Eran las dos y media de la tarde, el sol estaba en pleno apogeo, el asfalto braseante de Corrientes
daban un reflejo en la chapa de los autos como un espejismo de calor puro pero a Rodrigo y Frida no
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Eran las dos y media de la tarde, el sol estaba en pleno apogeo, el asfalto braseante de Corrientes
daban un reflejo en la chapa de los autos como un espejismo de calor puro pero a Rodrigo y Frida no
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