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Acnesst

Acnesst

Por Cristy GM

En una parte del subconsciente infinitamente alejado de la realidad, una sombra del pasado cobró vida, elaboró un plan maestro y tomó casi todo a su favor.
Eran las siete, el autobús estaba a punto de partir con todas las expectativas puestas en la llegada de un famoso grupo finlandés a la ciudad vecina, vestidos con pantalones de cuero nos dispusimos a partir, el líder de esta expedición cuyo nombre era Acnesst, nos condujo a los lugares asignados dentro del vehículo, no sin antes dirigir una mirada de odio a su antigua amiga y cómplice, entregada en cuerpo y alma a otro hombre. Acnesst nunca podría sobreponerse.
Indra supuso que no tendría mayor importancia, así que entregándose a los brazos de su amado se perdió en el sueño de la inconsciencia mientras llegaba el momento.
El ánimo candente, las pantallas de video con un sonido al máximo volumen y acompañados por los cantos de todos los fans que entonaban canciones de sus ídolos era el ambiente que se vislumbraba hasta que un repentino desperfecto provocó la volcadura del autobús hacia un barranco.
Amigos de la pareja, antiguos conocidos, incluso el propio marido de Indra desaparecieron de su alucine, entre las llamas y los gritos, mas el dolor de las heridas en su cuerpo, las personas se desvanecían al tratar de enfocarlos, solo pudo sentir unas manos que con fuerza la rescataban del lugar, no pudo distinguir el rostro de la persona que la ponía a salvo de aquel infierno. Un golpe en la cabeza inicio la confusión.
Relativamente era poco lo que después pudo recordar, una habitación de techo alto con poca luz, un baño con un decorado de mal gusto, incluía una tina barroca. Tocador con espejo de mármol, maquillaje del siglo pasado acompañado de postales y pinceles, labial color carmín y cientos de analgésicos.
Contadas veces podía ponerse en pie, su siniestro amigo de nuevo se había apoderado de ella, la tenía recluida en calidad de enferma en una antigua casa a las afueras de Helsinki. (hablar de la historia de Helsinki ) Hasta entonces cuidaba su recuperación dándole medicinas, comida, al tiempo que complementaba su cuidado inyectándole variadas dosis de láudano entre otras sustancias para confundir su memoria y evitar su despertar a la realidad. Indra desconocía su estado. La voz tan familiar de Acnesst la remontaban a aquellas épocas donde era su más cercano confidente, su continua pérdida de equilibrio forzaba a dejarla en manos de aquel joven. Cuidados tan básicos como el baño, el maquillaje y el vestir. Así pasaron días de conciencia aturdida. Una noche la droga no fue suficiente, ella despertó a media pesadilla de forma por demás alocada y por primera vez cercana a un estado mas consiente.
Indra: Mis lágrimas brotaron al contemplar con detalle la habitación, creí nunca haber estado aquí, pero era tan parecida a mi habitación infantil que me confortaba. No recuerdo bien lo que pasó pero sé que no soy una víctima, tengo su aroma impregnado en mi piel, su maldad lo ha enloquecido, su veneno lo llevo en la sangre.
Con cautela, apoyándose en las paredes, trató de reconocer la casa, el pasillo parecía interminable, pero la sed que experimentaba era enloquecedora así que siguió hasta dar con la cocina, ya ahí abrió el refrigerador, el aroma del vino tinto la hizo recordar.
Indra: No hay nada mejor que el vermut de medio día, las charlas tan largas con el corazón un poco agitado, saber cómo será la vida cuando ya nadie pueda intervenir en nuestro actuar, solo guiándonos por el instinto y sentido de sobrevivir, así eran esas tardes universitarias en donde conocer gente nueva siempre traía consigo la posibilidad de conquistar un mundo distinto.
La heroína y el alcohol nunca se han llevado bien, así que Indra comenzó a intoxicarse, tras ella su protector encolerizado, era imposible correr o siquiera tratar de huir, su humanidad era como un adorno sin fuerza ni función. Así que tomándola de los brazos casi oprimiéndola la puso frente a él. Indra intentó enfrentarlo sosteniendo la mirada al tiempo que se lanzaba sobre él en un profundo beso, esa era su única arma por el momento en contra de tan perversa inteligencia. De hecho siempre fue la manera más certera de controlarlo, ahogando la perversión de Acnesst en su alcoba. Fue como Indra tuvo la oportunidad de regresar a su mundo, o al menos de intentarlo.
Indra: La ansiedad en sus labios enfermaba porque era imposible resistirse o dejar de enloquecerlo para que atara mis manos a su lecho. Cuando despertaba, su cuerpo estaba rodeándome. Era una ilusoria sensación de que solo era venganza lo que había dentro de él.
De vez en cuando solía tomar aire fresco, perder su mirada en el inmenso bosque, leyendo acompañada de un buen whisky escocés o fumando un cigarrillo, desconocía si alguien más habitaba esa desolada propiedad donde pasaba sus días. Aquella matanza pudo haber sido innecesaria, Acnesst tuvo las puertas abiertas varias veces igual que su conciencia para entablar un verdadero romance.
