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¿dónde Está El Escritor?

- ¿Te parece?
- No, la verdad que no me parece pero no lo puedo evitar tampoco...

En una secuencia, que parecía sacada de la peor película romántica, estaba transcurriendo su vida. Volvía cada instante en intentar agarrar ese bolígrafo que tanta paz le trajo pero aún así solo podía escribir su nombre. Su mano no se movía, el papel le hablaba - ¡Escríbeme! - pero el se enmudecía en tacto, ya no sabía que era escribir, que era sentir esa sensación de torpeza y alegría al mismo tiempo a la hora de trazar mundos con sus palabras.

No...no puedo hacerlo, créeme que lo intento pero no puedo - se contestaba así mismo mientras miraba la hoja en blanco que se opaca en el pulso lento del corazón. - No me mires, sigo intentando recordarte por lo que fuiste y no por lo que eres, te odio, te estoy odiando más que nunca, me tiembla la voz y no me puedo mantener en pie, dime ¿Qué quieres? Ya no soy el mismo, robaste hasta la última gota que tenía de sentimiento y aún así tu sonrisa, esa sonrisa que mueve mi cuerpo, se empecina en robarme la poca vida que me queda, ya no quiero... ya no quiero más, por favor. - sollozaba apretando el papel tan fuerte que parecía exprimir tinta de sangre.

No se sabe que pasó con el escritor. Se rumorea que se perdió entre los mares de libros que jamás leyó, entre tazas de café que se enfriaron porque nadie las tomó, entre lagrimas que luchan por no ver la claridad, o entre roces de la tinta que pretendía cambiar el mundo y darle esa pizca de libertad a la soledad. Se dice, que encontró la felicidad en una sonrisa, que fue acribillado por el amor a primera vista, que recordó la risa sin medidas, que vio al fin ese cielo y tiene faltas de ortografía que él no quiere corregir. Se dice, que se lo puede encontrar vagando por las calles de la Capital, con un cigarrillo y una sonrisa de par en par, que mira el cielo aunque no haya cielo que mirar y espera en un anden para volverse con su libertad.

El escritor que nunca escribió un libro, escribía las galaxias en las que él quería viajar, besaba con palabras las bocas que jamás iba a poder tocar, inventaba conversaciones en la oscuridad de su habitación, veía el futuro en el trasfondo de la luz que chocaba con su cuaderno pero cerraba los ojos porque así "La vida era más divertida...". Saltaba al vació en cada renglón que entintaba, no sabía si alguien leería pero el dormía y ningún fantasma lo perseguía.

Se enamoró, o así me dijo. - Sabes... la vida es como un papel en blanco, si te preocupas rompes el papel y nunca escribes nada, si escribes demasiado rápido te quedas sin renglones, por eso me iré, lloré lo suficiente entre pilares obsoletos que muchos llaman amor, ya no recuerdo mi nombre verdadero, no soy un escritor, no me llamo escritor, simplemente creí que sabía hacerlo, así que me iré por un tiempo - miró la taza de café ya vacía y volvió la vista - ¿Te parece? - le contesté con la voz temblando - No, la verdad no me parece pero no lo puedo evitar tampoco... - sin nada más que decir, miró al espejo que tuvo enfrente todo este tiempo, sonrió, cerro su cuaderno y se marchó. Aunque no volvimos a hablar, se que por ahora estará tranquilo, esperando con ansias ese tren, esos ojos, esa sonrisa, que lo vuelva a hacer brillar.
Cafefrioenpapel27 de septiembre de 2016

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