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Capítulo 6: Leyendas y Revolución Astral

La alcoba tenía aspecto de laboratorio y observatorio, todo estaba lleno de cachivaches, pergaminos, plumas y muchos pañuelos de todos los colores, así como una gran alfombra con cojines y una bajita mesa en el centro. Maslama se sentó en la alfombra pegado a la mesa e invitó al moderno a sentarse enfrente suya y comer algo de lo que había en ella.
- Te harás muchas preguntas sobre mis conocimientos ¿verdad? – dijo el astrónomo
- La verdad si, pero me entusiasma más saber cómo hablas con tanta fluidez el castellano
- Soy amante de los astros, sus brillos, sus noticias y de todas las cosas que ellos me cuentan. Sé lo que ocurrirá con el califato y el caos que someterá a toda tierra conocida los tiempos que se avecinan. Me he preparado para esto, yo debía informarte y para ello he conjurado tus oídos así voy a cumplir la misión que el destino me ha encomendado.
- ¿Cómo sé que debo confiar en ti?
- Que en esta época haya un servidor del mal, no quiere decir que no haya nadie del bando de la luz. – Adrian abría la boca
- ¿Usted conoce Thirenae? ¿Me puede explicar algo de todo esto?
- Por supuesto ¿por dónde deseas que empiece?
- Historia de Mayrit, por ejemplo
- Sabes que la ciudad tiene gran cantidad de agua subterránea y su alta posición entre tres grandes valles, vegas de río y estando cerca de la sierra la dotan de una seguridad y mantenimiento elevado. Sé que has venido por la ribera hasta llegar a una calzada romana, dicha vía se trata de un camino rural empedrado por los romanos, no era una ruta oficial e importante. Unos la llamaban Ursia, por los osos, otros soñadores Mantua e incluso Maioritum, pero lo cierto es que los visigodos no debieron hacer grandes cambios en la denominación romana Matrice que incluso Mayrit recoge la base de su significado “lugar con mucho agua subterránea” “madre de las aguas”. Matrice era un vicus romano, después lo aprovecharon los visigodos y posteriormente nosotros trasformándolo en un ribat por su gran enclave estratégico de la sierra y la protección de Toletum.
- Eso es muy interesante y ¿cómo sabías de mi llegada?
- En el cielo las estrellas cambiaron hace unos días, me encontraba en mi escuela de Qurtuba y vine aquí cuanto antes, pues las estrellas me revelaron que el elegido llegaría a su ciudad en pocos días para recibir noticias y ahí es donde entro yo.
- ¿el elegido de qué?
- Todo a su tiempo joven, Thirenae se encuentra bajo el mal desde hace siglos y nadie ha podido hacer nada, todos están a la espera de que alguien llegue y les salve.
- ¿Se supone que soy yo?, ¿esto es un sueño? no puede pasarme algo parecido a las novelas de mi época
- No se si eres tú o no Adrian, pero el motivo de que estés aquí es que alguien te ha trasladado en el espacio y el tiempo.
- ¿Entonces soy un elegido?
- Exactamente, en Thirenae serás llamado en ocasiones Mäjesh, el día de tu nacimiento la luna estaba alineada con la constelación del guerrero, con lo que eres un elegido por nacer bajo esa revolución astral.
- ¿Y como debo actuar?
- Tranquilo Adrian, si consigues entrar dentro de Thirenae, verás que allí las cosas irán mal, deberás darle ánimos a la gente diciéndoles por ejemplo que todos los que nos vinimos de allí estamos fomentando y ayudando a la historia del mundo.
- De acuerdo… - el árabe se levantó y estaba buscando algo entre algunas cajas hasta que lo encontró
- Debes guardar esto hasta el día más indicado, no funcionó conmigo porque no está hecho para mí.- Adrian lo miró y era un pequeño amuleto en roca verde parecida al jade y una forma parecida a pi, era una runa.
- Debes ir hacia el norte, los carros de provisiones están a punto de volver, quizá deberías ir con ellos.
- ¿tu crees que me dejarán acompañarles?
