Errante
Con fruición
del refinado aspaviento
serpenteaba un deseo,
donde el artificio,
abyecto, sacrílego,
y la nada
se apoderaban de sus palabras.
Existir.
El reflejo de la luna
sobre el filo del puñal
sembró la crónica
de una fuga desmaterializada
y desdibujaba, finalmente,
la cicatriz de su encanto.
Al horizonte quedó ceñida
la prole descomunal
de su mirada.
Tejió la marcha,
con piedras por tierra,
con piedras por mar.