Solos en la madrugada
En el invierno átrido de mi aquiescencia,
duermo solapado sobre ti
Bajo leve manto de angelical dulzura
me solazo en tu tierno abrazo
es la desidia la que impide mis actos,
más en esta noche negra,
hay atisbo de la esperanza
Quizás podamos al fin ser cautivos
de suspiros de plenilunio y aullidos de lobos
anunciar desde el lugar majestuoso del mundo,
que la catástrofe fue sofocada,
pues en la última odisea de los seres humanos, nos amamos
Y cantaste por los rincones del orbe,
que renací con clara estrella pues de mis entrañas la arranqué
volando los dos juntos, con las alas que una vez siendo reos, fabricamos para tal momento,
recuerdas
De la sal seca de nuestras lágrimas,
que vertiendo al unísono ungían la piel de los dos
derramándose cual cera ardiente entre nuestros
cuerpos enzarzados en batalla a sangre librada.
Había un paisaje de consecuencias en el advenimiento de tu mirada,
esa fue la Anunciación,
más allá de tu piel no existía el universo
Sólo la nada más absoluta, la ausencia de bondad, de cielo
un mar de sargazos donde bogar errante sería el triste destino que me aguardaba,
pero llegaste, y volví a creer
Ascendiste de una lágrima sentida en el interior de mi semblanza,
para desembocar en las orillas sublimes que la belleza te agració
y la utopía se tornó verdad,
el cuadro que pintara en mi ensueño se hizo cercano y tangible a mis amantes manos,
llegando a mi ribera de arena y sal,
y quise morir en tus adentros,
cuando la piel penetraba las ambiciones, las sentencias de mi cuerpo se revelaban indicas de ti, subvirtiendo metáforas que nunca nadie antes, vio
Dantesca presencia me sorprendió,
beatriz revivida en divina esencia,
palpable inocencia de amor entregado a un delirio que ambos encendimos
En esas, en las alboradas dolientes, sin ti, la noche se teñía aun más oscura,
negra como la pena misma
el tizne de su ponzoña, acuciaba acontecimientos nimios, inexistentes,
pues tu ser no estaba, y nada era cierto, sin ti, no
Pero llegaste con el amanecer de las memorias que siempre quise escribir algún día, fuiste inspiración para una epopeya que trascendería mi propia historia,
que ya no moriría inconclusa
Al arribar, al lugar del nunca jamás,
sentí la presencia, mientras mi niñez jugaba allende de mi alma,
con los viejos juguetes,
aquella niña que me acompañaba esculpía con sus pequeños dedos,
corazones con su nombre
Y quedaron flotando en su aura,
y se hicieron carne para mí,
de ese tímido candor en crisálida nacería mujer hechicera de mis ansias y anhelos, embrujo de pasión,
desde aquel instante, no puede olvidarte, te dibuje en el aire,
puse verbos a tus términos, encendí una hoguera en mi pecho,
emborrachándome de tu palabra
Nada en la historia de los conflictos estalló tan hercúleo, nos convertimos en luz, denostando a los Dioses, que una vez presos de sus conciencias nos hicieron cómplices de su barbarie.
Solos en la madrugada,
hoy convergemos,
para que el mundo sepa, que el amor es posible, existe
tú y yo lo creamos, inmaculado, vive,
en todos los que fuimos, somos y seremos soldados de un amor eterno
en el corazón de todos,
de todos aquellos, que pueden estremecerse,
al leer, estas letras