- Si se lo digo a ellos seguro que te dejan.
- Gracias por todo Maslama; ya sabrás que en el futuro hay mucha ignorancia acerca de Madrid y que no se recuerda debidamente a la gente importante de nuestra historia.
- Sé que no muchos me conocerán pero sé que mis estudios acerca del astrolabio y tablas cósmicas serán muy importantes, así como la difusión de las matemáticas por el continente; otra de mis tareas es ayudar a que Al-Andalus legue todos los conocimientos de aritmética a occidente.
- No solo aritmética, también hicisteis legar la filosofía tanto griega como árabe, muchas palabras a una lengua romance, muchos estudios de medicina, botánica y alquimia de los elementos.
- ¿Tanto? Debe ser por eso que he visto que la llegada de Al-Andalus es uno de los sucesos más importantes en la historia de la Edad Media de toda Europa.
- Si, debe ser a vuestras escuelas y vuestro afán de conocer y transmitir toda la sabiduría
- Gracias a ti por saber ver todos los esfuerzos de la gente
- No hay por qué darlas, creo que es lo justo – Maslama le sonrió y levantándose de la alfombra salieron de la alcoba para ir a los carros de provisiones encontrados en el patio interior del alcázar.
Adrian le siguió por los pasillos bien adornados, grandes plantas en el exterior colgaban de las paredes e incluso había alguna fuente en el interior.
Llegaron al patio y allí había un montón de árabes sacando provisiones de un carro tirado por caballos negros. Todos al ver a Maslama y sus ropas, se quedaron quietos y susurrando entre ellos comenzaron a escucharle:
- Trabajadores, servidores de al-califa, es de vital importancia que lleven al-joven hacia el Norte con ustedes – todos miraban a Adrian y luego otra vez al maestro, le empezaron a responder en árabe, Adrian no se enteraba de nada pero por sus expresiones entendía que tenían algún problema en llevarle, Maslama les explicaba y todos asentían, cuando el maestro se giró y le miró sonriéndole comprendió que estaba solucionado el problema.
- Partirán al caer el sol, si es de tu agrado date una vuelta por Mayrit
- De acuerdo volveré a por mi burro – Maslama entró de nuevo en el palacio y Adrian fue a la puerta por la que había entrado al alcázar.
Cogió las riendas del borrico y se puso a andar por las calles empedradas de la fortaleza. Por orografía y escritos históricos, conocía que el alcázar estaba situado en el mismo sitio que el actual palacio real, donde él calculaba que estaría la joven Catedral de Santa María La Real de la Almudena, estaba la mezquita que había visto desde lo alto de la colina del otro lado del río. Tenía la almenara muy alta y en cuanto a estructura le recordaba a la Giralda de Sevilla.
Sabía cuanto darían los arqueólogos e investigadores por conocer todas aquellas cosas que estaba viendo pero no sería posible porque al volver al tiempo real comenzarían a excavar y luchar hasta encontrar todo lo que hubieran visto y las cosas ni se crean ni se destruyen, se transforman, por ello no se encontrarían la mitad de las cosas. Las piedras y materiales con las que estaban hechas aquellos edificios serían recogidas a modo de reciclaje para otros edificios que necesitasen surgir en un nuevo avance de la ciudad.
Su mente tras aceptar lo dicho por Maslama sabía que Magerit, Mayrit o Matrice, sería anteriormente unas cuantas familias con huertas que cultivar, algún oficio en el que atender las necesidades y algún templo para facilitar la esperanza, pero todo sin ninguna importancia, tal vez suerte por encontrarse en una vía secundaria que unía La vía de Segovia a Toledo, la principal, con Complutum la futura Alcalá de Henares.