Indra: Solíamos pasar juntos las tardes de otoño, no había nada más reconfortante que dejarse consentir por su ansia de explorar, tres o más cocteles, cine para adultos, pláticas interminables aunadas a sentimientos en común, todo enmarcado en las cuatro paredes de su habitación, fue fantástico hasta que no pudo ser trasladado al exterior, su doble realidad lo enmudeció y yo me cansé del anonimato.
Discretos pero constantes golpes en la pared a la altura de su cabecera hicieron despertar a Indra, el cuarto de al lado estaba clausurado desde hacía algún tiempo. No era un inmortal o ente demoniaco quien habitaba dicha habitación, sino una bestia atrapada en la mazmorra del Dr. Demente.
Las drogas proporcionadas por su tutor le neutralizaban los nervios y emociones, sin embargo su cerebro alcanzaba a emitir órdenes de movimiento a su débil cuerpo, trató de comunicarse haciendo un pequeño orificio a través de la pared del baño, ya que salir era imposible, lo que su ojo alcanzaba a ver no era para nada reconfortante. Su viejo amigo Tanatos, que antes del mortal tour fuera un Rockstar rival, de largos cabellos rubios, se había convertido en un caníbal que, ingiriendo los cadáveres del resto de los pasajeros, ayudaba a Acnesst a limpiar sus culpas, nadie hubiera creído que terminarían siendo alimento de su sueño de locura, Indra no pudo contener el llanto, la nostalgia algunas veces suele ser destructiva, ver sonreír y después morir a lo que un día fue una razón para ser feliz.
Indra: Cuando abrió la puerta todo para mi desapareció, Tanatos revivió aquella emoción estudiantil, las mejillas sonrojadas, la opresión en el estómago; recuerdo aquella tarde; charlamos sin parar escuchando a Type O Negative, de regreso a casa pasada la media noche volví a escuchar su voz en el auricular, amaneció y seguimos contando nuestros sueños finlandeses. Fue destructivo saber que no podía haber más que una profunda amistad, Tanatos era portador de un virus degenerativo, toda mi pasión se fue en aquellos cabellos rubios.
A través del orificio era bastante difícil distinguir a quien se comía Tanatos, sin rastro de sentido común era mejor olvidarse de él. Después de recobrar la cordura el siguiente paso para Indra era salir y ver que pasaba alrededor de esa construcción. Por primera vez en mucho tiempo se contemplaba frente al espejo totalmente aterrorizada, notó como la falta de sol le había dado un toque totalmente pálido a su piel, sus nuevos vicios por fin habían brindado la delgadez deseada, su cabello era infinito, igual que el maquillaje, negro luminoso en sus ojos, sin mayor ropa que la que le proporcionaba placer a su loco amado. Tomó unos jeans y un abrigo, cruzó hasta la cocina, se abrió camino hacia el patio para posteriormente internarse en el bosque hasta el pueblo más cercano. A pesar de solo guiarse por la luz de la luna, se supo resguardar de cualquier peligro, el sentimiento de libertad aminora cualquier clase de miedo.
Ya instalada en el pueblo (pueblos aledaños a Helsinki) visitó una de las tiendas locales, leía algunas revistas cuando una voz llamó su atención, la conversación no le decía nada pero al dar la vuelta y estar frente a frente notó que el joven de quien provenía la voz la miraba con espanto. Antes de enmudecer le hacía reclamaciones mientras abrazaba a otra chica la cual llevaba un bebé en sus brazos. Indra sintió un vuelco en el corazón, ya que aunque no sabía que esa persona era su pareja, su instinto la alertaba de la traición cometida. “que fácil puede llegar a parecer fascinante, que difícil desvalorizar la personalidad por un amor que significa menos que eso” como toda una dama fingió que no pasaba nada y continuó su camino, estaba tan afectada que no miró a ningún lado. Por suerte se topó con la persona correcta. Valsatore, quien aún con todos sus utensilios regados después del choque, identificó a la dama y la abrazó emocionado, ella intentó levantar aquellos objetos, pero él lo impidió y tomándole de la mano la alejó del lugar. Pues había visto la escena previa.
Conduciendo hasta las orillas de la ciudad, teniendo como fondo musical a Whitesnake, llegaron a una confortable cabaña, hogar de Valsatore. Al arribo, le ofreció a Indra una ducha caliente, mientras el preparaba la cena, el sonido de la regadera estimulaba su imaginación, le evocaba los intensos momentos pasados que habían compartido. Indra por su parte estaba recostada en la tina viendo caer el agua, deseaba que el tiempo fuera eterno y olvidar el pasado. Pasada media hora sin que saliera del baño el joven fue a indagar y la encontró petrificada con la mirada perdida. Sin temor a mojarse la abrazó y tomando una esponja y jabón comenzó a limpiar delicadamente cada parte de su cuerpo. La acomodó para lavar su cabello y finalmente cuando parecía lista, introdujo su mano bajo el agua deslizándose por su interior. La reacción fue instantánea. Indra aferró sus manos a la tina, sus gemidos iban cobrando forma, Valsatore complementaba los movimientos de su mano en aquella parte íntima con besos y caricias. Aquel nuevo protector entró a la tina para continuar aquel ritual adictivo para ambos. Entre copa y copa de tinto europeo, Valsatore intentaba explicarle a Indra que clase de vida tenía antes de su accidente, hablar de su familia, de su marido así como de su peculiar amistad, finalmente cuando la ninfa decidió que debía marcharse su amigo le dio una postal nupcial que tendría que analizar con calma para entender un poco mas de sí misma. En un largo beso se despidieron. Con el manto de la noche y una espesa neblina Indra fue desapareciendo a lo lejos. Valsatore intuía que no la vería nunca más.
