando se apareció la genio por primera vez.
Daima sintió que le temblaban las, rodillas. Era joven otra vez.
Daima tomo de la mano a Yureima y se abrazo a ella. Yureima la abrazaba y esperaba lo peor.
Los pies de Daima comenzaron a desaparecer poco a poco, convirtiéndose en humo blanco que era absorbido por los pedazos de la urna.
Poco a poco se convertía en humo. Daima pedía que no se la llevaran, y Yureima la sostenía de la mano con fuerza y hundida en llanto.
Finalmente todo su cuerpo se volvió humo que fue absorbido por los pedazos de la urna. Y los pedazos se desintegraron en una luz que ilumino todo la habitación.
Yureima lloraba de dolor al ver que vivía pero Daima yo no estaba. Como pudo, se bajo de la cama casi arrastrándose, al bajar, sus piernas no, soportaron el peso y callo al suelo golpeándose el codo. Se arrastro hasta el enchufe del respirador y la maquina que la mantenía con vida y la desconecto. Se recostó en el suelo y sintió un mareo por la falta de oxígeno. Yureima comenzó a asfixiarse y murió lentamente.
Su cuerpo hacia inerte en el piso de su habitación. La casa quedo solitaria y en completo silencio.
Las risas y bailes de la gitana y la chica genio ya no se verían más por la sala de la casa.

A veces el amor de nuestra vida esta más cerca de lo que crees. Quizás no deba ser el opuesto a ti. Solo digo que puede ser tu similar, y tu estas haciendo el tonto o tonta buscando más allá de tus narices. Abre los ojos-abre tu mente.
All We Need Is Love...
All We Need Is Hope...

Fin...

De Parte De: Bostek.

©La B Grande Producciones®
Bostek14 de abril de 2016

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