Seguro que en otras ciudades europeas pasaba lo mismo aunque no tuvieran nada que ver los árabes. Todos los lugares han sido invadidos alguna vez por otros pueblos o culturas y de la unión han florecido unas nuevas tradiciones, lenguas, jerarquías y estilos de vida totalmente duraderos, pero que han dejado su huella en la historia siendo así un legado a través del tiempo. Un ejemplo que pensó Adrian fue en la tribu de los Parisii que habitaban a la orilla del Sena, que al ser invadidos por los romanos vieron su poblado transformado en Lutecia pero supieron resistirse y aún siendo arrasada más tarde por los bárbaros, los galorromanos proclamaron un emperador de la Galia y rebautizaron la ciudad de Lutecia con el nombre actual: París. Seguro que algún resto conservan los investigadores franceses, dado el ejemplo, pero por mucho que luchen por encontrar siempre habrá algo que no lleguen a descubrir, porque la historia en todo el mundo está escrita por aquellos que más les convenía y no siempre se escribe todo lo que se quiere o bien, con toda la objetividad posible.
¿Qué sería de la historia si las tribus celtas anteriores a Londinium, Lutecia o las celtíberas anteriores a Matrice hubiesen podido escribir su versión y las dificultades de adaptación a las que se tuvieron que enfrentar?
Nunca se sabrá, pero ahí queda la duda para todos los que se pregunten acerca del pasado, que aunque no se crea puede llegar a ser más incierto que el futuro.
Adrian llegó al final de la muralla, pero cerca vio una puerta que estaba abierta, le pareció raro pero al salir se dio cuenta de que por allí se salía a un arroyo con un pequeño barranco, al otro lado había casas de otro estilo distinto y con organización más propia de los mozárabes o cristianos. Más arriba, donde parecía que nacía el arroyo, había un gran edificio que se parecía a algunos baños árabes que había visto en algún documental, por detrás de ellos podría llegar a aquel barrio de extramuros y desprotegidos de la seguridad de la muralla.
Atravesó el campo por detrás de los baños, viendo como en otro lugar periférico de la muralla algunos árabes corrían como si estuviesen divirtiéndose jugando a algún juego. Las calles eran totalmente distintas y el ladrillo era mucho más utilizado, pudo ver como había un gran estanque en el que parte del agua del arroyo reposaba, para después únicamente la capa superficial adentrarse en el suelo para abastecer a toda la Medina y regar mediante acequias todos los cultivos de cebada y olivos. Los campesinos y algún oficiante que por allí se encontraba le sonreían y le hacían pequeñas reverencias con la cabeza, las vestimentas de nuevo le ponían en una posición jerárquica mayor que la de los demás.
Al final de ese barrio mozárabe se estaba llevando a cabo una gran obra, por la estructura que llevaban levantada tenía aspecto de iglesia. Un camino llegaba a esa parte de la ciudad desde la vega del río y a lo lejos un campesino venía muy cargado, Adrian se dirigió hacia él y al acercarse el hombre le dijo:
- Menos mal que fabéis venido señor, esta ciudad cada vez va a peor
- ¿ Por qué es que lo decís?
- Los moros nos apartan y no nos dejan quedarnos con nuestras terras y nos obligan a vender casi todo en el mercado de la mezquita – pensando en qué decir, Adrian reaccionó y le dijo
- Tranquilícese buen fombre, pronto llegará la libertad – haciendo como si se tratase de un secreto le dijo- El rey planea asaltar de nuevo la ciudad y esta vez para siempre, toma quédate mi borrico en señal de promesa, pero no debes decirlo a nadie. – El hombre se quedó pensativo y cogió al asno, puso su carga en el animal y dando las gracias y haciendo reverencias a Adrian siguió su camino.
El moderno vio que el sol empezaría a ocultarse en el horizonte en poco tiempo, así que empezó a correr para llegar de nuevo al alcázar, pero la puerta que antes se encontraba abierta ahora estaba cerrada, tendría que llegar a otra puerta, pero no conocía ninguna más a la que le diese tiempo a llegar. Allí había un montón de gente del barrio cercano, viendo como de costumbre, cómo les dejaban a la intemperie en la oscuridad de la noche. Muchos se reían al ver a Adrian golpear la forja y gritar palabras que no entendían, sin embargo él estaba desesperado, tenía que llegar a coger ese carromato como fuera.
