El Dilema
Cuando en la resolución de un dilema, las alternativas se contraponen entre actuar y no actuar con un coste político, económico o social, tanto de una opción como de la otra, se suele optar por no ejercer una opción individual intentando así,que dicha falta de actuación se expanda como mancha de aceite hacia todos aquellos con conocimiento del problema aun sin tener responsabilidad directa sobre él, y de esta formar lograr una distorsión de la culpa.
El ejercer una opción activa, inevitablemente te lleva a equivocarte o no con ella, con la consecuencia inmediata de defensores y detractores de la medida, pero sin dejar a nadie indiferente.
El no ejecer ninguna, lleva al hastío de la inmensa mayoría por inacción e incertidumbre, manifestada en forma de violencia de unos pocos que lo hacen por diferentes razones: ser los señalados, los perjudicados, los traicionados...con lo que lejos de resolverse, se incrementan los problemas a los que dar respuesta.
La resolución de un problema que afecta a la totalidad de una población y que presenta una causa concreta tipificada sea de la naturaleza que sea, ha de resolverse con objetividad, sacando la cuestión, del histrionismo del teatro político diario habitual, donde el postureo es la tónica.
Para ello han de desaparecer las decenas de figurantes políticos y los aduladores de su narcismo y permitir que los profesionales , personas de sobrada solvencia tomen las riendas del problema que sin duda van a adoptar medidas que no serán políticamente correctas, pero que si logran la resolución del problema, aun mostrando las vergüenzas de nuestros políticos, el solventar la cuestión va a permitir que bufones y cortesanos puedan volver pronto a su medio natural del teatro y así seguir con sus actuaciones para mayor o menor gloria de sus acólitos y de ellos mismos; aunque muy a pesar del resto de los mortales, que desearían una representación política de mayor altura, cuya única divergencia consistiera en la teoría económico-social que defendieran, anteponiendo siempre unos y otros, el bienestar de la totalidad de los representados.
¿Dónde demonios están los profesionales de alto reconocimeinto que con sus investigaciones y artículos postulan los protocolos a seguir? ¿O acaso las vergüenzas o el narcisismo político son tan grandes?
