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El Sol Alado

Década de los 80. Siglo XX.

En medio de los colores del manto de la Virgen campea en la bandera argentina el sol de mayo de la Logia Lautaro. Simboliza la libertad de América.

Cuatro naciones disputan en una secular pulseada con la Republica Argentina la hegemonía de las regiones australes. Sus cuatro banderas ostentan coincidentemente los mismos tres colores y la pugna tiene un premio mayor en el territorio de la Antártida Argentina. La dificultad principal surge de los inobjetables derechos argentinos sobre esos territorios: Una presencia permanente desde hace más de un siglo, los primeros humanos nacidos en esa tierra, fundamental en un esquema jurídico que consagra el principio del Ius Solii, y la indiscutible inmediatez geográfica.
En el conflicto de 1982 el Sumo Pontífice intervino estableciendo ciertas limitaciones a los contendientes
ofreciendo a cambio determinadas garantías, entre ellas las que derivaban del conflicto del Beagle.

Pero estas garantías fueron desconocidas por el Imperio Victoriano y el presidente Alfonsín debió proponer el traslado de la capital argentina a la Patagonia a efectos de que no fuese invadida por Inglaterra.

Década del 90, siglo XX.

Menem mantuvo a raya los intentos de invasión mediante su alianza “carnal” con Estados Unidos y unos ingenuos ositos enviados a los kelpers, pero dejó de lado el proyecto Traslado de la Capital.

Pero los imperios tricolores no cejaron en sus planes de invasión, que venían ensayando ya desde inicios del siglo XIX. El papado no podía tolerar pasivamente que tras la herética rebeldía en el manifiesto desacato a las bulas papales de fines del siglo XV perseverasen con una pertinaz actitud de abierto desafío a los acuerdos garantizados por el Vaticano. El papado buscó entonces impedir los intentos británicos de invasión. Primeramente propició la creación de la Logia San Ceferino cuyo objetivo primario sería reflotar el Proyecto Patagonia de traslado de la Capital, y establecer tácticas complementarias coadyuvantes a desalentar e impedir iniciativas de usurpación de territorio sudamericano por parte de potencias extra regionales.

Una de esas iniciativas fue la de contrarrestar el protagonismo de una casa real francesa en el relanzamiento del Reino de Patagonia. Para ello se decidió coronar a un monarca sudamericano que potenciase la alternativa de neutralizar una fuente de conflicto mediante la unificación de este Reino a ambos lados de la Cordillera de Los Andes. Este proyecto potenciaría los intereses criollos sudamericanos frente a las pretensiones de las potencias del Hemisferio Norte, porque los reinos están sujetos a la autoridad del rey por la Gracia de Dios, y quien puede dispensar esa Gracia Divina, la única que puede dispensar esa Gracia, es la representante de Dios en la Tierra, el administrador de la Creación. Ese administrador es el Papa, y quien dispensa la Gracia es la Iglesia de Cristo.

En 1995 se reunieron tres importantes personajes en una estancia que fuera parte del principado, la vieja estancia San Juan establecida al sur del paralelo de treinta y cinco grados, más extensa que muchos estados nacionales europeos (porque los símbolos fueron estratégicamente tomados en cuenta); un propietario cuyos ancestros criollos poseyeron esas tierras desde 1834 y a través de cinco generaciones casi dinásticamente, durante siglo y medio (porque los símbolos fueron estratégicamente tomados en cuenta), y que por parte de su padre pertenecía a la hidalguía de inmemorial, la nobleza de sangre europea (la única verdadera nobleza según los tradicionalistas más puristas, porque los símbolos fueron estratégicamente tomados en cuenta) que además presume de ser una casa real (porque los símbolos fueron estratégicamente considerados), pero descendiente también de indígenas americanos precolombinos (los símbolos, siempre los símbolos) don Astolfo, un obispo salesiano de Patagonia (la permanente presencia de los símbolos) lejanamente su pariente, y un muy poderoso industrial ítalo-argentino, a instancias del Santo Padre. Allí se decidió que un rey criollo de adecuado perfil eclipsaría definitivamente las pretensiones francesas, y que estaría en condiciones de propiciar una alianza trasandina que disuadiese definitivamente una invasión anglo-norteamericana, nuevamente simbólico que naciones católicas neutralizasen pretensiones hegemónicas a naciones protestantes del Hemisferio Norte, desactivándoles el apoyo local, porque debe recordarse el papel de la dictadura chilena en el 82.

Por ello la Logia SCf replicará el Sol de la Logia Lautaro, esta vez alado (porque los símbolos deben ser adecuadamente implementados).

Sor María Ceferina
Puerto de los Leones,
35 de Febrero de 2056
Ceferino25 de marzo de 2016

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