Mirando la muralla vio como las piedras de sílex y los pedernales sobresalían de la tapia y entonces lo decidió, tendría que escalar y saltar la muralla de tres metros.
Empezó a subir, pero el afilado sílex le cortaba las manos así que se dejó caer, fueron ayudarle unos carniceros del arrabal que llevaban los cuchillos en un cinturón, Adrian se los cogió sin permiso y con el cabreo copio alguna piedra y al tirarla a la pared salían chispas y olía a quemado. Después de ese arrebato empezó a escalar clavando los cuchillos en los huecos que había entre los pedernales, era bastante fácil, los cuchillos se hundían en el adobe seco. La gente que antes se había reído ahora murmuraban cosas que Adrian no llegaba a comprender. Una vez arriba la gente empezó a gritarle algo parecido a Catus, Cato, pero desconocía su significado. Fue al tramo de la puerta y bajó por las estrechas escaleras de las torretas en las que debía de haber algún árabe, era extraño que todavía no estuvieran allí, al bajar los últimos peldaños escuchó voces y se asustó, se escondió en la oscuridad debajo de las escaleras. Un árabe con una antorcha en la mano comenzaba a ascender por ellas y él aguantaba la respiración, cuando dejó de oír las pisadas salió al exterior y la gente del otro lado al verle comenzó a aplaudir, los árabes de arriba creían que les aplaudían a ellos por haber llegado a su puesto de trabajo y entre ellos se empezaron a reír de la ignorancia de esos mozárabes.
Adrian se acercó más a la forja y tiró los cuchillos al lado de los carniceros y la gente de nuevo empezó a llamarle y gritarle Catus, Cato.
Se despidió de ellos y escondiéndose en la sombra de la muralla echó a correr hacia el alcázar, donde le estaban esperando las carrozas. La gente mientras corría le miraba de mala manera e incluso algún hombre hizo ademán de ir a por él, entendía que eran siervos para la yihad, pero él no había escogido ir allí y mucho menos quería morir en esa otra época.
Al llegar allí le hicieron montar en un carromato y así emprender rumbo al Norte, estaba metido entre paja y algún que otro árabe que no paraban de mirarle con el ceño fruncido.
Notaba como los caballos poco a poco cogían una velocidad moderada y las ruedas iban saltando con los pequeños desniveles entre las piedras del camino, estando más relajado se miró las manos y recordó las palabras de la gente al ir subiendo la muralla impenetrable y le dio un vuelco al corazón, ¿había cambiado la historia o la había hecho él desde el principio?, el hecho de que hubiera podido escalar tan fácilmente la muralla sería recordado hasta su tiempo y conllevaría que todos los madrileños se llamaran gatos, que en latín es Catus y con evolución Cato.
Además de esa leyenda hecha realidad recordó el olor a quemado de la muralla y los canales subterráneos de agua y otra frase mítica acerca de Madrid le llegó a la mente: “Construida sobre agua, mis muros de fuego son”


Davatar30 de noviembre de 2008

2 Comentarios

  • Davatar

    Reiteradamente pido disculps por mi retraso, os subir? algunos m?s que he conseguido terminar, espero que os gusten.
    Gracias a todos los que me hab?is dejado comentarios.

    30/11/08 11:11

  • Voltereta

    Me zambullo en tu relato y veo Madrid en la antiguedad, excelente me encanta.

    Pareces a veces un aut?ntico historiador. Me ha llamado la atenci?n de donde has sacado el gentilicio de gatos, para los madrile?os. Tienes mucha imaginaci?n.

    Un saludo.

    02/12/08 04:12

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