Porque me haces sentir vivo. Porque me siento hombre junto a ti, renegando de ser cualquier otra cosa cuando estoy lejos de tu vera. Porque soy el amor cuando lo practico contigo, porque soy la personificación del bien, del mal, de lo eterno y lo efímero, de todo y de más, cuando te tengo en mis brazos. Porque soy brisa de verano y la lluvia del invierno. Porque quiero ser la gota de sudor que recorre tu espalda, porque solo yo quiero tocarte. Porque soy el secreto a voces cuando te miro, que se lee en mis ojos lo que quiero hacerte, decirte Porque quiero ser el por qué de los porqueses, y es que no encuentro palabras para expresarte una y mil veces lo que me haces sentir. Porque se me va el santo al cielo cuando te miro, tanto que hasta invento palabras como las que he escrito hace muy poquito. Porque cuando estoy contigo las noches se hacen un ratito chico, como tú dices. Porque soy la noche, soy el alba, soy la luz que entra por tu ventana. Porque soy el tedio del mediodía, la hora del descanso en el trabajo. Porque quiero ser la palabra, como el evangelio, y que tú la aprendas.
Aquí acaba mis razones de por qué te quiero. Y es que te quiero tanto que me falta la lucidez que creí que tendría cuando encontrase el amor, pero no puedo expresártelo mejor, porque he recobrado la ceguera de la ilusión. ¿Por qué te quiero? A la primera frase me remito.