La mujer decidió regresar al bizarro mundo que ahora era su hogar, se internó en el bosque tambaleando. Como un lobo enloquecido Acnesst la buscaba, guiado por el embrujo de su aroma la sorprendió tendida al abrigo de un árbol. Cuando la miró recostada, indefensa, sus deseos de estrangularla desaparecieron, por el contrario se recostó junto a ella entrelazándose a su piel para contemplar la llegada del amanecer. Era hora de regresar a la guarida de Acnesst.
Indra: Al abrir los ojos contemplé la noche del día siguiente embriagada por el confort de saber que ya no pertenecía a ese mundo que tanto me agobiaba, podía ser libre y salir de la cordura sin parecer una villana, amar sin contratiempos.
Indra desnudó al verdugo mientras dormía y esparció en su cuerpo el resto del licor que tenía la botella, finalmente despertó e intentó alejarla, pero sus labios comenzaron a lamerlo sin cesar succionando el licor. Acnesst no tuvo más remedio que dejarse seducir, enloquecido por sus besos la tomó violentamente amarrando sus muñecas a la cabecera de la cama, fue estremeciéndola lentamente hasta llegar al éxtasis, explorando con sus manos cada uno de los rincones del cuerpo exquisito de su amada.
Los siguientes días transcurrieron en calma, excepto por el periódico que apareció en el porche de aquel lugar. Indra no supo como tomar aquella noticia, ¿decepción y dolor? ¿Alegría y satisfacción? Su marido y familia habían fallecido. La respuesta se encontraba en la postal nupcial que Valsatore le había entregado.
Indra: Corrían las tardes de euforia plagadas de ilusiones, nunca imaginé vestirme de blanco para compartir los sueños de otro, sin embargo parecía una posibilidad muy cercana la suntuosa fiesta, los invitados, la ceremonia… todo tan premeditadamente planeado para que una repentina enfermedad del corazón atacara a mi padre y derrumbara todo. Su salud era tan importante como mi plan de vida, el lo sabía y me apoyaba para que saliera adelante, sin embargo quien fuera entonces mi prometido lo complicaba mas conforme se acercaba la fecha. La carencia de lujo y glamur le restaba importancia a la solemnidad según sus ideas. Para mi fortuna la ceremonia se llevó a cabo el día convenido desde el inicio. Fue discreta pero llena de detalles, la familia completa estuvo presente. Los primeros meses nuestro hogar se vislumbró como algo apropiado exceptuando los detalles monótonos, cada festividad era un concierto de rock en potencia, las noches eran muy cálidas. El único detalle negativo eran sus celos enfermizos. Tanta exageración despertaba sospechas, aun así preferí ignorarlas, la vida deparaba cosas más sorprendentes que no podía ignorar.
No hubo acercamiento funeral o condolencias, Indra prefirió ocuparse de su amigo del cuarto contiguo, el guerrero rubio que se había transformado en bestia alimentándose de cadáveres putrefactos. Indagó en todos los lugares para poder dar con la llave de la puerta que daba a la habitación de aquel desafortunado ser pero no tuvo éxito, totalmente rendida se quedó tumbada en un sofá , fue el aroma a vino tinto y pan recién horneado lo que le dio fuerza para despertar y continuar, curiosamente la puerta se encontraba abierta y la habitación se encontraba levemente iluminada, no se sabía con certeza de que se trataba hasta que poco a poco Indra se fue acercando, la luz provenía de una pequeña chimenea donde desaparecía las partes no digeribles de los cadáveres, en la parte central Acnesst y la bestia cenando y brindando, cuando la vieron gustosos la invitaron al convivio, pasaron las horas riendo, recordando viejas hazañas, cerca de la media noche y después de varias botellas de vino, el verdugo sacó de la bolsa de su abrigo un anillo matrimonial completamente masculino del que la joven portaba en su mano, sonrió y se lo dio al tiempo que brindaba, “El pasado ha sido innecesario”, Acnesst anunció a Indra al tiempo que comenzaba a besarla, lo mismo hizo Tanatos…
A la mañana siguiente la ayudaron a empacar para después escoltarla hasta la estación de autobuses que se encontraba al filo de la carretera, la dama los despidió calurosamente para pasados quince minutos tomar su propio camino.
Tras andar sin rumbo hasta caer la noche las luces de un auto la abordaron, Valsatore había seguido sus pasos, cuando la puerta del auto se abrió, Indra no titubeo y se dirigió a toda prisa hacia él para finalmente perderse en la penumbra.
Diciembreags23 de agosto de 2009

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