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Un Día Cualquiera

Era un día como otro cualquiera. La alarma sonaba con una melodía tranquila y amena, la elegí a consciencia para no levantarme de mal humor y bueno, parecía que a veces funcionaba, pero no siempre lo conseguía. Paraba la alarma para dar paso a una meditación guiada, se llamaba "mindful science" o algo así; no puedo decir que no me relajara, y que en esos catorce quince o veinte minutos, que sé yo, era como si el tiempo se parara, como si nada importara, te sientes libre, parece que vueles y si te concentrabas mucho, pero mucho mucho, casi puedes sentirte drogada, una sensación increíble, que no se puede comparar con nada. Pero todo eso se acaba, cuando abres tus ojos y ves que vuelves a estar en el mismo cuarto de siempre; y en esa pared, esa tela colgada, enfrente de ti la cara de un gato con los ojos más expresivos jamás vistos, pareciera que tuviera vida, en esa frente gatuna, una luna, que podríamos decir que fuera su tercer ojo con el que poder abrirse a otra dimensión, abrir una ventana entre lo normal y lo paranormal, para que me entiendas. Siempre he tenido curiosidad por la muerte, ¿qué se sentirá cuando tus arterias, venas y capilares dejen de transportar sangre hacia tus órganos, ¿qué se sentirá cuando tu corazón deje de latir? ¿Sólo te mueres y dejas de existir?
Tengo tantas preguntas sin responder sobre la muerte y en tantas ocasiones he pensado que sería la sensación más placentera del universo, como cuando meditas y te transportas a otro lugar, pero esta vez sin retornar.
Chicamacabra17 de enero de 2022

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